Borrar
Mil Sabores

Mil Sabores

Una excelente elección en la ciudad del rey Silo por situación, lugar, decoración y haceres, los de Gustavo y Teresa

Luis Antonio Alías

Jueves, 1 de septiembre 2016, 12:41

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Conocimos a Gustavo cuando regentaba el restaurante Los Pinos, también en Pravia (como la música), un sótano vetusto, oscuro, repleto de detalles antañones y con ambiente entre aldeano y bohemio;y lo conocimos por entonces compartiendo mantel con los profesores de la Escuela de Hostelería local, buena compañía para compartir comentarios sotto voce del tipo: «oye, esti rapaz tien idea y gusto».

El simpático mesón, que pasó de refugio juvenil a lugar de cita para probar especialidades e innovaciones, se quedó pequeño y desubicado, por lo que la llamada Casona del Embajador aportó el escenario que sus ahora Mil sabores necesitaban para desfilar iluminados y airosos.

La casona, que de casona con empaque indiano se trata, aunque ya nadie sepa quién fue el embajador que le dio nombre, acoda un pasillo para el bar de vinos variados y pinchos generosos y pasillo mediante distribuye en formato de vivienda tres comedores pequeños y calmos que cierran tabiques de piedra tallada y temple rojo. Los cuadros, el mobiliario moderno, las marqueterías y la puerta afiligranada que comunica con la larga y luminosa galería unen modernismo y vanguardia, elegancia, comodidad, placidez, todas condiciones beneficiosas para centrar sentidos en la cocina de base clásica y corte personal que generosa de cantidades, rica de calidades y medida de precio ciñe la corona local de esa guía Michelín popular, multitudinaria, pasional, manipulable, nada fiable (aquí sí), abierta y contradictoria que es Trip Advisor.

Gustavo ofrece platos con raíces comarcales y ramas abiertas a cualquier buen viento:panaché de verduras, cocido completo, bacalao en albóndigas o confitado, merluza del pincho a la sidra o en salsa verde, guisantes del Nalón y menestras del entorno, ventrisca de bonito, mero al horno, presa ibérica en reducción de frutos rojos, manitas de cerdo con foie, callos a la praviana...

Praviano de nacencia y residencia, se aficionó a las cocinerías viendo, siguiendo y aprendiendo de amigos y maestros vecinos como José Luis Carbajal y David Menéndez, encontrando además en Teresa, su mujer, el apoyo personal y laboral necesario para, tras ejercitarse en casas ajenas, abrir trocha propia: «Aún niño reparé que un simple sofrito tenía algo mágico, no sé, el corte regular de las hortalizas, la elección del aceite, la búsqueda de una temperatura adecuada, la espera, la reducción, la transparencia;un momento así hizo que quisiera convertirme en cocinero», comenta Gustavo.

Estamos de acuerdo: es magia y celebramos sus veinte años de mago profesional.

LE RECOMENDAMOS: Carrilleras de ibérico

Limpias y dispuestas las carrilleras, las adobamos un cuarto de hora con ajo y brandy (¡y sin sal que las oxida!), para luego sellarlas en la sartén y añadirles la sal. Preparamos un sofrito a base de cebolleta, zanahoria, ajo puerro y pimiento rojo y verde que añadimos triturado con aceite de oliva. Ylas guisamos a solo 70ºC unas tres horas y media. Por compañía elijamos puré de castaña.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios