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VICTORIA. Thor Hushovd se impone en la meta al sudafricano Hunter y a Óscar Freire. / EFE
Hushovd marca la temperatura
Ciclismo

Hushovd marca la temperatura

El ciclista noruego batió a Hunter y a Freire, que estuvo a punto de retirarse de la carrera

J. GÓMEZ PEÑA

Jueves, 12 de julio 2007, 03:03

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Caben muchas temperaturas en el Tour. En Hovden, una estación de esquí noruega, el invierno se vive de noche. El termómetro no se despierta. A bajo cero. Los esquíes de Thor Hushovd aguardan fuera. Allí nadie los mete en casa. El dueño aparece temprano. Les esperan tres horas en cuña. A cuchilladas sobre la nieve. Así vive sus vacaciones el vencedor de la etapa de ayer en Joigny, la ciudad del vino donde apareció el primer calor de este Tour. Temperaturas.

Hushovd tiene esquíes desde los tres años. Con apenas meses, su padre le arrastraba en trineo. Iba para esquiador de fondo: deporte nacional en su país. En Noruega, manda el hielo. Lo malo es que cerca de su casa vivía Lauritzen, el primer noruego que ganó una etapa del Tour (1987, Luz Ardiden). Thor le veía pasar. Lauritzen lo recuerda: «Con diez años, se empeñaba en venir conmigo. Una vez, le dejé en casa al cabo de dos horas de entrenamiento. A mí me quedaban otras dos. Y se quedó llorando. Quería seguir». No había manera de bajarle de la bici. «A veces se cansaba tanto que tenía que empujarle hasta casa». En aquella época, nadie veía el Tour en Noruega. La Grande Boucle no llegó a la televisión hasta 2003, hasta Thor. Él ha completado la misión de Lauritzen. Ahora, el Tour son las tardes de julio en Hovden.

Hushovd fue ayer el primero. Congeló la etapa que salió de Villers-Cotterets. El francés Di Gregorio acabó el último. Con el brazo derecho bajo, de goma. Quebrado por una caída. La suya es otra temperatura. Es de Marsella. La gran esperanza francesa llegó con el golpe a cuestas. Rogando: «Que no se me acabe el Tour». Con temor a que las radiografías sean el telón de su debut. Entre el frío de Hushovd y el calor de Di Gregorio se resumió la etapa: esprint final y tensión durante el resto del día que costeó París.

Y eso que el cielo no se decantó al inicio: gris. Ni frío ni calor. Con Francia extendida. «Igual es ésta la etapa más difícil del Tour», auguraba Pereiro. Cauto. El viento silbaba su amenaza. Y cumplió: por dos veces se abrieron los abanicos. La carretera, directamente flanqueada por el campo, no permitía errores. Pero son inevitables: Di Gregorio, Landaluze y Zandio cayeron en uno. Zandio no se levantó. Es un corredor radiante, inclinado a la generosidad. De sonrisa. Y parece que este Tour no sabe de bromas: el navarro se había magullado la muñeca en la segunda etapa y ayer se astilló una clavícula. A casa. Víctima de la tensión de la carrera. Del calor interno del pelotón.

Las dudas de Freire

De ahí saltaron cinco en el kilómetro 30: Flecha, el navarro Verdugo, Knees, Chavanel y Sprick. Calentaron la etapa. Detrás, Freire se quemaba. El forúnculo apoyado en el sillín parecía el punto rojo de un láser. «He estado a punto de abandonar». Se veía retirado. Freire es único: el mejor ciclista español tras la época de Induráin. Sus predicciones nunca valen, las escribe sobre el agua: no se fue y, en cambio, acabó tercero, tras Hushovd y Hunter.

Subió al podio de un esprint que nació cuando a cinco kilómetros de Joigny el pelotón pisó las cenizas de los cinco escapados. Un soplido. La etapa cambiaba de temperatura. Hacia arriba: a Noruega. Hacia abajo: al frío.

Joigny es una ciudad militar. De murallas. Pero ninguna pudo contener el esprint. Sálvese quien pueda. El británico Cavendish y la barba de acero de Napolitano lo lanzaron. Fuera de hora. Sólo el Credit Agricole, el equipo de Hushovd, mantenía sus dorsales cuadrados. Firmes: Bonnet, Hinautl y Dean. Los tres esquíes del noruego. Sus lanzadores. Bajo la meta, Hushovd hizo de su axila una ventana. Miró y vio la rabia de Hunter, que golpeaba el manillar con su derrota. Hunter es surafricano. Del sur. Joigny era ayer de otra temperatura. De Thor, el que trasladó el Tour a Noruega.

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