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CONCIERTO. El de cinco timbales y orquesta, de Thärichen. / PAÑEDA
Canto de la marimba
CRÍTICA MUSICAL

Canto de la marimba

RAMÓN G. AVELLO

Viernes, 12 de octubre 2007, 03:01

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La Joven Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, hermana menor de la OSPA y mayor de las de los conservatorios asturianos, es, a la vez, un medio y un fin. Es un medio por su función de eslabón entre el aprendizaje y la profesionalización. Es fin porque en sus actuaciones no se limita a esta función preparatoria, sino que aborda, con rigor y verdad, las obras interpretadas. En cuanto a sonoridad orquestal, lo más destacado de la JOSPA es la cuerda, especialmente violines y violas, y las maderas. Lo más deficiente, el viento metal, no siempre ajustado en las trompas y algo descompensado en algunos movimientos de la 'Patética' de Tchaikosky.

El concierto del miércoles tenía una protagonista singular: la percusionista Eva Pérez Díaz, becada recientemente por la Fundación Alimerka, patrocinadora del concierto, y joven de una alta sensibilidad musical. La primera obra que interpretó Eva Pérez con la orquesta fue el 'Concierto para cinco timbales y orquesta', escrito por Werner Thärichen, antiguo percusionista de la Filarmónica de Berlín. En el concierto se explora el difícil equilibrio concertante entre timbales y orquesta. Hay algo de latido del corazón en la acentuada sonoridad del timbal frente a la orquesta, pero también de elaboración melódica, por ejemplo en el bellísimo segundo movimiento, en el que la percusión y la cuerda sobreaguda se fusionan en un canto transfigurado.

En solitario, la percusionista gijonesa interpretó dos obras en la marimba. En primer lugar, una adaptación de la pieza para piano de Debussy 'Doctor Gradus and Parnasus', extraída de 'El rincón de los niños'. Interpretada tal vez sin esa ironía que tiene la partitura pero con fantasía y delicadez, muy sugerente en la sonoridad aterciopelada de la marimba. La otra obra fue el sentimental 'Preludio' de N. Rosaura, una obra que recuerda a piezas venezolanas para guitarra y a la que se dotó, en la tierna versión de Eva Pérez Díaz, de encanto melódico. Pocas veces se escucha a una marimba con tanta belleza e intensidad.

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