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El escritor Julio Rodríguez, en el Muro.
«El valor de un escritor se mide por los autores a los que plagia»

«El valor de un escritor se mide por los autores a los que plagia»

Julio Rodríguez Escritor

MIGUEL ROJO

Miércoles, 23 de noviembre 2016, 00:30

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El escritor asturiano Julio Rodríguez acaba de publicar la que es, de momento, su última novela: 'Una mala racha' (Editorial Menoscuarto); un libro divertido, trágico, humano que se construye alrededor de una relación familiar tan peculiar y esencial y única como son todas las familias, incluida la propia. Se presenta este viernes en La buena letra (20 horas). Quedamos para hablar de su novela, de literatura y de lo que se tercie. Llega con retraso, sofocado y disculpándose. Me explica que entre las clases (es profesor en la Universidad de Oviedo), los eventos literarios y la familia (tiene dos niños pequeños), no da abasto. Además, estos días, anda liado como guionista del Festival de Cine de Gijón: «Apenas duermo un par de horas al día». Y se nota.

¿Compensa el oficio de la literatura, tantas horas robadas al sueño, a la familia... reconociendo de antemano lo difícil que es triunfar en este mundo?

Habría que matizar qué es eso de 'triunfar', pero nos llevaría demasiado tiempo. En todo caso, compensa hacer lo que a uno le gusta aunque para ello tengamos que dejar de hacer otras cosas que también nos gustan. La vida es dura, muchacho.

Sé que Julio es un encajador, un hombre dueño de algo tan esencial como es el sentido del humor, así que le pregunto:

¿Qué libro te hubiera gustado escribir sabiendo que nunca serás capaz de hacerlo, y no por falta de tiempo?

Todos los que no he escrito yo. Hay que vivir con ello.

Y hablando de libros, ¿qué clásico de la literatura te avergüenza decir que no has leído porque te resulta un verdadero ladrillo?

El 'Ulises' de Joyce. Pero hay muchos más. La literatura no es diferente a la gastronomía: hay productos que no nos gustan o nos sientan mal a pesar de sus incuestionables cualidades nutritivas. Esto me recuerda a Bukowski cuando, en el último párrafo de 'El capitán' este salió a comer y los marineros tomaron el barco, manda a paseo a quien le recrimina haber renegado de Shakespeare, y añade: «Y tampoco me gusta Tolstoi». Pues eso.

«No hagas el menor caso a los poetas. Ninguna palabra es insustituible; puede ser más precisa, más sutil, incluso más apropiada, pero no pasa de ahí. De hecho, es posible que, si la suprimes, la cosa mejore. Nunca rechaces un buen tijeretazo». Este consejo aparece en tu novela. Me resulta curioso el comentario viniendo de un poeta.

Es una frase del editor del protagonista, que entre otras cosas le da consejos para que deje la literatura y empiece a escribir en serio. No la comparto en su totalidad, claro, aunque coincido en que no hay que hacer demasiado caso a los poetas y suscribo totalmente lo de los tijeretazos.

Pongámonos estupendos y cuéntanos qué no soporta de los escritores. ¿O piensas como aquella señora que decía enternecida, los ojos arrasados en amor y gintonic, que todos los escritores eran pobres almas descarriadas en busca de sexo y alcohol, y que ella estaba allí para ayudarlos?

Esa señora era una buscona, te lo digo yo. No me interesa. De la literatura lo único que me importan son los libros. En cuanto a los escritores, detesto a los que escriben mejor que yo. No deberían dejarles publicar.

No sé por qué tengo la extraña sensación de que me mira cuando habla. Pero no debo olvidar que este tío, con perdón, es un cachondo.

Decía Francis Bacon que «la imaginación consuela al ser humano por lo que no es, y el sentido del humor lo consuela por lo que es».

Me gusta la frase, me la guardaré para plagiarla en mi próxima novela. Francis Bacon. En cierto modo, se podría afirmar que el valor de un escritor se mide por los autores a los que plagia. ¿Ves? Esa también es buena. ¿Quién la habrá dicho antes? En cuanto al humor, bien gracias.

Por cierto, hablando de humor, de humor negro negrísimo, llega la era Trumpiana, ¿es para reír o para echarse a llorar?

Sin duda es para echarse a temblar. Pero, más allá de poner el grito en el cielo (qué expresión tan curiosa) y tratar de hacer lo que esté en nuestra mano para cambiar las cosas, no hay más remedio que tomárselo con humor, no contamos con muchos más antídotos. El humor frente a todo lo demás.

Pues hágame usted un relato de humor con estas cinco palabras: Vaca-ordenador-sol-pizza-teléfono.

Eso está hecho. Pero mejor de terror: «Rajoy tomaba el sol buscando algo de porno en el ordenador cuando sonó el teléfono. Era Javier Fernández». De acuerdo, ni hay vaca ni hay pizza, pero a que acojona.

Y se queda tan feliz. Así que antes de que se ponga umbraliano y me diga aquello de que él ha venido aquí para hablar de su libro, le pido que me hable de 'Una mala racha'.

Pues es una novela cojonuda. En serio. No lo digo porque esté yo delante... En ella trato de reflexionar sobre la identidad y las relaciones familiares, entre otras muchas cosas, con el mar y la literatura de fondo, sin solemnidades ni heroísmos. Es divertida e intensa. ¡Y hasta Trump la entendería!

Ya lo decía, un tío con un gran sentido del humor que, además, ha escrito una buena novela.

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