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Lázaro Blanco toma una foto con su móvil durante la gala de clausura del FICX.
Lázaro Blanco se libera en pantalla

Lázaro Blanco se libera en pantalla

El FICX premió el documental de Asur Fuente y Julio Rodríguez, que aspira a convertirse pronto en un largometraje de ficción

Marifé Antuña

Lunes, 1 de diciembre 2014, 12:52

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En medio de la vorágine de decenas de películas que se proyectan en el Festival de Cine de Gijón siempre hay una pequeña joyita que acaba por ser muy grande. El sábado se subió al Teatro Jovellanos para recoger premio el protagonista de una de ellas. Su nombre, Lázaro Blanco, 54 años, 32 de ellos a la sombra de 27 prisiones españolas. Lázaro salió a escena y pidió tres deseos: «Igualdad social, justicia equilibrada para todos y un autógrafo de Imanol Arias para mi mujer». El último ya es realidad. Los dos primeros se antojan más complejos. Pero no imposibles. Nada lo es. Él, que ha pasado por mil peripecias, sabe que todo es factible, incluso que su propia vida llegue a la pantalla.

El palmarés del FICX premiaba en la categoría Gran Angular Por la puerta grande, dirigido por Asur Fuente y con guion de éste y de Julio Rodríguez. Esta cinta es solo el principio de algo mayor que está por llegar y que viene de muy atrás. Ambos conocieron en la cárcel de Villabona a este hombre que logró la libertad en 2011, después de reisertarse gracias a las unidades terapéuticas de la prisión asturiana. Antes de llegar a ese punto, su vida fue la del niño que creció en una familia desestructurada y que con ocho años ya cometió su primer robo. A los 16 estaba en Carabanchel y, a partir de ahí, delitos, lesiones, autolesiones, condenas, quebrantamientos de condena, tatuajes...

Conocida su historia y demostrada en su propia carne que la reinserción es posible, Asur Fuente y Julio Rodríguez deciden escribir un guion para un largometraje. Todas las semanas, en el Café Gijón, Lázaro ha ido relatando su vida y los guoinistas componiendo los diálogos de lo que confían algún día será una película. En mitad de este proceso, un viaje a Colmerar Viejo para recorrer los lugares de su pasado y una cámara obraron el milagro del documental. Se hizo casi sin querer. No estaba previsto, pero se acabó editando y concurriendo al FICX, donde conquistó premio. Ahora falta el largo. Todos esperan que pronto se haga real, empezando por Lázaro, que no duda en afirmar que Imanol Arias que tan amable fue el sábado con él podría ser el actor perfecto para enfundarse en su pellejo. En edad están a la par y la experiencia de El Lute es un plus.

Mietras ese día se acerca, Lázaro, un superviviente de mil batallas carcelarias, seguirá clamando alto y claro su mensaje: «Yo no tengo nada que enseñar, mi experiencia es la de un fracaso, un desastre, el mío no es un comportamiento ejemplar, asumo mis errores y mi pena, pero quiero decir que el tratamiento que se da en las prisiones no es acorde con el problema con el que se llega a ellas». O lo que es lo mismo, la reinserción, que sí es posible, es en la mayoría de los casos una utopía. «La institución penitenciaria es muy compleja y me gustaría que hubiera un cambio», afirma y explica cómo se abordan los problemas de hoy igual que antaño. Y eso no sirve. «La cárcel está obsoleta, es una cuenta pendiente de la propia democracia».

Hay razones para el descontento, pero Lázaro cree que la receta para mejorar el sistema penitenciario no está lejos, sino sino muy cerca. «La solución está aquí, en Asturias, ha habido cambios a nivel de la institución, generando programas de recuperación de internos, a través de terapias, de trabajos de formación, de talleres... Eso es lo que teníamos, eso es lo que a mí me ha valido y eso nos lo están quitanto, lo están desmantelando».

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