Borrar
Doña Letizia, en el club de las reinas discretas

Doña Letizia, en el club de las reinas discretas

Entre las monarcas más jóvenes impera el estilo clásico sin riesgos ni ostentaciones

LUis Gómez

Domingo, 8 de junio 2014, 02:46

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si hay algo que no se le puede reprochar a la futura Reina Letizia es su coherencia estilística. Si arrancó su puesta en escena real con aquel traje chaqueta-pantalón blanco de Armani para su pedida de mano, sus diez años de matrimonio han acentuado su perfil clásico con el sello made in Spain. En lugar de caer en manos de diseñadores vanguardistas, la futura reina de España ha jugado sobre seguro y sabiendo en quién tenía que confiar. Este no es otro que Varela, su otro Felipe, su sastre de cabecera.

Nada de picotear de distintos pesebres. Al igual que Máxima de Holanda y Matilde de Bélgica, las tres han puesto todos los huevos estilísticos en el mismo cesto. Sus homólogas cuentan también con modistas particulares y en cuanto pueden, que es casi siempre, echan mano igualmente de firmas accesibles de sus respectivos países. Es el sello de los nuevos tiempos. Las reinas consortes se han convertido en las mejores embajadoras textiles. Lucen y producen. Con un pero: delegan en tan pocos nombres que uno tiene la sensación de que siempre van iguales. A su manera, imponen la monotonía, por acertadas que sean sus elecciones. Parecen hechas en serie.

Salvo para sus espectaculares apariciones en bodas reales, como la protagonizada en el enlace de Federico y Mary de Dinamarca, con su modelazo rojo de Lorenzo Caprile, la princesa de Asturias ha deslumbrado en los actos protocolarios con sus faldas estrechas y blusas vaporosas. Ahí no tiene rival, ni siquiera cuando tuvo que competir con la entonces primera dama francesa, Carla Bruni. Triunfa con sus faldas tubo, salpicadas de encajes y transparencias, eso sí, recatadas, y vestidos de cintura avispa que remarcan su delgadez. Nada que ver con Máxima Zorreguieta y Matilde, que por sus hechuras, más pronunciadas, casi siempre terminan abusando de modelos excesivamente ajustados. Tanta apretura les ha jugado alguna que otra mala pasada.

Letizia deja los pantalones, pitillos o jeans, preferentemente, únicamente para sus salidas con sus amigas íntimas y cenas por el Madrid de los Austrias con Don Felipe. Muy amiga de la manga francesa, es la chica beige. Pero también gris. Los estallidos de color los reserva para alguna cena de gala, decantándose preferentemente por los tonos rojos y berenjena. De vez en cuando sorprende con chaquetas rosa chicle, como la que lució el pasado miércoles en la localidad navarra de Leyre, en su primer acto público tras el anuncio de la abdicación de don Juan Carlos. En este terreno, Letizia siempre se ha mostrado bastante más apagada que sus compañeras.

Pese a su soso estilo, rayando incluso en lo ñoño, la soberana belga es un estallido de alegría. La reina más joven de Europa parece a veces un vergel por su afición a los estampados y los modelos por encima de la rodilla con todo tipo de prints. Máxima es también de las que se divierten subiéndose los colores, ya sea en amarillo chillón, verde esmeralda o azul cobalto, como el que escogió para la entronización de su esposo, el rey Guillermo Alejandro. Es algo que va con su carácter alegre, donde gana de largo a sus dos compañeras.

Poco amiga de los excesos, Letizia es pura sobriedad. Más allá de su gusto por los fulares para los momentos más desenfadados, es todo mesura. Apasionada de los diseños austeros, su actitud nada tiene que ver con los floripondios y lazadas con los que suele adornarse Máxima, cuando no se planta bordados en el pecho y cintura. Máxima desborda tanta naturalidad y espontaneidad que parecía nuevo el vestido que recicló el pasado mayo y que su suegra, Beatriz, lució hace 33 años durante una visita a Bélgica confeccionado en seda. Sin llegar al extremo de Máxima de Holanda, hay algo que empareja a estas tres mujeres. Evitan cualquier signo de ostentación y son muy miradas. Apuestan por el reciclaje y en absoluto les importa repetir modelos.

En donde siguen sin acabar de dar lo mejor de sí es en el peinado. Para Yolanda Aberasturi, peluquera-estilista que trata a estrellas del cine y teatro, Letizia debería apostar más por los ondulados y recogidos para dulcificar sus rasgos. Máxima luce los mejores peinados y tocados, pero, en su opinión, los lleva «tan estructurados» que se carga de forma involuntaria de años «para lo joven que es». Y a Matilde la recomienda llevar el pelo un poco «más cortito» para suavizar las facciones. Por los pies, no hay comparación posible. Letizia es de las que coge vuelo. Tira siempre que puede de tacones de aguja, mientras Máxima es más de sandalias de cuña y Matilde adora las bailarinas. A su manera, las tres se han convertido en iconos de moda. Si pocas veces las más elegantes arriesgan, nadie les pide tampoco a ellas que beban los vientos por Gaultier, pero sí que muestren un mayor valor y coraje. Por algo son la nueva generación a la que se va dejando paso. También en la moda.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios