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Luis Antonio Alías
Jueves, 24 de septiembre 2015, 00:52
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Casa Yoli abrió con el siglo XX: de 1900 es la primera licencia firmada por Martina, la bisabuela. Ésta rigió el chigre-tienda y estanco hasta pasarlo a Fredesvinda, la abuela, que hizo lo propio con Yoli, la madre. Y Juan Manuel, el hijo, continúa renovando y afianzando la herencia en espera de la siguiente generación. Deva, a pesar de ensanches y circunvalaciones, sigue atrayendo paseantes por sus carbayeras, su muralla palacial, su iglesia de San Salvador, su capilla de Peña Francia y su delicioso rincón con lavadero, fuente, río, puentón y puentín.
A un centenar de metros encontraremos la casa aldeana de cantería que nos dará asiento y alimento, fácil de distinguir por solitaria, de cantería y con banco de entrada, bar, comedor superior y merendero demitechado cruzada la carretera. La última y respetuosa restauración dio lustre al conjunto limpiando y redestribuyuendo el merendero, las mesas, los sillares y las vigas: el central tronco recoge el entramado del techo y la arquitectura popular alcanza un ramillete de armonías.
¿Y la comida? Tan apetitosa como siempre: jugosa tortilla española, croquetas caseras, chorizo a la sidra o frito, lacón con patatas, lomo con patatas, pitu caleya, ensalada mixta, calamares fritos, bonito con pipiquillos, quesos y embutidos asturianos, anchoas... Y un monumento gastronómico indiscutible: huevos aldeanos de yema reventona fritos con patatas, chorizo y jamón.
No es lo único: les fabes, el pitu caleya y les cebolles rellenes engalanan el apetito. Y fuera en verano, o dentro en invierno, se está en la gloria.
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