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Un grupo de jóvenes de la generación del 2000 posa en la playa de San Lorenzo para ELCOMERCIO. JORGE PETEIRO

La Generación del Milenio

Nacieron en los albores del siglo XXI y en 2018 llegan a la mayoría de edad. EL COMERCIO reúne a un grupo de jóvenes para que den su visión de la actualidad y de cómo afrontan el futuro

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Domingo, 31 de diciembre 2017, 00:43

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El año 2018 será especial para ellos. Los primeros asturianos del siglo XXI, nacidos en el año 2000, afrontan el año que comienza mañana como el de su mayoría de edad: derecho a voto, a realizar actos jurídicos válidos responsabilizándose de ellos, a montar una empresa o a entrar en política serán los primeros regalos que reciban el día de su cumpleaños. El inicio de la edad adulta. El diario EL COMERCIO ha reunido a un grupo de estos jóvenes asturianos para que analicen diferentes aspectos de la actualidad que, inevitablemente, les comenzarán a afectar. Su visión sobre los mismos centra este reportaje.

Política

Desconfianza y desencanto

En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, más del 75% de la población consultada consideraba que la situación política española es «mala o muy mala». Los continuos enfrentamientos entre partidos y la falta de acuerdos lastran la percepción general de esta actividad que, pese a la irrupción de nuevas formaciones, no logra mejorar su imagen. Los problemas que arrastra no son ajenos para los jóvenes asturianos, cuya percepción de la política se puede resumir con las palabras desconfianza y desencanto. Un ejemplo es la postura de Nel Díez, un joven que estudia en el Centro Integrado de Formación Profesional de Avilés. «No tenemos políticos a la altura. Estamos buscando a gente que represente a los ciudadanos, no a sus intereses personales».

El hartazgo con la clase política se traduce también en inseguridad. Los jóvenes reclaman un trabajo más centrado en plantear y lograr soluciones a los problemas de la sociedad. Lo explica Ariane Suárez, alumna del IES Monte Naranco, en Oviedo. «Noto un creciente descontento con la política debido a las continuas decepciones a las que nos tienen acostumbrados. Los políticos no están cumpliendo con las expectativas deseadas».

Sandra Vallina, alumna del IES Emilio Alarcos, en Gijón, aspira a convertirse en médica, una dura carrera que pretende comenzar en este 2018. La situación que atraviesa la política en España no le es ajena. «Estamos en un momento de incertidumbre en el que los jóvenes no tenemos claro cuál va a ser nuestro futuro. La política tiene mala imagen, a lo que hay que añadir la incapacidad de los partidos para ponerse de acuerdo a la hora de tomar decisiones importantes para el país».

Corrupción

Transparencia y penas más duras

En la última década, los casos de corrupción se han multiplicado. Tramas que afectan a partidos políticos e instituciones públicas cuyos montantes defraudados se cuentan por cientos de millones de euros. No hay momento histórico para que tal avalancha de casos pueda sentar bien a la población, pero la percepción en plena crisis económica, con las familias soportando todo tipo de recortes, es aún peor. Los jóvenes nacidos en el año 2000 han pasado toda su vida en medio de este clima generalizado de corrupción, algo que les ha hecho especialmente sensibles ante este tipo de prácticas. Marta Jalón, alumna de La Asunción, en Gijón, cree que la solución para acabar con esta lacra es «la sanción, ya no solo económica, sino no permitirles desarrollar su profesión, ya que es de las autoridades de las que debemos tomar ejemplo».

La transparencia es otra de las soluciones que proponen los jóvenes, un mecanismo que permitiría una mayor fiscalización de las cuentas públicas. «También propondría la devolución íntegra del dinero hurtado», reclama Sandra Vallina.

Deterioro de las instituciones

Críticas «justas» para jueces y Gobierno

Aunque no está entre las principales preocupaciones de los españoles, según el barómetro del CIS, cualquiera que se acerque a una tertulia de bar puede percibir las críticas a las acciones de cualquier gobierno, central, autonómico o local, así como a la Justicia. Las decisiones de unos y otros causan polémica y muchos no pueden entender cómo es posible que una persona pueda estar en prisión por pequeños robos mientras Iñaki Urdangarin siga libre con una condena por defraudar millones de euros. Es el caso de Lucía Fidalgo, que estudia en el CIFP de Avilés un módulo de Electromecánica. «Esa percepción es justa, porque estas instituciones llevan mucho tiempo realizando actos totalmente opuestos a lo que se supone que representan». Pablo González, del IES de Llanes, tiene una opinión similar. «El Gobierno ha tomado medidas muy controvertidas, como los famosos recortes. En cuanto a la Justicia, creo que habría que reprocharles más: parece que en este país se juzga de manera distinta a las personas según su situación económica y social».

