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NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Domingo, 19 de noviembre 2017, 11:22
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No se cansa de repetir el mantra de la gran industria: la necesidad de un suministro «eléctrico competitivo, estable y predecible». Teresa Rasero, presidenta de Air Liquide España, es desde mayo la presidenta de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), tras suceder en el cargo a Esther Alonso, directora de Energías y Medioambiente de Arcelor. Esta organización integra a 27 compañías industriales, suma más de 20.000 millones de euros de facturación y unos 186.000 empleos entre directos e indirectos. Sus 83 plantas productivas consumen algo más del 11% de la demanda eléctrica total del país, una energía que supone en algunos casos más del 50% de sus costes.
-Llegó al cargo este año, aunque ya era parte del equipo directivo, ¿con qué aspiraciones aborda esta nueva etapa?
-Somos consumidores extremadamente sensibles al coste eléctrico. Nuestra competitividad se ve lastrada por la falta de armonización de los costes eléctricos nacionales con los de nuestros principales competidores europeos. Nuestra misión en Aege es que esto se entienda y conseguir un suministro competitivo, estable y predecible. La industria básica es un pilar clave del desarrollo y del crecimiento y necesitamos competir en igualdad de condiciones. Tenemos ante nosotros un reto importante con la transición energética. Por eso pedimos que en el diseño de este nuevo escenario se cuente con nosotros.
-Competencia advirtió esta semana del «elevado coste» del sistema de interrumpibilidad, por el que se paga a la industria por desconectarse de la red si es necesario, y criticó su poco uso. ¿Qué le parecen sus conclusiones?
-Parece que este servicio solo lo damos cuando nos interrumpen el suministro y no es así. Lo prestamos las 24 horas del día los 365 días del año. Hacemos inversiones para que no existan puntas de consumo, organizamos la capacidad de producción y los turnos de trabajo en función de él, incluso estamos obligados a consumir más del 50% de la energía en horas valle. La realidad es que damos una flexibilidad a la demanda que no tiene la generación. Este servicio es necesario también debido a la escasa interconexión de España con Francia y lo será más cuando haya una mayor integración de renovables. Hay que tener en cuenta lo que es el servicio en toda su amplitud y no solo cuando hay una interrupción.
-¿Qué opinión le merece la última y limitada convocatoria de la subasta del servicio de interrumpibilidad?
-Nos ha producido una gran incertidumbre, ya que se ha convocado por un periodo de entrega de cinco meses, cuando hasta ahora habían sido anuales. Esperemos que a primeros de año se convoque una nueva subasta por los siete meses restantes de 2018 para completar el periodo de entrega anual. Por otro lado, que los precios de salida se hayan reducido más de un 10% supone incluso una mayor presión, que se añade a la propia de este modelo de asignación. Mientras que España sea una isla eléctrica, el servicio es necesario. Está claro que nos gustaría proponer medidas que optimicen el sistema, que mejoren la visibilidad del servicio y den certidumbre a las industrias que lo prestan, pero todavía no hemos avanzado en este tema.
-La electricidad se ha vuelto a disparar este fin de año por la falta de lluvia y viento. ¿Es lógico fiar la competitividad de una empresa a la meteorología?
-Este año tenemos unos precios muy altos. Estimamos que el precio medio de la electricidad en 2017 se situará en unos 53 euros/MWh, eso supone un 33% más que en 2016. Si comparamos los precios en España con los de otros países, como por ejemplo Alemania, en 2017 son un 50% más caros. Es muy preocupante tanta volatilidad porque puede condicionar las inversiones de la industria y se resta competitividad. Nos gustaría tener precios eléctricos armonizados con los de Alemania y Francia para que se puedan ver nuestros esfuerzos para ganar eficiencia.
-¿Cuál es la receta para lograr esos precios armonizados?
-Nuestra hoja de ruta es simple: veamos que hacen los principales países europeos y apliquémoslo aquí. La primera herramienta es que se reconozca la figura del industrial electrointensivo como en Francia o Alemania. Esto supone dar un tratamiento singular a aquellos consumidores que son extremadamente sensibles al coste eléctrico y están expuestos a deslocalizaciones. La industria alemana disfruta de contratos bilaterales de electricidad a precios competitivos, menores costes regulados y diversas exenciones.
-¿Por qué se ha llegado a estas diferencias?
-Nosotros somos usuarios y no sabemos exactamente por qué estamos en esta situación. Sí que hay diferencias y que desde 2012 se han ampliado. En Alemania hay un trato diferenciado en los peajes, en los impuestos, compensaciones al CO2 indirecto... Herramientas que están logrando un precio competitivo.
-¿Se puede aspirar a un mercado comunitario único?
-Hoy por hoy, el ansiado mercado único de la energía en Europa es un sueño. Para que fuera una realidad, sería necesario eliminar las barreras existentes entre los diferentes sistemas y conseguir una armonización de toda la regulación. En particular, la península Ibérica es una isla energética, con unas capacidades de interconexión muy reducidas tanto en electricidad como en gas.
-¿Cómo ha logrado la industria española competir hasta ahora?
- La eficiencia energética va en el ADN de la industria electrointensiva y hemos hecho de la necesidad virtud. En Asturias las plantas son de las más eficientes porque el consumo es caro y hay que disminuirlo al máximo.
-¿Por qué no llega la tan ansiada reforma si parece que todos los actores, desde la administración a las empresas, están de acuerdo?
-La solución es compleja y lleva su tiempo, pero queremos ser optimistas. Creemos que ahora es el momento porque España no puede perder la oportunidad de desarrollar una economía baja en carbono a la vez que dota a sus industrias básicas de un suministro eléctrico competitivo. Si logramos que sea así, la industria electrointensiva podrá ser motor de crecimiento. Necesitamos un pacto de Estado por la Energía, que todas las fuerzas políticas entiendan todo lo que nos jugamos para conseguir una España sostenible económica y ambientalmente.
-Si no se aborda de forma correcta la transición energética, ¿hay riesgo de deslocalizaciones?
-La deslocalización de una industria es una decisión muy dura y complicada que, obviamente, las empresas no quieren tomar. Lo que nos preocupa en Aege es lo que llamamos la deslocalización silenciosa, es decir, si no tenemos un marco estable, un precio competitivo, puede ocurrir que aquellas inversiones que permitirían a estas industrias ser todavía más eficientes y competitivas no lleguen a realizarse.
-El Congreso ha instado al Gobierno a que las térmicas cierren en 2020 e Iberdrola anuncia el cese de la actividad en Lada y Velilla. De hacerse efectivo el fin de este tipo de generación, ¿qué efectos tendría en la gran industria?
-La retirada de potencia tendría impacto en la reducción de la oferta, en la reducción del margen de cobertura del sistema y muy probablemente un encarecimiento del precio de la electricidad. En nuestra opinión, es necesario realizar una adecuada transición energética hacia una economía baja en carbono que garantice el suministro eléctrico, pero sin encarecer el precio eléctrico.
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