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Sidrería D'Mario
GIJÓN

Sidrería D'Mario

El Tino El Roxu de antaño vuelve a chigre de altas calidades gracias a una familia de rumanos que cocina con mucho arte

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Viernes, 18 de agosto 2017, 18:31

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Donde estuviera Tino El Roxu, maestro de maestros en el arte de echar sidra y jugar a los bolos, hasta que repartió un montón de millones de pesetas entre la gente humilde de la zona y tomó otro local (dejaste buen recuerdo, amigo ya felizmente jubilado)tiene actualmente su chigre la familia Cazán. Yhay que prestarles atención.

Sidrería D'Mario

  • Dirección Hermanos Felgueroso, 68. Bajo - Gijón

  • Teléfono: 984 199 832

  • Propietarios, cocina y sala: Marius Cazán y Rodica Cazán

  • Menú laborales: 9 euros

  • Menú finde: 13 (s.)y 15 (d.)euros. Media:25 euros

  • Sidra: Menéndez y Peñón

  • Tarajetas de crédito: Se aceptan

Los llegados de otras latitudes que deciden cocinar a la asturiana, rumanos especialmente, ponen tal empeño en que los resultados sigan fielmente nuestra tradición gastronómica, para ellos previamente desconocida, que sus sidrerías, ya unas cuantas de Arriondas a Luarca, mantienen completas fidelidades al calor del llar, los guisos de güela, el toque gaitero y el punto pesquín.

Imaginemos lo contrario, un cocinero asturiano abriendo restaurante en Targu-Mures y haciéndose con los secretos de los sarmale, los mici, la mamaliga o la zacusca; si la necesidad lo mandara por supuesto que lo conseguiría, pero cuesta no imaginárselo optando por jugarse el sueldo preparando paellas y chuletones. En cambio Marius y Rodica, ambos de Craiova, trabajadores de una fábrica de zapatos para la exportación, y que llegaron a Gijón mediante la invitación de unos familiares aquí residentes, bordan lo que cocinan, cuidando además la gracia visual del plato, el servicio, la simpatía y una asturianía nada fingida, natural y espontánea, la propia de quienes previamente pusieron ladrillos, limpiaron pisos, sirvieron comedores ajenos (aprendí mucho al lado de Judith del Que no te lo cuenten, reconoce Rodica agradecida)y que supieron sobrevivir durmiendo pocas horas al derrumbe de la crisis.

Siendo servidor de Cimadevilla, y teniéndolas por alimento veraniego desde la primera infancia, las sardinas planchadas del pasado domingo –gruesas, justamente saladas, jugosas– me recordaron las de La Dársena, y sus parrilladas de marisco o de pescados de roca, sus arroces con bugre o langostinos, su excelente manejo de las vieiras, las almejas, las zamburiñas o los mejillones, su pulpo a la brasa o la feira, su chuletón o sus cachopos de jamón ibérico o de cecina leonesa podrían pasar por especialidades de aldeanos fonderos, aunque con cursos aprovechados de alta escuela y experiencia larga en varios tres estrellas.

Pues no. Los cursos y la experiencia vienen del entusiasmo, las ganas y el riesgo: la ensalada D’Mario junta con armonía lechuga, vieiras, langostinos, queso y vinagreta; la cazuela D’Mario, langostinos, almejas, gambas, andaricas y gulas; el postre D’Mario, hojaldre, crema y frutos del bosque.

Y todo a cantidad apreciable y precio asequible, que también constituyen dos virtudes, si bien de segunda mientras fuimos ricos, de primordial importancia ahora que tampoco.

Marius y Rodica, que tienen un hijo nacido en Rumanía y otro aquí, lo que les otorga el título discrecional y compatible de gijoneses de toda la vida, guisan, atienden y escancian al modo de un relato medieval que transcurra por los Cárpatos con tormenta, castillo cumbrero, aullido de lobos y luna tras nubes oscuras: de miedo.

Hay que leer lo que componen en plancha y pota.

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