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Casa Julio
CUDILLERO

Casa Julio

En el más fotografiado anfiteatro urbano de Asturias hay muchos restaurantes de diverso crédito. Éste lo tiene alto y veterano

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Jueves, 11 de enero 2018, 17:17

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La capital pixueta, bien lo sabemos, es el puerto pesquero más visitado y admirado de Asturias mundo alante, aunque Lastres ande emparejándose con ella en renombre: la Ilustración Española y Americana, versión nacional del National Geographic durante la segunda mitad del siglo XIX, solía hablar de la increíble disposición de sus casas, colina arriba, en la media luna de su entrante marinero. Y los pixuetos, que llevan tal gentilicio por piscem, el pez latino, siempre aparecen como gente de ascendencia diferente y remota al resto de sus vecinos cudillerenses, ora normandos hechos prisioneros durante las invasiones frustradas en tiempo de Alfonso III, ora piratas cansados de abordajes.

Casa Julio

  • Dirección: Plaza de la Marina, 7. Cudillero

  • Teléfono: 617438254

  • Jefa de cocina: Sonia Martínez Fernández

  • Jefa de sala: Ángel Marqués Marqués

  • Apertura: 1962

  • Precio medio: 30 euros

  • Cierre: jueves

  • Sidra: Viuda de Angelón

Vengan de donde vinieren, lo importante queda a la vista:encontraron su lugar perfecto para vivir y trabajar en un entrante vertical de tierra con cala natural. Yconstruyeron un puerto, el mismo del que nos dejara noticia Jovellanos por insuficiente ante las galernas, peligroso de embocadura y víctima de mareonas que obligaban a llevar las barcas hasta la iglesia tirando de brazo y soga: San Pedro, marinero como la mayor parte de sus parroquianos, siempre ayudaba y protegía. Al menos en lo posible, que muchas barcas jamás retornaron.

Pues en una de las esquinas del comunmente llamado anfiteatro, frente a las escalonadas calles, con un pórtico que ejerce de vistosísimo enmarque -vetusto pie derecho de madera incluido- y un interior pequeño y aseado, Casa Julio puede darle sabor sencillo y auténtico a paseos siempre apetecibles; de la Garita al Faro, por ejemplo.

¿Ycuáles son los sabores que da Casa Julio? Los pescados del día, por supuesto, con la ajada y el aceite de oliva poniendo contrastes en la blanca carne de besugos, lenguados, pixines, virreyes o lubinas. Y, si corresponde, parrochines con jamón fritas y crujientes. Y un sabroso paté de cabracho. Y las tiernas y golosas croquetas de mariscos.

Una de sus mayores demandas es la bandeja de mariscos a la plancha con langostinos, navajas, almejas, berberechos, mejillones y zamburiñas. Y la cazuela de pulpo con langostinos, almejas y mejillones, versión «pásame el pan que mojo». También el pulpo a la gallega, los chipirones fritos y las rabas, sinónimo de calamares en anillas o bastones rebozados según en secreto de cada cocinera; o sea, no a la romana, si no a la cantabroastur.

¿Se puede pedir carne en pleno puerto? Se puede y, además, aquí, se debe si se trata de cachopo grande, empanado y tierno que borda Sonia, sin una gota de aceite que sobre y e indigeste, y acompañado con patatas escachadas y ensalada de la huerta. O en su lugar escalopines al cabrales, el plato de la abuela, el chorizo a la sidra, la tortilla matachana y una tortilla paisana que se deshace en a boca sin apenas presión.

¿Postres? El arroz con leche, el requesón, las tartas y los quesos asturianos.

Al frente de un equipo amable y acogedor, que a pesar de las pocas plazas (en verano la barra también ejerce de mesa y hay lista de espera) procura que la comodidad sea algo más que un sentimiento, están Ángel y Sonia. Y de fundadores los padres de él, Julio y Angelines, que lo abrieron allá por 1962, combinando la atención y los guisos con las artes de la pesca en las que los pixuetos son artistas finos. Cuando Angelines enfermó, la cocina se clausuró y llegaron años de desayunos, tapas y vinos.

Hasta que Ángel encontró a Sonia y ésta le unió amor y cocina, a fin de cuentas dos sentimientos y dos necesidades que deben y suelen ir unidos.

¿Qué visitar?

La vista desde el porche. Media plaza perfecta, medio arco en despliegue completo, medio anfiteatro colmado de casas irregulares en tamaños y colores que se suceden y superponen calle tras calle y zigzag tras zigzag, en una mezcla de colores, ventanas, cristaleras y corredores. Y coronándolo todo el arbolado filo del paredón. Enfrente los muchos otros bares que hacen de Cudillero una igualmente variopinta capital hostelera, y colgando de unas cuantas ventanas, pescados abiertos, salados, colgados y oreados (curadillos) que son el bacalao del humilde para la Cuaresma y la Semana Santa y provienen de gatas, marrajos, glayos o toucas, pequeños escualos que a veces caen cuando las redes se tiran en aguas algo profundas. Y de final el puerto y el horizonte marino. Una estampa que de guapa, vista y archivada por lo más lejano de la memoria nos recuerda postales franqueadas -y valga la redundancia- con sellos de Franco.

Cazuela de pulpo con langostinos, almejas y mejillones

Ingredientes:

- 600 gramos de pulpo.

- 16 almejas.

- 16 mejillones.

- 16 langostinos pelados.

- 1 diente de ajo.

- Aceite de oliva extravirgen.

- Sal.

Elaboración:

1. De estar congelado, descongelamos el pulpo al frío de la nevera;de estar fresco lo mazamos (método antuguo y poco agradable).

2. Ponemos en una pota el agua a hervir junto con media cebolla pelada.

3. Cuando el agua bulla, le damos los tres sustos al pulpo y dejamos que cueza sobre cuarenta minutos.

4. Seguidamente debe reposar diez minutos fuera del fuego y dentro del agua con la pota tapada.

5. Aparte, en cazuela con aceite de oliva extravirgen, echamos ajo picadino cuidado no queme y seguidamente los langostinos.

5. Añadimos el pulpo que ya abremos sacado, escurrido y cortado sus tentáculos en rodajas.

6. Una vez todo tome color distribuimos los mejillones (limpios de barbas, arenas y adherencias)recién abiertos en otra pota al vapor de un par de dedos de agua y salteamos.

7. Por último distribuimos bien lavadas y desarenadas las almejas.

8. En cuanto abran corregimos de sal, espolvoreamos pimentón y perejil picado menudo, apagamos el fuego, dejamos un par de minutos en reposo... ¡y a la mesa!

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