No todos son tan críticos con las acciones de estas instituciones. Micaela Fernández, alumna del IES de Luarca, reclama más esfuerzo a la hora de analizar sus decisiones. «Generalizar no es conveniente. A veces vemos decisiones del Gobierno o de los jueces que cuesta entender, de ahí esa denostación que pueda haber por parte de la sociedad». También hay quienes creen que esa percepción no es justa. «Al populismo y a la demagogia les interesa hacernos ver esa injusta percepción sobre instituciones básicas del estado», señala Elena Fernández, alumna del Codema.

Expectativas laborales

Sin miedo a salir fuera de Asturias

Son muchas las familias asturianas que tienen a alguno de sus miembros trabajando fuera de la región. Con más de 77.000 parados, las oportunidades para los jóvenes no son muy abundantes, lo que provoca un éxodo al que generaciones anteriores no estaban acostumbradas. Una realidad a la que no son ajenos los jóvenes que el próximo año alcanzarán la mayoría de edad. Conocedores de la situación, no cierran la puerta a trabajar en otros puntos de España o incluso en el extranjero, aunque muchos preferirían desarrollar su actividad profesional al lado de sus familias. «Iré donde el trabajo me llame, pero intentaré que sea lo más cerca posible de mi familia», explica Lucía Fidalgo.

Consciente de la situación que se vive en la región es también Cristina Martínez, del IES Monte Naranco, quien sabe que sus opciones de quedarse en Asturias «son bajas». Aunque le gustaría permanecer en la región, no descarta salir al extranjero en busca de oportunidades. «Es una opción que no me desagrada en absoluto. Te brinda muchas oportunidades no solo laborales sino de enriquecimiento personal».

Daniil Isaenko ya sabe lo que es abandonar su tierra natal. Nacido en Rusia, lleva poco más de un año en Asturias, una región en la que se siente cómodo. No obstante, le gustaría «visitar otras regiones de España, encontrar nuevos amigos y conocer mejor la historia del país». Para lograrlo ejerciendo un trabajo sabe que «es necesario estudiar mucho y ser útil a la sociedad», explica. Quien no muestra problema alguno en abandonar la región es Emma Martínez, alumna del IES Monte Naranco. «Siempre quise salir de España, ya no por el elevado desempleo sino porque lo considero una gran oportunidad para aprender nuevos idiomas, otras culturas, obtener experiencia en diversos sectores y hacer las cosas por mí misma».

Su ocio

Rechazo al abuso del alcohol y a las drogas

El alcohol forma parte del ocio de la sociedad asturiana. Fiestas y encuentros se riegan con bebidas de mayor o menor graduación en una costumbre totalmente implantada en la sociedad. Un arraigo social que ha sido mal entendido entre muchos jóvenes. El Principado lleva años alertando de que los modelos de consumo de este tipo de bebidas entre los jóvenes se aproxima al de algunos países nórdicos, donde se realizan grandes ingestas en pequeños períodos de tiempo. Los jóvenes que se incorporan a la edad adulta parecen haber tomado conciencia de este problema, aunque algunos reconocen que siguen viendo estas prácticas en su entorno. «Basar el ocio en la ingesta de alcohol es un error; no te diviertes de verdad y las consecuencias pueden llegar a ser muy grandes», señala Elena Camacho. Marta González, alumna del IES El Piles, reconoce que le «encanta» salir de fiesta pero no cree que «beber alcohol determine pasarlo mejor».

En cuanto a las drogas, la opinión es más dura. Los jóvenes asturianos rechazan su consumo aunque hay división de opiniones en cuanto a la legalización de las consideradas como blandas. «Odio las drogas. Sin duda, nunca legalizaría las drogas blandas», sostiene Icíar Prieto, alumna de La Asunción. Una opinión diferente es la de Sandra Vallina, quien, a pesar de rechazarlas, consideraría su legalización «para usos medicinales o cuidados paliativos».

