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TV

LAS SERIES SON LA NUEVA MÚSICA

MIKEL LABASTIDA

Viernes, 14 de octubre 2016, 00:49

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De las series de televisión estrenadas en este siglo, en lo que se denomina de forma manida 'edad de oro', se ha dicho en ocasiones que son la nueva literatura, por la sofisticación de sus guiones y por la complejidad y riqueza de sus personajes. Por eso no habría sido extraño que Matthew Weiner, David Simon o David Chase (creadores de 'Mad Men', 'The Wire' o 'Los Soprano') hubiesen sido distinguidos con algún galardón literario. Pero no, ayer los Nobel tiraron abajo esta afirmación y rizaron aún más el rizo con el premio concedido a Bob Dylan. Resulta que la nueva literatura no eran las series era la música. Vaya por dios. Esto sí que no lo preveía ninguna cadena o plataforma, pensaría algún 'hater'. Pues se equivoca: la televisión ya tenía prevista la nueva entronización de Dylan y prepara una serie basada en las canciones del cantautor de Minnesota. ¡Equilicuá! Resulta que las series son la nueva música.

Amazon anunció este mismo año la producción de 'Time Out of Mind', que tomaba el nombre del álbum que Dylan publicó en 1997. Poco más ha trascendido de este proyecto que pretende traspasar al panorama audiovisual el espíritu de las creaciones del cantante. Josh Wakely es el encargado de llevar adelante esta producción que seguro que toma un nuevo impulso tras el anuncio de los Nobel.

Dylan, de todos modos, ya había servido de inspiración para otros títulos televisivos. 'Parenthood', la serie sobre el clan Braverman, usaba para su cabecera el tema 'Forever young', incluido en el disco 'Planet Waves', editado en 1974. La segunda temporada de 'True blood', el invento de los vampiros de Luisiana que se sacó de la manga HBO, se promocionaba con 'Beyond here lies nothin', ese título sacado de una cita del poeta Ovidio. Literatura, música y series unidas, tomando las unas de las otras, sin marcar fronteras. La primera tanda de capítulos de 'Mad Men' se cerraba con 'Don't think twice, it's alright' y nos dejaba a un Don Draper abatido, sin rumbo, y sin los suyos alrededor. Y la canción diciendo «De nada sirve sentarse y preguntarse por qué, nena», que parecía leer la mente del personaje.

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