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O. L. BELATEGUI
Viernes, 21 de septiembre 2007, 04:08
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La FIPRESCI es la Federación Internacional de Críticos, esos seres a los que el público ya no hace ningún caso y que, como los viajantes de las ferias, sólo se ven de festival en festival. Es ya una tradición que la gala inaugural de San Sebastián acoja la entrega del Gran Premio de la Fipresci a la Mejor Película del Año. Y teniendo en cuenta todas las que ven, no es de extrañar que '4 meses, 3 semanas y 2 días' se programe en Perlas de Zabaltegi.
El tercer largometraje del rumano Cristian Mungiu llega además avalado por el galardón cinematográfico más exquisito: la Palma de Oro en Cannes. Su director pretende repasar la cotidianidad del comunismo en su país sin hacer referencias al mismo, «contando historias que enfoquen opciones personales en una era de infortunio en la que la gente tuvo que vivir como si hubiera normalidad». '4 meses, 3 semanas y 2 días' parece la duración de una condena, y una condena deviene la vida de las dos protagonistas en el Bucarest de los años ochenta. Comparten habitación en una residencia universitaria y se van a enfrentar a un trance por el que nunca han pasado: acostarse con un hombre en una habitación de hotel y sufrir un aborto ilegal, respectivamente. «El aborto ahora es legal, y la gente ha abusado de esa libertad», denuncia Mungiu, que ha querido provocar un debate social en Rumanía. «La gente va a ver la película para ver cómo era su vida entonces. Y están orgullosos de que se haya llevado tantos premios».
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