Borrar
La Feria cada día más gastro

La Feria cada día más gastro

Los productos gourmet se integran en las elaboraciones más clásicas y chefs de renombre piden paso

EUFRASIO SÁNCHEZ

Jueves, 20 de agosto 2015, 10:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Todo el mundo habla de la Feria según le va en ella. Y claro, yo no voy a ser menos. En este caso lo haré de la Feria de Muestras y de su lado más gastronómico, al menos de los que yo he podido observar, sin tratar de hacer un censo de todo lo que entra por la boca y es comestible, ya que uno no es ubicuo ni Carpanta. Intentaré que todos los que están sean, aunque no estén todos los que son. La conocida popularmente como Feria del bocadillo ofrece muchas más cosas, aun cuando el bocadillo ha sido y sigue siendo uno de nuestros grandes placeres gastronómicos.

Daré comienzo en mi recorrido por lo que se suele tomar primero, el aperitivo. Sorprendente la colección de vermuts que tienen presencia en el stand de exclusivas Trabanco y que distribuye en Asturias la firma avilesina Gonzastur. Desde un Canasta envejecido en barrica de roble de Jerez, un Guerra reserva del Bierzo o un Yzaguirre Gran reserva, hasta los italianos Cinzano 1757 y La Quintinye Royal de Charente. Joyas enológicas todas ellas en las que el licor compuesto por vino, ajenjo y otras sustancias amargas y tónicas alcanza su máximo esplendor. Tras tan ilusionante preludio, tuve la oportunidad de dar cumplida cuenta de un espectacular morcón ibérico de Sánchez Romero Carvajal y de un cachopo XXL (tan de moda) elaborado sin ninguna extravagancia. Sencillamente ternera asturiana de la mejor calidad, rellena de jamón ibérico (otra vez Jabugo presente) y de un neutro queso cremoso que aportaba el equilibrio y la armonía que debe presidir el pantagruélico festín regado con Imperial de Cune y que fue rematado con un amplio surtido de postres caseros.

Siguiendo ruta, y antes de hacer la digestión, aun tuve oportunidad de degustar los bombones belgas y el chocolate con pimienta de la firma alicantina Chocolates Artesanos. Y detrás el café. De Toscaf. Los asturianos, ya se sabe, no perdonamos el café. De hecho un estudio reciente asegura que somos los mayores consumidores de España de esta semilla tostada, molida e infusionada. Un 80% de los asturianos toma café diariamente. Por eso no es extraño que en la Feria tengan también presencia habitual Cafento y Oquendo, y hasta puede que alguno más.

Lo que el destino ha querido es situar frente a frente (que no enfrentados) a dos abanderados de la vanguardia culinaria de nuestra región. Los cocineros Alejandro Urrutia y Pedro Martino. El primero con las ya famosas croquetas de Creoquete, un amplio y original elenco de croquetas frescas elaboradas cada día con un impactante alarde de creatividad, incluso algunas dulces que no necesitan frituras, y el segundo con Naguar y su takeat (llévate la comida) de hot dog criollo, de hamburguesa de ternera asturiana picada a mano y de nachos bravos con ají amarillo, que como primicia se han presentado este año elevando y revalorizando entre ambos el nivel gastronómico de la Feria.

Uno de nuestros paseos nos llevó hasta la Calle de Portugal, donde se agrupan una serie de estands con productos procedentes del país vecino entre los que no faltan quesos de cabra y oveja (de ellos destaca una torta similar a la Torta del Casar extremeña), conservas de pescado, dulces, vinos y también cocina. La de O Melro, restaurante de cocina tradicional de la localidad de Portela das Padeiras (Santarém) con sus especialidades de bacalao, carne de raza brava o los ancestrales torricados, una comida de subsistencia, de aprovechamiento, convertida en manjar que toma como base pan duro tostado (del día anterior) artesanal, aceite, ajo y bacalhau.

En esta edición el Principado, eligiendo como tema central los Faros y Puertos de Asturias, se ocupa de la industria conservera asturiana y de su historia, de la que fueron pioneros los Alvargonzález, cuando en 1842 constituyen en Gijón la Fábrica de Sustancias Conservadas. A partir de ese momento comenzaron a difundirse otras por la mayoría de los puertos de pesca asturianos hasta generalizarse a finales del XIX, habida cuenta del carácter rápidamente perecedero de la pesca que, de siempre, obligó a buscar fórmulas para su conservación como el secado y la salazón, el escabeche y, finalmente, la conserva en envase hermético.

Pero esta Feria va sobre todo de carne. En La Cabaña con restaurante homónimo en La Providencia del polifacético Enrique Castromán Kike, pudimos disfrutar en muy grata compañía de un cordero y un delicioso entrecot de Angus con un punto perfecto, asado in situ en horno de leña con madera y carbón vegetal. También Benito González, responsable de Embutidos Vallina ejerció de anfitrión en uno de los estands más concurridos de la cita que perdura desde hace 25 años. Así pudimos disfrutar dentro de su amplísima gama carnicera y chacinera de la famosa longaniza de Avilés que, como otros carniceros de la comarca, comenzara a elaborar hace más de un siglo la bisabuela de mi amigo Carlos Vallina, con el convencimiento del artesano que sabe que su misión es dejar que el alma salga a la luz transformada en una obra, convirtiéndose más tarde en la única continuadora en producir esa longaniza, una singular sarta charcutera. Sumamente emprendedora, antes de instalarse con negocio estable ya vendía carne y chorizo por los mercados. La saga de carniceros continúa en quinta generación, regentando una modélica fábrica que ha ido creciendo y evolucionando ubicada en el concejo de Castrillón

Otro referente tablajero es El Cuco, que al igual que Vallina cumplió ya 25 ferias en cartel. Sus chorizos rojos y criollos son de los bocadillos más demandados. Pero El Cuco tiene más, bastante más. Mis felicitaciones al cocinero Genaro Ginzo, que elaborando allí mismo, con las dificultades que ello conlleva, prepara un rabo de toro (vaca) de ovación y vuelta al ruedo. Con decir que en mi larga e intensa vida de gastronómada, sólo uno cortado en la plaza de Córdoba en el restaurante La Almudaina hace un montón de años, y otro más reciente en La Terraza de Viesques, se podrían equiparar en profundidad y sabrosura al de Ginzo. Y luego está la carne de Txogitxu que tienen en distribución. Un grupo vasco que selecciona vacas viejas de 10 a 15 años principalmente gallegas, alemanas y holandesas, que una vez sacrificadas son curadas durante periodos cortos (no más de 17 días). El chuletón de 4,5 centímetros de grosor y nueve minutos de exposición en las brasas de la parrilla (4,5 por cada lado), se muestra con una fina costra bien tostada y brillante tono rojo en el centro, rezumando jugosidad y sustanciosidad al corte.

Y como después de una opípara comida suelen venir las copas (virtuales en este caso), pues qué mejor que lleguen transportadas en un carrito de los que fabrica la empresa asturiana Mewindo que cuenta con tres líneas de negocio complementarios. El Drink Box que produce y distribuye esos carritos auxiliares y decorativos que cada vez circulan más por las salas de los restaurantes para ofrecer un servicio de cócteles y gin-tonics a pie de mesa. También está el Drink Mix, que se ocupa de la importación y distribución de botánicos con una variada gama de bayas y especias. Y, finalmente la Drink Tools, que se ofrece a la creciente pléyade de aficionados al trago largo, facilitándoles las herramientas necesarias para hacérselo en casa y descubriéndoles las recetas y trucos de los grandes profesionales de la coctelería. ¡Salud!

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios