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El realizador Laurent Larivière presentó en el FICX su ópera prima, 'Je suis un soldat'.
«Los terroristas no lograrán que nos quedemos en casa»

«Los terroristas no lograrán que nos quedemos en casa»

El realizador se planteó suspender la promoción de su película, que usa el tráfico ilegal de cachorros de perro en Francia como «alegoría de la crueldad humana»

MIGUEL ROJO

Lunes, 23 de noviembre 2015, 10:26

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Cuando el director Laurent Larivière (Montpellier, 1972) entró en la sala de prensa del Antiguo Instituto, impecable su sonrisa -enmarcada en una barba cuidadosamente desaliñada- y brillantes sus ojos detrás de sus gafas de pasta negra, los prejuicios de uno podrían llevarle a entender el porqué de una película -'Je suis un soldat', 'Yo soy un soldado'- en la que se aborda el tráfico ilegal de cachorritos de perro en Francia. Una banalización que no explicaría sin embargo la profundidad de una historia en la que la explotación de los animales es una denuncia, sí, pero también un pretexto para criticar la crueldad humana y la del propio sistema que nos hemos inventado en Occidente para poder ser libres, que también tiene sus desventajas.

Una espectacular Louise Bourgoin -«en cuanto la conocí en un taller de teatro supe que quería trabajar con ella y escribí el papel pensando en que ella lo interpretaría»- interpreta a Sandrine, la protagonista, que regresa a casa sumida en la vergüenza tras haberse quedado sin trabajo y tiene que aceptar después un empleo en la cruel perrera de su tío en torno a la que gira la trama. No es el único ejemplo de la crueldad de nuestro estado del bienestar con los ciudadanos. Su cuñado y su mujer, los dos con trabajo, son incapaces de pagar la casa con la que siempre habían soñado. Son soldados de una guerra diaria contra la rutina del estado del bienestar.

«El título de cualquier película es para mí muy importante, y a la mitad de esta película aún no lo teníamos claro. Como no queríamos que la película girase solo sobre la trama del tráfico de animales, sino que fuese más allá, nos pareció que 'Je suis un soldat', tomado de una canción de Jonnhy Hallyday, era una metáfora evocadora de la lucha de la protagonista contra la falta de trabajo, la situación familiar...». Según explicó Larivière, los dos temas principales de su película eran «la vergüenza social que supone para una persona de 30 años haber sido incapaz de haber construido aún un proyecto vital propio, algo que le sucede a muchos jóvenes hoy en día» y también «la crueldad de ese mundo del trabajo».

Y la crueldad, llevada a sus máximos extremos, podría tener su ejemplo más claro en los recientes atentados de París, y las consecuencias que aún se viven estos días. «La verdad es que no había pensado en la relación de mi película con estos atentados, pero sí os puedo decir que a todos en Francia nos han dejado en 'shock'. Mi hijo, por ejemplo, tres días después de lo que pasó aún no quería salir a la calle, se sentía más seguro en casa. Nosotros hasta nos plantemos si era correcto seguir adelante con la promoción de la película mientras todo el mundo estaba pensando en lo que había sucedido. Finalmente decidimos que sí, que era la mejor forma de evitar aquello que los terroristas buscaban. Querían ir más allá de lo político, atacar nuestro sistema de vida, evitar que salgamos a tomar algo a una terraza, evitar que salgamos a un concierto. Querían atacar nuestro amor por la vida. Pero no lograrán que nos quedemos en casa, y el hecho de seguir con la promoción de esta película es nuestra forma de demostrárselo, es nuestra forma de resistencia», explicó Larivière.

Como resistencia a esa crueldad que se refleja en la película son también las pequeñas píldoras de humor que tratan de hacer más llevadera la historia. «No sé si he logrado hacer reír al espectador, pero para mí era importante meter algunas escenas que me parecían graciosas como contraste». Y es que a la hora de contar ese «thriller social» que buscaba, Larivière fue escribiendo primero la historia de los personajes para después de una investigación sobre el asunto introducir el tema del tráfico ilegal de cachorros en Francia. «Después del tráfico de armas y el de drogas, es el que más dinero mueve, alrededor de 15.000 millones de dólares en todo el mundo, y en nuestro país es un problema bastante grave», explicó el director de 'Je suis un soldat'. Celebró, eso sí, una ley que entrará en vigor en el país vecino en enero de 2016 que obligará a todos aquellos que hagan cualquier transacción de venta de un cachorro a llevar un control por medio de una matrícula para cada animal. «Al menos servirá para evitar muchas de la situaciones ilegales que existen», defendió.

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