Borrar
Paula Villa muestra parte de su gama de callos. J. C. ROMÁN
«Los jóvenes no son los únicos que demandan latas»

«Los jóvenes no son los únicos que demandan latas»

Paula Villa - Gerente de Productos Artesanos O.Villa ·

«En restaurantes de Madrid y Barcelona está más extendido que aquí servir latas de calidad equiparable a un plato de carta»

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 26 de abril 2018

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Paula Villa recogió el testigo de Productos Artesanos O.Villa cuando se jubiló su padre, Octavio Villa. Fue él quien fundó la empresa en Gijón en 1983 y el que convirtió en estandartes dos platos muy concretos: la fabada asturiana y los callos. Paula Villa lleva vinculada al negocio 18 años. Empezó trabajando en la fábrica y vio cómo la instalación gijonesa se les quedó pequeña y tuvieron que trasladarse al polígono industrial de la Florida, en Sotrondio. Cogió las riendas del negocio familiar cuando a su progenitor le llegó la hora de disfrutar de un merecido descanso. Ahora mantiene la esencia tradicional sin perder de vista un presente y futuro que aquí analiza. Sus preparados están presentes en la gran mayoría de supermercados de la región.

Queremos más. «La fábrica de Gijón se nos quedó pequeña porque los clientes, sobre todo supermercados e hipermercados, nos demandaban nuevas referencias. Como les servíamos fabada, pedían que hiciéramos también lentejas y cocido, y como teníamos callos, querían morro, orejas, costillas. En 2004, nos mudamos a Sotrondio, a unas instalaciones que dos años después tuvimos que aumentar para incrementar el espacio de almacenaje. Como somos una fábrica que trabaja platos de cuchara, en invierno tenemos picos de venta que en verano no se dan. Trabajan en O.Villa unas 30 personas de media».

El secreto está en las recetas. «De las elaboraciones que se trabajan en O.Villa siempre se encargó mi padre. Ahora lo hago yo rodeada del mismo magnífico equipo que trabajó con él. Trabajamos dos marcas: O.Villa, la original, bajo la que hacemos productos de muy alta calidad, y El Llanón, con la que queremos ser muy competitivos en calidad y precio. En la primera sigo el camino que marcó mi padre, que se centró en productos típicamente asturianos. Con El Llanón desarrollo platos nuevos. Las dos últimas latas que hemos lanzado al mercado son las carrilleras de cerdo al vino tinto y los lomos de bacalao con pisto».

Tiempo de verduras. «El mercado demanda platos concretos en función de las modas. Por ejemplo, ahora se piden mucho las costillas con salsa barbacoa. Además, la mayoría de variaciones que trabajamos vienen dadas por hábitos de consumo diferentes, marcados en muchos casos por dietas. Mientras que antes las lentejas preferidas eran las riojanas con chorizo, ahora se venden tanto o más las que se preparan con verduras y lo mismo ocurre con el cocido madrileño».

Fama heredada del pasado. «Cada día se cuidan más los platos que se venden en lata. Participamos hace poco en una cata a ciegas en Casa Carús, un restaurante madrileño al que estamos haciendo la receta de fabada, y ganó el plato que procedía de la lata. La cuestión está en el precio. No se puede encontrar la misma calidad en una lata de un euro. En restaurantes de Madrid y Barcelona cada vez hay menos gente en cocina, porque está más extendido que servir latas de calidad es equiparable a un plato cualquiera de su carta. Los jóvenes ya no son los únicos que demandan latas, hay también muchos mayores que lo hacen y todo se debe a que cada vez hay menos tiempo para cocinar».

¿Para uno o para cincuenta?. «Los tiempos que corren y los diferentes tipos de clientela hacen que de un mismo producto, de los callos por citar uno, tengamos hasta treinta formatos de venta diferentes. Para la hostelería tenemos el de tres kilos y este año hemos sacado uno nuevo más pequeño: latas de 380 gramos y envases al vacío de 300. Hay mucha gente que vive sola y desea poder comprar productos de este tipo y quien quiere comprarlos para consumir solo una vez sin verse obligado a tenerlo en la nevera. Las monodosis son una tendencia creciente».

De Asturias al mundo. «Acabamos de empezar a vender nuestros productos fuera de España. Por el momento, tenemos pedidos de México, Guatemala y de Europa. Además, estamos en un proyecto de ámbito europeo con la Asociación de Investigación de Industrias Cárnicas del Principado (Asincar) por el que hacemos cursos con fabricantes de otros países para ayudarnos mutuamente en la venta. En mayo vamos a la Dordoña, en Francia. Y por nuestra cuenta estamos visitando varios países sudamericanos. Cuando se dice internacionalización se está hablando de procesos realmente largos porque hay muchas trabas alrededor».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios