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Luis Antonio Alías
Jueves, 1 de diciembre 2016, 11:29
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Merece atención este restaurante a pie del caminito de Avilés un carreteru cantaba, recién dejado pasado el polígono de Asipo. Y la merece por la personalidad de su dueño, las ricas y generosas raciones, los muchos espacios que podemos elegir (terraza abierta, terraza cerrada con parque infantil, comedores sucesivos)y por no obstante especializarse en pulpo y parrilladas, disponer de todas aquellas especialidades que el asturiano considera sagradas:merluza, calamares, chipirones, pixín, bacalao, mariscos en caldereta o individuales, arroces de mar y tierra, cachopos variados en tamaños y contenidos... Y carnes de quintana: vaca roxa, gochu astur, pitu caleyeru y cabra montuna.
Con las paredes coloreadas por simpáticos motivos asturianos, con María Jesús de anfitriona cálida y convincente y con una amplia plantilla de cocina y sala, la casa acoge, acomoda y resiste con fuerza los embates de la crisis. Cinco años lleva haciéndolo:al parecer no nos han frenado por completo las ganas de coger el coche y comer fuera:el pulpo a la plancha recién hervido con los tres sustos, tierno, aceitado de sabroso oliva y bañado por un adecuado sofritín pone junto otros mocinos de la carta sobrada justificación al viaje.
José es del concejo, y aunque trabajaba en la siderurgia vino de un viaje con la idea de montar una hamburguesería. Ylo hizo en Las Vegas (de Corvera, claro). Luego, tras un accidente, se dedicó de cuerpo y alma al negocio hostelero:su primera Cueva del Pulpo sigue abierta en Avilés.
«María Jesús y yo preferimos tirar que llorar», afirma. Yañade: «Es la única forma».
La actitud del autónomo que mueve el mundo.
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