Borrar
EL PRIMERO. Freire se enfunda el maillot oro de líder en el podio de Santiago. / EFE
La memoria del despistado Freire
Ciclismo

La memoria del despistado Freire

El cántabro esquiva la caída de Bennati y Pereiro, vence en Santiago de Compostela y se enfunda por primera vez primera el maillot oro de líder en la Vuelta a España

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 3 de septiembre 2007, 15:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A Laura no le gustan las maletas. En su casa sólo pueden anunciar dos cosas. O la ausencia de su marido, Óscar, metido en eso del ciclismo. O las vacaciones. Laura es la esposa de Óscar Freire y teme a las maletas. La última la hizo para un circuito turístico por Egipto. Repasó la lista de cosas a llevar. Estaba todo. ¿Todo? Casi. Sólo faltaba el pasaporte de Óscar. Otra vez. «No sé ni cuántos he perdido», se encoge el ayer ganador en Santiago de Compostela. No hay explicación: simplemente los extravía. Uno tras otro. Freire es la biografía de un despiste. Laura explotó. Y el tres veces campeón del mundo salió pitando sobre la moto hacia Milán -viven en Suiza, en la frontera con Italia-. Hacia el consulado español. Por la cuneta esquivando el coagulado tráfico milanés. Le pusieron pegas, pero, otra vez, se lo dieron. Salvoconducto. Salvado. Podía ir a Egipto y, sobre todo, podía volver a casa. Aire en los pulmones. Al llegar, ufano, tranquilizó a Laura. «Ya lo tengo». Se esponjaba. «Dámelo, anda». Echó mano al bolsillo. Y se encogió: ya no estaba. «No me lo podía creer. No sé dónde lo pude perder de nuevo». La voz de Laura aún retumba.

Pero nada frena a Freire. Su genialidad le da ventaja. Sus ojos reidores calmaron a Laura. «Tranquila, que mañana vamos a Egipto». Imposible sin pasaporte. No para él. Se presentó en la aduana con el carnet de identidad. No le pusieron pegas. Ya en Egipto, fueron testigos de un atentado terrorista. El país quedó casi candado. Alarma. Sirenas. De vuelta al aeropuerto, nadie le chistó. «Enseñé otra vez el carnet y me dejaron marchar». Tan simple. Un golpe de risa le cubre la cara mientras lo cuenta. Si salió de ésa, como para no esquivar una simple curva en la calle compostelana de Las Rodas.

La segunda etapa tuvo tres protagonistas sin historia: Vázquez (Andalucía), Domínguez (Karpin) y Raúl García (Relax). Suyo fue el lazo de asfalto, arrugado como una pasa, que unió las provincias de Orense, Pontevedra y La Coruña. Camino de Santiago. Para los tres fue un viaje interior. Como el de los peregrinos. Por bordón, llevaban una bicicleta de carbono. Su escapada fue una ofrenda. Ajena, pues, a la victoria. El triunfo esperaba en una curva de la ciudad donde, dicen, duermen los restos el primer apóstol mártir. La tumba. Pero ayer la cavaron antes, a 2,5 kilómetros de la meta. Ya en subida.

Lío entre Bennati y Koldo

Cada equipo tenía listo el equipaje para ese trayecto: el Milram, bien ordenado, anunciaba a Petacchi. El Quick Step, a Bettini. Todos impecables hasta ese giro con perfil de cuerno. De cornada. Bettini lanzó un escorzo. Tuvo eco. Detrás venía Alán Pérez (Euskaltel-Euskadi), escudo de Koldo Fernández de Larrea. Pérez tiró de freno. La rueda delantera de Larrea se le vino encima. Bennati les cayó de inmediato a su espalda. Caos. A todos les faltaba el pasaporte para ingresar en Compostela. En esa calle estaba la frontera. ¿Y quién venía detrás de Bennati? El marido de Laura. El instinto. El gato. El ciudadano despistado. El ciclista cuyo genio siempre está de guardia. Más caos. Territorio Freire. Vio caer a Bennati. Él cruzó por la derecha. Un garabato genial sobre el asfalto. Pasaporte en mano. Nacionalidad: de elegido.

Mientras Fernández de Larrea y Bennati, líder caído, se disparaban miradas y dibujaban amenazas en el aire, Freire iniciaba el final del camino a Santiago. Detrás quedaban más ciclistas tronzados por la curva: como Pereiro, cojo, con la cadera para el chapista -la caída fue en los tres últimos kilómetros y no cuenta para la general-. O como Samuel Sánchez, con un toque en los gemelos. Todos enredados en la zanja. Freire no.

El tres veces campeón del mundo ya iba en posición de esprinter: ángulo agudo. Por el final del repecho. Ni Duque ni Bettini le resistieron. Doble gol: etapa y su primer liderato en la Vuelta. Nadie tiene su memoria de despistado. En casa lo pierde todo. En carrera, gana. Eso no lo olvida nunca. Freire no olvida: «Cuando me llevé la Milán-San Remo en 2004 y me presenté como líder del UCI Pro Tour en el Tour de Flandes, en España sólo se hablaba del estado de la rodilla de Manzano, de un loco. Eso es una falta de respeto». Buena memoria.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios