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Los novios, tras la ceremonia.
Cayetano Rivera y Eva González, como los Windsor pero de Mairena

Cayetano Rivera y Eva González, como los Windsor pero de Mairena

El torero y la presentadora se dan el sí entre diamantes, pamelas y Rolls Royce en una boda con más pretensiones que tronío en la que no faltaron los famosos hermanos del novio

icíar ochoade olano

Sábado, 7 de noviembre 2015, 01:19

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Mairena de Alcor, el municipio sevillano de apenas 22.500 vecinos que a principios del siglo XX vivía de exportar pana, aceites y naranjas a la capital del Al-Andalus, que en la época franquista lidió los años del hambre con el estraperlo y el trabajo árido en el campo, y que capea la era de la tecnología tridimensional con una tasa del paro superior al 43%, se tiró ayer a la calle para ver casar a su hija más ilustre, la presentadora de televisión Eva González, con el que parece torero de nuevo Cayetano Rivera Ordoñez. La salerosa miss y el guapo matador se dieron el sí, después de seis años interrumpidos de relación, con todos los sacramentos de un boda clásica y de rancio abolengo. Fue como si, por un día, los mainerenos hubieran visto darse el sí a sus propios Windsor.

La disposición de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, al fondo de una calle estrecha, en cuesta y peatonal, obligó a los 400 invitados a efectuar, con más y menos garbo, un paseíllo que permitió a la marabunta escanear sus atuendos desde todos los ángulos. Y el espectáculo tenía chicha dado que, por imperativo de los contrayentes, familiares y amigos debían ir con chaqué, ellos, con pamela, ellas. Poco juego dio, para abrir boca, una de las primeras en aparecer, la maestra de modelos Raquel Revuelta, insulsa en un dos piezas en color nude de Antonio García, guantes rojos y casquete negro, que acudió con su pareja, el diestro Raúl García El Tato. Veloz y sin ganas de hablar, enfundado en un chaqué holgado de hechuras, Kiko Rivera se colaba en la iglesia sin su embarazadísima Irene y con un DJ de repuesto, un amigo con el que se repartiría la responsabilidad de sacudir musicalmente al respetable tras el banquete. Si al hijo de Isabel Pantoja la etiqueta le caía como un saco de aceitunas del olivar, José María Manzaneras aparecía como un pincel en su Príncipe de Gales a medida que combinó con una corbata grana.

Emperifollada por obra de sí misma, Vicky Martín Berrocal lució la pamela más llamativa de la comitiva, firmada por Reyes Hellín. Otra que ejerció de modista, además de «hermana» de la novia, fue su amiga del alma, María José Suárez. La también miss se autodiseñó un recatado vestido con falda de vuelo, en un precioso azul eléctrico.

Un centenar de reporteros se ocuparon de tomar buena nota fotográfica y testimonial de los aciertos y de las malogradas elecciones del desfile, al que se sumaron, como estaba previsto, Julián Contreras Junior y su padre. El tercer hijo de la divina Carmina atribuyó la elección de su atuendo, un traje gris en vez de un chaqué, a no haber abierto la invitación de boda.

Diez minutos después de las doce y media, la hora a la que estaba prevista la ceremonia, Mairena saludaba el primer Rolls Royce de la mañana. En su interior viajaban Fran Rivera, que repitió el look de Pepito Grillo chistera incluida con el que acudió a su boda; su mujer, Lourdes Montes, con un vestido años cincuenta, entallado y con falda de vuelo en gris plomo de Roberto Diz; la madre de Eva y madrina, muy elegante de Antonio García en verde esmeralda y mantilla negra; y el sonriente novio, impecable en su cacareado Armani azul oscuro con pantalón gris a rayas. Solo faltaba que la novia hiciera su aparición estelar del brazo de Curro Vázquez, tío y apoderado de Cayetano que ejerció de padrino. Todas las miradas estaban en Eva, radiante con un sencillo vestido de manga larga y escote barco de Pronovias, que daba protagonismo a su espalda. Una gran cola de tres metros y medio la acompañó al altar y al posterior paseíllo y posado una vez casada con Cayetano Rivera.

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