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SU CASA POR UNA NOCHE. Un grupo de aficionados vascos, acampados en la vega de Enol. / NEL ACEBAL
Los Lagos aguardan a la Vuelta
Ciclismo

Los Lagos aguardan a la Vuelta

Los primeros aficionados instalaron ayer sus tiendas de campaña en la vega de Enol, mientras los hosteleros se preparaban para hacer frente a la 'avalancha' de gente

EVA SANROMÁN

Martes, 4 de septiembre 2007, 09:58

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Todo fue sobre ruedas. Los Lagos de Covadonga tuvieron una jornada, la de ayer, sin ningún tipo de incidencias. Y eso que se preparaban para la Vuelta Ciclista a España que hoy tomará la montaña más televisiva de la región asturiana en una de las etapas «más bonitas y duras de toda la competición».

Y, como en todo, siempre hay varios puntos de vista para la prueba ciclista. Hay quienes salen ganando. Los hay también que pierden. Hay algunos que llegan por primera vez. Y otros que no se perderían esta etapa por nada del mundo.

Eran pocos, pero se esperaba que vinieran más. Los campistas madrugaron temiendo el cierre de las carreteras para subir a los lagos Enol y Ercina, anunciado para las dos de la tarde. Sin embargo, los cortes comenzaban en Covadonga a las diez de la noche. Hasta entonces todos los aficionados podían ir a los Lagos para instalar sus tiendas de campaña en la vega de Enol, el único sitio en el que estaba permitido. La niebla y el frío fueron más protagonistas ayer que los propios aficionados, ya que apenas cuatro tiendas clavaban sus cuerdas en el Parque Nacional de los Picos de Europa bajo una neblina que aparecía y desaparecía por minutos. Había coches, sí, pero de turistas, algunos no sabían ni que se celebraba esta etapa durante el día de hoy. Pero los que preparaban sus 'chiringuitos' llegaban a sabiendas, «porque es nuestra mayor afición y un deporte que adoramos». Así lo es para Unai Etxezárraga y Kepa Aguirregoikoaga que se dedican al ciclismo juvenil.

Ambos llegaron de Bilbao con Mariví Gómez, su marido, Karlos Etxezárraga, y su otra hija Eider. Y juntos montaron sus tiendas de campaña que, de lejos, se sabe que pertenecen a unos vascos. Ikurriñas y hasta una alfombra de un popular banco vasco adornaban «nuestra casa para esta noche». Es la primera vez que vienen y lo hacen para «ver una de las mejores etapas de la Vuelta».

Sin embargo, también los hay veteranos. Luis Vázquez y Jorge Barquero acuden «a etapas ciclistas desde hace 17 años». Jorge recuerda la de los Lagos con especial cariño, pero, «quién lo ha visto y quién lo ve», dice con nostalgia mirando a su alrededor para observar una zona casi desierta de gente. «Recuerdo cuando veníamos y éramos, no te exagero ¿eh?, por lo menos, veinte mil personas. Nos íbamos a bañar al Enol y venían los guardias a echarnos», explica riendo. Sin embargo, «ahora estamos casi solos». También han apreciado cambios los navarros Ignacio Erbiti y Mari Mar Martiarena. «Antes no estaba todo tan medido, aparcábamos y acampábamos con más libertad», explica señalando las cintas de plástico que delimitaban las zonas, en la vega del Enol, para colocar vehículos y tiendas de campaña. Y hay otros que acuden para dormir en su coche. Es el caso de Andrés Rodríguez y Ricardo Ortega, abuelo y nieto llegados de Extremadura «exclusivamente para ver la etapa». Ricardo cuenta contento que «mañana (por hoy) veremos la subida más dura de esta zona desde La Huesera», lugar donde aparcaron su coche con una enorme pancarta que señala el lugar de donde son: Extremadura.

Ellos son sólo la avanzadilla de los cientos de aficionados que llegarán mañana en autobuses. Los mismos que acudirán a los bares de la zona a reponer fuerzas. Algo que agrada a los hosteleros que recuerdan cómo otros años llenaban sus terrazas. Mari Paz Labra, de El Casín, echaba la vista atrás para rememorar cómo su bar estaba «de bote en bote el día de la Vuelta». Lo mismo que Pepe Gau, del Refugio de Enol, que ya prepraba una barra provisional y llenaba sus cámaras para hoy. Pero no corre la misma suerte la hostelera Angelita Fanjul, de El Ercina. «Cortaron la carretera para subir al bar a las dos de la tarde, no hemos dado apenas comida y mañana no vendrá aquí nadie, ni turistas ni aficionados», se lamentaba.

Eso sí, todos estaban contentos porque, como pocas veces, una antena de teléfonos prestaba cobertura a sus móviles en los Picos de Europa. No obstante, no sería para toda la tarde. Responsables del Ministerio de Medio Ambiente exigieron que los generadores que prestaban esa cobertura desde una antena provisional en el mirador del Príncipe fueran apagados para evitar la contaminación. Y también pidieron a la empresa telefónica que tapara su logotipo del camión.

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