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El director y guionista francés Thomas Cailley, que ayer presentó su película en Gijón.
«Francia es ya el tercer  productor de cine del mundo»

«Francia es ya el tercer productor de cine del mundo»

director de 'Les combattants'

PACHÉ MERAYO

Jueves, 27 de noviembre 2014, 03:14

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Superado ya con creces el ecuador del Festival empieza a haber algunos títulos que gobiernan sobre los demás en el concurso. Uno de ellos es el polaco 'Life Feels Good', que arrancó aplausos en todos los pases. Pero otro que gana enteros con las horas es 'Les Combattants', del director Thomas Cailley, que también firma el guión con Claude Le Pape y estuvo ayer defendiéndola e incrementando con sus argumentaciones la puntos que ya se había ganado en la sala. Allí ya había conciliado el beneplácito de todos, demostrando, además, que el cine del país vecino sigue estando a la vanguardia del arte. Y en palabras de Cailley también de la industria. Según el propio realizador, «Francia es ya el tercer productor de cine de todo el mundo. Solo tiene por delante a los Estados Unidos y a Bollywood». Así lo advertía tras los micrófonos donde dio toda suerte de detalles del «viaje iniciático» (así lo difinió él), de sus personajes por la pantalla.

Pero lo cierto es que no hay más que ver la apabullante presencia de esa nacionalidad en la Sección Oficial. En realidad en todo el programa del FICX, pero especialmente en el concurso que obra su columna vertebral. Ocho de las 17 películas que compiten por entrar en el palmarés son de procedencia francesa. Cinco en producción individual del país galo y otras tres en sistema de coproducción con otros países.

Sobre si proporcionalidad es o no exagerada en Gijón, el cineasta que presenta con 'Les Combattants' su ópera prima, no se quiso pronunciar, ya que se supera con mucho la presencia del cine que se supone primera y segunda potencia mundial. Lo que sí quiso subrayar es que «Francia saca a la luz cada año más de 250 películas», algo que tiene dos caras. Una muy positiva, «porque la presencia se multiplica en todos los continentes y es obvia en los festivales», pero otra que no lo es tanto porque «hace que sea más difícil sobrevivir por la enorme competencia».

Rodar con el instinto

Cuenta 'Les Combattants' la historia del encuentro, que se convierte en relación de amor, de dos veinteañeros que viven en una pequeña localidad de las Landas (en Aquitania) y buscan su camino. Una historia, en palabras de Cailley, que nace «como una experiencia puramente instintiva».

Contó el director francés como él y su hermano, David Cailley, director de fotografía de la película, levantaron un muro en su casa sobre el que trazaron un camino, que cada día, durante seis meses, se iba poblando de imágenes. Dibujos, fotografías, recortes, objetos. Cada uno iba trazando, casi sin querer, la aventura que les iba a unir tras la cámara. «Fue esa línea temporal de imágenes, como una sucesión de ideas sin plan, ni dirección establecida, la que está detrás de 'Les Combattants'».

Esa sensación de seguir un instinto en lugar de un proyecto milimetrado es la que salta a la pantalla conscientemente. El viaje hacia la vida que se muestra «quiere transmitir» y transmite «que los personajes no saben lo que les espera». Están descubriendo su destino sin conocer el paso siguiente que ni la vida, ni la película les va a hacer dar. De hecho las secuencias están rodadas cronológicamente respetando el tiempo en el que las cosas van sucediendo.

«Quería que la película estuviera viva, por lo que cada decisión que tomaba un día tenía que repercutir en el rodaje del día siguiente», añade Thomas Cailley, que concluye con un categórico: «Quería lanzar al espectador a una historia que no estuviera cerrada y sobre todo, en la que nadie curara a los personajes para acercarlos al estándar esperado, a lo convencional».

Los protagonistas de 'Les Combattants' son Arnaud (Kevin Azaïs), en la encrucijada de seguir con la empresa legada por su familia o buscar su propio destino, y Ella (Adèle Haenel), obsesionada con la cercanía del fin del mundo, la supervivencia y los comandos de elite militares a los que desea pertenecer. Totalmente diferentes están unidos, dice Cailley, por pertenecer a una generación que «ha vivido rodeada de crisis. Siempre hay algo en nuestro entorno en vías de extinción, en peligro constante de desaparecer». Y es, precisamente, en ese escenario en el que el director les dibuja para saber si «pese a todo es posible mantener la integridad y escapar de la soledad». Y en el retrato le salen al paso varios colores, que no son tan instintivos como el resto del filme. Cada tono parece hablar un lenguaje. «El predominio del azul aporta sensación de frío. Poco a poco llegaron el amarillo y los verdes y cuando cambiaban los colores cambiaba el encuadre y la forma de rodar».

Sobre el título elegido el director explicó que define la relación de los dos jóvenes, evidente en el comienzo y el final de la cinta, que se abre «con un combate cuerpo a cuerpo y termina con otro que les entrelaza haciendo el amor».

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