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Fiesta organizada por Democrats Abroad en Madrid.
«Siento vergüenza de mi país»

«Siento vergüenza de mi país»

Los seguidores de Hillary Clinton se han reunido en España para celebrar una fiesta que ha terminado en tragedia electoral

Francisco Apaolaza

Miércoles, 9 de noviembre 2016, 08:23

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5:30. La caída.

De las mil personas que entraron en la fiesta de Democrats Abroad en una discoteca del centro de Madrid ya solo quedan un par de cientos. Cae la noche. Cae definitivamente Florida del lado de Trump. En el photocall del sueño, media docena de jóvenes también caen desnucadas por el sueño a los pies de una Hillary Clinton de cartón piedra con la que ya nadie se hace fotos. Cae un vaso de gin tonic desde la mano de una valquiria rubia y estalla contra el suelo y el sueño. Alguien toma el micrófono: "Nos tenemos que ir de aquí".

5:15. 3.000 puntos de Dow Jones.

Trump ha sentenciado Ohio y va por delante en Virginia. Los estados bisagra le están cerrado la puerta a Hillary Clinton y los globos azules de la fiesta han perdido tanto fuelle que se pueden pisar sin que exploten. Mateo Sankary lleva doce años en España y se está acordando demasiado de su primera noche electoral en Madrid, cuando vio ganar a George W. Bush y pasó una semana entera llorando. Es analista político financiero. Tengo miedo porque sé lo que va a pasar. Mañana el Dow Jones puede caer 3.000 puntos. Vamos por quinientos. Es difícil entender a mis conciudadanos y cómo han podido votar a un hombre a quien han puesto mal hasta los medios de derechas. Estoy asustado y preocupado por lo que les dirán a mis hijas en el colegio.

5:00. Vergüenza.

A Ana Shepard, 25 años, abogada de Nueva York, tres meses de estudios en España, camiseta azul a favor de Clinton, se le cae una lágrima por la mejilla arrastrada por el peso de la noche. Ha nacido en Michigan. No entiendo porqué ha pasado esto. Estoy muy triste. Mi estado siempre ha sido azul y de pronto De pronto, Detroit ha creído que Trump puede devolverle a la industria del automóvil la grandeza y las tasas de paro del pasado. En ese estado, el magnate adelanta a Clinton en dos puntos en el escrutinio. Me da vergüenza mi país.

2:15. Florida se tambalea

Madrid aún es una fiesta. Demócratas y curiosos han pagado entre 12 y 22 euros por entrar con una consumición incluida. Nachos con guacamole, verduras y queso fresco, cervezas y mucho vino. Por las paredes, carteles con fotos de la señora Clinton con una leyenda que aún parece lógica: Madame president. Cada resultado que favorece a Clinton es jaleado como una victoria en sí. No hay casi espacio para la duda y de pronto, Florida se tambalea: Mark, de 35 años, trabajador en banca, confía en que sea solo un susto: Tendremos que sufrir un poco más, pero vamos a ganar. No sabe cuánto va a sufrir. Comienzan a fallar los estados a favor de los republicanos y de vez en cuando, Trump se aparece en la pantalla enorme y roja de la CNN, con su tupé flamboyán y la sonrisa pagada de sí misma, como el señor de los infiernos demócratas. Al segundo vaivén de Florida, la mitad de la gente se va. No hemos venido aquí a sufrir. Cae Ohio.

1:30. Miedo al distinto

Aún en los terrenos de la esperanza se sirven cervezas y sonrisas. Grace Friday tiene 22 años, viste vaqueros, labios arterialmente rojos y una sonrisa confiada. Es profesora de inglés en Madrid. Desde que estoy en España, todo el mundo me pregunta si conozco a alguien que vote a Trump, como si fuera algo muy raro. En Birmingham (Alabama) espera su abuelo, abogado y uno de los que ha puesto dinero para la campaña del candidato republicano.

-¿Y qué responde? ¿Cómo es posible que le voten sus abuelos?

- Ellos votan a Trump porque tienen miedo al que es distinto y a un país que no es el que conocieron cuando eran niños. Para nosotros, la gente de diferente color de piel, nacionalidad o religión son algo normal, pero para ellos, no.

00:15. El sueño americano

Uno por ciento escrutado en Kentucky. Los asistentes están más pendientes de hacerse una foto con la Hillary de cartón que de los resultados. Gil Carbajal, de 73 años, presidente de Democrats Abroad está seguro de que va a ganar Hillary Clinton. Es uno de los 40.000 norteamericanos que tiene censados la embajada en España y el líder de los demócratas en el país, un colectivo de unos 4.000 militantes que en su gran mayoría (71%) votaron a Bernie Sanders en lugar de a Clinton. Sus abuelos eran mexicanos y se exiliaron con la revolución. El sueño americano es lo que está en juego. Trump quiere hacer de nuevo grande a EE UU, pero la grandeza real de EE UU está en su diversidad. La época que él considera grande es la de la dominación de la raza blanca en el sur. Predica el odio y el odio es un sentimiento muy fuerte, pero vamos a ganar.

5:45. Escapada.

Los organizadores desalojan la fiesta. Caras de sueño y ojos desesperados. Nadie sabe a dónde ir después de la Election Night, ni tampoco a dónde va su país. Tres parejas se besan en la barra. El amor siempre triunfa en la incertidumbre. 239 electores para Trump, 209 para Clinton. Llevan la derrota en los ojos. Dos tipos toman en sus brazos la imagen en cartón de la candidata a tamaño natural y salen disimuladamente de la discoteca, como si acompañaran a una amiga mareada. Alguien se da cuenta y les llama la atención: ¡Hey, excuse me!, les grita una mujer de la organización. Los dos tipos aceleran y se llevan a Clinton camino de la plaza de Colón.

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