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AZAHARA VILLACORTA
Lunes, 23 de noviembre 2015, 10:25
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Nabil Ayouch (París, 1969) estuvo desparecido en combate durante toda la mañana y buena parte de la tarde ayer. «Una indisposición» le hizo cancelar todos los compromisos que había adquirido durante la primera mitad del día -tenía fijados un encuentro y varias entrevistas con los medios- con la organización del Festival Internacional de Cine de Xixón. Algo que, según explicaron los buenos conocedores de la trayectoria del cineasta franco-marroquí, «ya había pasado en anteriores ocasiones». Nabil Ayouch está amenazado de muerte. Son amenazas que le llegan a través de internet y, en ocasiones, «por otras vías más contundentes». Finalmente, apareció al filo de las ocho de la tarde en un Teatro Jovellanos abarrotado para presentar su última película, 'Much Loved', ante las 900 personas que agotaron el papel.
Ayouch se colocó en el punto de mira de los radicales islámistas hace tres años, con la aclamada 'Los caballos de Dios', una de las triunfadoras de aquella edición del Festival de Cannes, donde el resto de directores le preguntaba cómo se las había apañado para haber logrado filmar y estrenar en Marruecos sin que le censuraran una película como aquella, «que trataba tan duramente el tema del yihadismo», recuerda.
Él mismo ha contado que, en aquel momento, «sacaba pecho diciendo que la libertad de expresión había progresado mucho y se podía hablar de esos temas». Se equivocaba. Hoy en día asegura que se siente como en un espejismo, inmerso en una pesadilla: «Ahora llevo guardaespaldas y guardias de seguridad».
Pero las cosas volvieron a empeorar con 'Much Loved'. Exactamente, desde que el Gobierno marroquí prohibiera su nueva película tras mandar una delegación a Cannes para verificar que la historia de cuatro prostitutas marroquíes era peligrosa. Pocas horas más tarde, el Ministerio de Comunicación anunciaba que las autoridades competentes» prohibían su difusión en el país alegando que significaba «un grave ultraje a los valores morales y a la mujer marroquí, además de un atentado flagrante contra la imagen de Marruecos».
A partir de ahí, la espiral de odio fue creciendo y el movimiento de linchamiento desembocó en una manifestación de las juventudes islamistas pidiendo su cabeza: «Se ha convertido en una histeria colectiva», ha explicado el propio Ayouch. «Yo intento no leer las barbaridades que dicen pero al final lo acabo viendo». Un lacra que también sufren las actrices y que ya ha convertido en ataques directos como el sufrido por la protagonista del polémico filme, Lubna Abidar, quien decidió abandonar Marruecos tras ser agredida y que, pese a tener su asistencia confirmada en Gijón, no ha podido estar aquí.
La decisión de Abidar llegó pocos días después de que publicara en Facebook un vídeo donde, con voz quebrada y una herida sangrante en el ojo, denunció haber sido agredida por tres jóvenes y ridiculizada por algunos médicos y en la comisaría.
«Me atacan por un personaje de una película que no han visto. (Hay) Una campaña de denigración legitimada por la prohibición de que se difunda una cinta, alimentada por los conservadores y por las redes sociales (...) En el fondo, me insultan porque soy una mujer libre», defendió la intérprete, de 30 años.
«A una parte de la población, en Marruecos, le molestan las mujeres libres, los homosexuales, los deseos de cambio», proseguía la actriz, que cree que 'Much Loved' incomoda porque habla de prostitución, también oficialmente prohibida en Marruecos, «y porque daba la palabra a mujeres que nunca la tienen», con un lenguaje descarnado y unas imágenes explícitas en las que también retrata a la ciudad de Marrakech como meca del turismo sexual.
Ayer en el Jovellanos, Nabil Ayouch se declaró «ilusionado e impresionado por la acogida» que le brindó el público asturiano y agradeció al FICX «la oportunidad de mostrar 'Much Loved'», una película -dijo- que «no ha recorrido un camino sencillo, pero realmente ningún largometraje lo hace. Aunque quizá en este caso haya sido más complicado por los temas que tratamos, que son muy delicados». Que fuesen a «compartir emociones» en «un mundo que en las últimas semanas se ha vuelto loco». Así que lo que el realizador le pidió un favor al público: «Me gustaría que se olvidasen de toda la polémica que rodea a la película y que la analizasen únicamente con ojos de espectador».
Porque -aseguró- «este trabajo no es, como algunos han tratado de defender, un ultraje a la mujer marroquí o a la mujer árabe. Al contrario: pretende rendir homenaje a la mujer. Trata de darles la palabra a las mujeres que son invisibles, de que existan gracias a que se escuche su voz. No se trata de un retrato de la prostitución. Se trata de un retrato de la mujeres en el mundo árabe. De mujeres que son enormemente bellas por dentro, resistentes, valientes, duras, correosas, combativas».
Y ahí está el fondo del problema: «Que son capaces de plantar cara y eso seguramente es lo que molesta a más de uno y más de dos. El elemento de resistencia que existe en la mujer en el mundo árabe. Mujeres a las que nunca se escucha. Esta película lo que trata de hacer es mirar a estas mujeres a los ojos, hablar con ellas cara a cara y creo que es importante que escuchemos lo que nos dicen». Ovación cerrada.
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