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La sidra se hace bombón

La sidra se hace bombón

El obrador Monte Naranco, en la parroquia de Cayés, combina la bebida astur con el chocolate belga. José Antonio Darriba ha patentado el molde para la elaboración de estos dulces con el objetivo de proteger el proceso creativo

Luis Flórez

Martes, 26 de mayo 2015, 00:38

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Chocolate y sidra. Una combinación que a priori parece no casar muy bien, sin embargo José Antonio Darriba, Ton, propietario del obrador Monte Naranco, ha logrado crear un bombón que combina el mejor chocolate belga con la sidra natural de Asturias. Y el éxito ha sido rotundo. Tanto es así que ha tenido que patentar los moldes con los que da forma a los bombones de sidra para que nadie se apropie de la idea. Porque en repostería, al igual que en otras industrias más sofisticadas, existe copyright. Derechos de autor para proteger el proceso creativo.

Mezclar el chocolate y la sidra surge «de la idea de hacer un bombón que se identifique con Asturias, y no hay nada más representativo que la sidra», comenta Ton, que reconoce que tuvo que recurrir al método clásico de ensayo-error para lograr dar con la tecla. «Comencé haciendo un bombón de manzana, pero no dio el resultado esperado, porque no era un sabor muy reconocible».

Tras el primer intento, probó a mezclar la trufa de chocolate con aguardiente de sidra, «pero sabía demasiado a alcohol». Hasta que decidió sumar a la fórmula el toque astur, «con el que sí sabe a sidra». Según explica Darriba, «al añadir la sidra logramos el resultado que buscábamos, ya que sí sabe a sidra y el aguardiente potencia su sabor».

Una vez que tuvo el contenido, hubo que darle forma. Para ello fabricó unos moldes rectangulares con una botella de sidra como elemento identificativo. «El molde está patentado, por lo que este bombón con este formato solo puedo hacerlo yo». La identidad del producto «es básica».

El bombón de sidra se vende tanto a particulares, en cajas de doce, mitad chocolate negro, mitad chocolate con leche. También se distribuye a granel a confiterías y bombonerías «en cajas de cuatro kilos». Incluso se llevaron 120 piezas de cada tipo a la Feria del Gourmet celebrada en Madrid, cosechando buenas críticas.

La trayectoria

La idea del bombón sidrero surgió en el año 2007, de forma paralela a que José Antonio se estableciese por su cuenta en el obrador de la parroquia de Cayés, tras haber trabajado para bombonerías tan reputadas como Peñalba. Cabe resaltar que Darriba comenzó a ejercer desde muy joven como repostero en el Hotel de la Reconquista. «El chocolate corre por mis venas desde siempre».

En el obrador trabajan Ton y su cuñada, que fabrican en función de los pedidos que tengan. «A la semana podemos sacar entre 100 y 130 kilos en bombones». El kilo de bombón ronda ahora los 45 euros, aunque hay establecimientos que los comercializa a 60 euros el kilo.

Las ventas están sujetas a determinadas épocas del año. Las temporadas altas son la Navidad, el Día de la Madre y la Pascua. También, durante la comida de mayores por San Isidro Labrador se repartió una cajita con dos bombones de sidra a cada persona. «En navidades podemos sacar más de una tonelada de bombones; más turrones y mazapanes». Todo entre dos personas. Casi nada.

Darriba también elabora figuras hechas con chocolate, «aunque hay que tener cuidado porque algunas pueden tener licencia y te pueden sancionar. Lo que más ha hecho es una reproducción en chocolate del paraninfo de la Universidad de Oviedo. Incluso en el filme La herida luminosa, de José Luis Garci, aparece una reproducción en chocolate de la Catedral de Oviedo y sus alrededores en el escaparate de Peñalba, todo obra de Ton; recuerda que «era tan grande que tuvimos que pasarla del obrador al escaparate por la calle, porque no entraba por los pasillos».

La materia prima

Un bombón es tan bueno como lo es la materia prima, por ello en el obrador Monte Naranco emplean el chocolate belga , reconocido como el mejor del mundo. «El cacao tiene muchas variedades y procedencias, y lo que se hace es jugar con estos parámetros. El bombón tiene que tener brillo y romper como un cristal. Tiene que ser crujiente. El chocolate marca que un bombón merezca la pena, pero el relleno tiene que resaltar y guardar un equilibrio con el chocolate. Si no, todos los bombones sabrían igual».

En definitiva, José Antonio reconoce que el suyo «es un trabajo dulce. Estoy todo el día picando chocolate mientras fabrico. Es un trabajo que odian los médicos», bromea.

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