El control que se ejerce sobre los menores que consumen alcohol o drogas es otro de los asuntos que centran el debate sobre estas sustancias. La prohibición de su venta no ha servido para limitar el acceso a los menores. «Apenas noto un control en el registro de jóvenes consumiendo alcohol o drogas», reconoce Ariane Suárez. Quien no muestra relación alguna con el alcohol es Álvaro Bregón, que tiene claro cómo ocupar su tiempo libre. «Mi forma de ocio es el deporte».

El colectivo LGTBI

Apoyo sin fisuras a sus reivindicaciones

Las reivindicaciones del colectivo LGTBI son cada vez más visibles, pero las actitudes homófobas siguen estando más que presentes. La generación que ha de tomar el relevo al frente de la sociedad no quiere seguir patrones que consideran obsoletos y apoyan sin fisuras las reivindicaciones sociales de este colectivo. «Este movimiento me parece muy bien ya que existen muchos prejuicios hacia personas con una orientación sexual distinta a la heterosexual», sostiene Micaela Fernández. Una opinión que refrenda Lucía Fidalgo. «Nadie eligió ser quien es o nacer en un cuerpo donde no se siente a gusto». Para Ana Rodríguez, alumna de La Asunción, las reivindicaciones de este colectivo deberían ser apoyadas por todos. «Deberíamos apoyar la diversidad y denunciar cualquier caso de acoso o de discriminación hacia este colectivo».

Violencia de género

Pequeños rastros de actitudes peligrosas

Las cifras de muertes por violencia de género no acaban de reducirse. En los últimos años se han potenciado las iniciativas dirigidas a tratar de atajar este problema a través de la educación, intentando así erradicarlo en generaciones futuras. A pesar del esfuerzo, algunos jóvenes siguen notando ciertas actitudes en su entorno que pueden desembocar en problemas mayores. Cuestiones como el control de la ropa o el uso del teléfono móvil en el ámbito de la pareja que no han pasado desapercibidas para ellos. «Aunque se piense que nuestra generación es diferente y mucho más tolerante puedo decir que es aún peor. He visto muchas actuaciones que, aunque no se vean como violencia de género, son claramente violentas y pueden derivar en problemas mayores», relata Marta González.

Este caso es el más excepcional de todos los jóvenes que han participado en este reportaje. No obstante, aunque no se trata de una situación que consideren generalizada, sí que ha habido algunos casos que han llamado su atención. «En mi entorno, por desgracia, ya pude ver alguno de estos comportamientos de control de parejas», explica Cristina Martínez.

Medio ambiente

Preocupación y reclamación de medidas

Hay quien niega el cambio climático y los efectos que tendría para la vida en la Tierra. Pero el mensaje del cuidado del medio ambiente parece haber calado hondo entre los jóvenes, que se muestran preocupados y reclaman medidas para atajar la contaminación. «Es uno de los problemas más importantes del mundo moderno», sentencia Daniil Isaenko.

Las energías renovables y la concienciación de la población son dos de los aspectos sobre los que más inciden los jóvenes. «Con el fin de aumentar nuestros niveles de producción estamos dejando que las industrias destruyan el planeta. Es necesario dejar el ritmo de producción de bienes que hemos venido teniendo hasta ahora puesto que es, evidentemente, insostenible», recalca Emma Martínez.

Terrorismo internacional

Miedo y entereza para afrontar la situación

España tiene una larga experiencia en cuestiones relacionadas con el terrorismo. ETA mató a cientos de personas a lo largo de las últimas décadas pero su último asesinato ocurrió cuando los jóvenes que inauguraron el milenio tenían 10 años. Pero una nueva vía de terrorismo ha surgido con fuerza en las dos últimas décadas, infundiendo un temor que también perciben los jóvenes. «Me da miedo el terrorismo, creo que todos estamos en peligro ante esta situación», señala Icíar Prieto.

El miedo natural a verse envuelto en un atentado terrorista es común entre todos estos jóvenes, pero también lo es su disposición a no dejarse amedrentar por la amenaza. «Siempre es un tema preocupante, pero si voy a una ciudad en ningún momento se te puede pasar por la cabeza que pueda suceder algo de ese tipo», señala Nel Díez. Una opinión que comparte Marcos Rubio. «No siento miedo al ir a una zona amenazada por el terrorismo».

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