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El icono más discutido del mundo de la moda

El icono más discutido del mundo de la moda

Un documental refleja las ambiciones y complejos de Leon Talley

LUIS GÓMEZ

Domingo, 24 de junio 2018, 04:17

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Uno no es nadie en el mundo de la moda hasta que protagoniza un documental. Los 'fashion films' se han convertido en el gran juguete de la industria cinematográfica y han confirmado el cordón umbilical entre la pantalla grande y las estrellas más relevantes de las pasarelas y el mundo editorial: Alexander McQueen, Dries Van Noten, Manolo Blahnik, Christian Louboutin... Sus vidas y trayectorias profesionales se han plasmado en lujosas producciones que desvelan, con un tono más amable que ácido, sus preocupaciones y obsesiones. El último ha sido un gran hombre. En todos los sentidos.

Con sus 204 centímetros de altura, 160 kilos de peso y vestimenta excéntrica, el corpulento André Leon Talley es un icono. Mamó el negocio de la mano de Diana Vreeland, la histórica editora del pasado siglo, echó los dientes con Andy Wharhol -empezó atendiendo llamadas telefónicas en su famosa revista, 'Interview'- y dio el estirón definitivo en 'Vogue'. Entre medias pasó por la redacción de 'Women's Wear Daily', donde practicó una de sus aficiones preferidas: tejer relaciones con influyentes modistos y editores. Nada nuevo para un hombre que constató desde muy joven la importancia de relacionarse con estudiantes adinerados para escapar de la pobreza. Existen grandes sospechas sobre la meteórica carrera de André. «Ha sido un elemento indiscutible en la primera fila de la moda, pero la historia de cómo llegó a ella nunca se ha revelado de una manera íntima», reconoce la realizadora Kate Novak.

Su ascenso en ningún caso ha constituido un paseo triunfal por la alfombra roja. Natural de Carolina del Norte, sufrió en el colegio la misma discriminación racial que, en su opinión, sigue vetando el paso a las pasarelas de las modelos negras. Cuenta con resquemor nostálgico que su abuela, que le inculcó el gusto por la moda, no dejaba entrar en su casa a gente blanca, excepto al cura. Disfrutó ejerciendo de niño de monaguillo, ya que aprovechaba para fisgar los 'looks' de las devotas feligresas.

Todo esto y mucho más se cuenta en 'The Gospel According to André' (El evangelio de André), que cuenta con cameos de grandes modistos, como Tom Ford, Marc Jacobs y Valentino Garavani. El filme presenta a 'Monsieur Vogue', próximo a cumplir 70 años, como un hombre acomplejado por su físico y preso de sus contradicciones. «Puedes ser aristocrático sin haber nacido en una familia aristocrática», subraya. Aunque reconoce haber tenido experiencias «muy gais», rechaza identificarse como homosexual. «Juré sobre la tumba de mi abuela que nunca he dormido con un diseñador. Nunca lo he deseado, nunca me lo han pedido, jamás me lo han sugerido», zanja. Siempre ha vivido solo y confiesa que únicamente se ha enamorado dos veces en la vida, y en ambas ocasiones de mujeres. Y, pese a deberle todo a una industria que le ha hecho millonario, siempre ha manifestado un profundo desprecio por las formas que se gasta la moda: «No cuida de su gente. Nadie me va a cuidar, nadie excepto yo mismo», sentencia un gurú que ha vetado a muchos creadores en las páginas de sus publicaciones por negarse a contratar a modelos de origen afroamericano y que ha llevado de compras a estrellas como Alicia Keys, Diana Ross, Gwyneth Paltrow y Renée Zellweger. Fue también quien aconsejó a la exprimera dama estadounidense Michelle Obama el nombre de Jason Wu.

El señor de los caftanes

No puede decirse que el señor de los caftanes, guantes, pajaritas, bufandas de Louis Vuitton, estrambóticas gafas y bailarinas (rojas o negras) sea un tipo humilde. Consciente de su poder, ha enfriado sus relaciones con Miuccia Prada y la misma Anna Wintour, con la que rompió amarras tras treinta años de idilio profesional, pese a ser el único hombre que entraba con ella en un probador. Se entregó al poder del dinero al aceptar una suculenta oferta de la revista 'Numéro Russia'. «Tomé el trabajo porque los rusos me ofrecieron una cantidad considerable de dinero y porque necesitaba un nuevo desafío», destacó tras advertir que en ningún caso su nuevo destino debía de interpretarse como un cementerio de elefantes: «No me pusieron una escalera de cristal enfrente de mí para que me deslizara. He batallado para llegar a la cima y mantenerme ahí. Vivo solo, moriré solo, trepé solo y bajaré solo», confesó a 'The New York Times' en una entrevista en la que reafirmó la misma ambición que mostraba de joven cuando dormía en el suelo del apartamento de un amigo.

Pese a su maltrecha economía, nadie sabe cómo se las apañaba entonces para frecuentar, noche sí y noche también, la mítica discoteca neoyorquina 'Studio 54', donde se daba cita la flor y nata de los ochenta. Hay mucha gente que le adora, pero también son legión los que se la tienen jurada a un hombre que ha sabido reírse de sí mismo cuando Wintour le obligó a ingresar en una clínica de adelgazamiento.

Si la madre de la prestigiosa fotógrafa Annie Leibovitz le elevó como el 'Nelson Mandela de la alta costura', otros se han mofado de él tildándole de 'Reina Kong'. En el filme 'An Innocent Fashion: A Novel', R.J. Hernandez, un experiodista de 'Vogue', mostró el reverso más desagradable de esta leyenda viva al mostrarle con tres décadas menos en la piel de un personaje que, como él, tiraba de capas que le llegaban hasta los pies y enormes abrigos de pieles. Evidentemente, el personaje de Edmund Benneton constituía el álter ego de un hombre al que Hernandez tenía que prepararle a diario ensaladas de frutas o fabricarle una silla con forma de trono. Con razón el zapatero Manolo Blahnik sostiene que no es que André Leon Talley conozca la moda, «la moda es él».

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