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ESCRITOR COMPROMETIDO. Amos Oz, durante la entrevista concedida a EL COMERCIO. / MARIO ROJAS
«Es muy emocionante entrar en la mente de los otros, así me gano la vida»
AMOS OZ PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS

«Es muy emocionante entrar en la mente de los otros, así me gano la vida»

«El título de traidor que me dan algunos de mis compatriotas es para mí un honor, lo llevo en la solapa como una bandera de lo que soy» «La mayoría de los israelíes y los palestinos se han dado cuenta de que el otro no va a desaparecer. Eso es poco, pero es un buen principio»

M. F. ANTUÑA

Sábado, 27 de octubre 2007, 11:38

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Habla despacio y con calma, como si el tiempo le hubiera enseñado que de nada sirven las prisas ni en la Jerusalén donde nació ni en el desierto del Neguev donde vive ni en la Asturias que le premia. Lo único que urge es encontrar la paz. Ese mismo tiempo pasado también le ha hecho ver que siempre es mejor reír que llorar, que los extremos no son buenos ni en la política ni en la vida, que en las alcobas todos somos iguales con independencia de religiones o condiciones. Amos Oz, afable, amable, risueño y hasta seductor, llegó a Oviedo feliz después de un viaje corto -«estamos muy cerca, en las dos orillas del Mediterráneo»- desde la tierra santa en la que nació allá por 1939 en el seno de una familia emigrada de la antigua Unión Soviética. El hombre que manejó un tractor en un kibbutz y un fusil en las guerras de los Seis Días y el Yon Kipur busca ahora la paz sólo con las palabras. Su arma es la literatura.

-Es héroe y villano en su país: Premio Nacional de Literatura por una parte y considerado traidor por muchos compatriotas. ¿Cómo se vive en esa dicotomía?

-Considero que el título de traidor es un honor, lo llevo en la solapa como una bandera de lo que soy. Creo que en los momentos de conflicto todo ser humano decente acaba siendo tildado de traidor por algunas personas. No entiendo que sea una vergüenza que me consideren como tal.

-¿Confía en quitarse ese título en el futuro?

-El único que realmente quiero quitarme es el de activista de la paz. Porque el título que anhelo por encima de todo es el de ex activista de la paz.

-Le han dado el Príncipe de Asturias, entre otras muchas razones, por su lucha contra los fanatismos. ¿Cuál es el papel de la literatura en esa batalla?

-La literatura es capaz de transportarnos a las alcobas de otras personas, no sólo de introducirnos en sus casas, sino en sus habitaciones. Nos revela los secretos más íntimos de otros y esto nos permite conocer sus vidas privadas y al final acabamos por saber que nuestros secretos y nuestras vidas privadas son iguales.

-¿Pero es fácil meter uno de sus libros en la alcoba de un ultraortodoxo israelí, por ejemplo?

-Para mí es muy curioso introducirme, tanto en mi condición de escritor como de lector, en las alcobas de los fanáticos. Encuentro muy emocionante entrar en la mente de los otros, de hecho eso es lo que hago cada día. Me levanto por la mañana, me tomo mi café, me siento en mi mesa y pienso 'y si yo fuese él', 'y si yo fuese ella', así es como me gano la vida.

-¿Cree que son capaces los que le llaman traidor de meterse en su cabeza?

-Los que me llaman traidor me leen. En Israel la gente no lee libros para divertirse con ellos, eso quizá ocurre en España, pero no en mi país, no, allí la gente lee novelas para enfadarse, para estar en desacuerdo con los escritores y con los personajes. En Israel a veces los taxistas me reconocen y discuten conmigo o con mis personales, es una sociedad a la que le gusta mucho discutir, enfadarse.

-Confirma el dicho de que 'dos judíos, discusión segura'.

-Sí, es cierto. Le contaré una historia muy buena: una persona judía está sola en una isla desierta durante diez años y cuando por fin le encuentran resulta que se ha construido una casa y dos sinagogas. Le preguntan que por qué dos sinagogas y él responde: 'Esta sinagoga es donde rezo tres veces al día y esta otra no voy entrar nunca jamás'.

-Dice que el humor es un antídoto contra el fanatismo, pero ¿cómo se puede inyectar humor en la mente de un suicida de los Mártires de Al Aqsa o en la cabeza del asesino de Rabin?

-Yo no puedo inyectar humor. Si pudiera comprimir en cápsulas el sentido del humor, estaría cualificado para obtener el Nobel de Medicina, y no es así. Pero lo que sí puedo hacer es mejorar el sentido del humor en mis lectores: puedo hacerles sonreír y que se rían de sí mismos y eso es un antídoto perfecto contra el fanatismo. Si pudiera hacer lo que usted dice mis libros se venderían en las farmacias y no en las tiendas de libros.

-Ha mencionado el Premio Nobel. Usted ha sonado muchas veces para obtener el de Literatura y además algunos de los que se hacen con el Príncipe de Asturias reciben después el premio de la academia sueca. ¿Lo conseguirá pronto?

-El Premio Príncipe de Asturias es suficiente para mí; me considero un hombre feliz.

-Volvemos a la política. Usted es un hombre muy optimista y yo, sin embargo, soy pesimista respecto al conflicto de Oriente Próximo. Convénzame de que hay que esperanza.

-Pienso que la mayor parte de los israelíes y la mayor parte de los palestinos ahora saben que el otro no va a desaparecer. Durante muchísimos años Israel consideraba que el problema de los palestinos no era tal; lo mismo los palestinos, que creían que Israel era una infección pasajera que con rascarse un poco se iba a pasar. Ahora se dan cuenta de que el otro no va a desaparecer. Eso es poco, pero es un buen comienzo.

-¿Cuándo llegará el final para ese buen comienzo?

-Me pide que sea profeta, pero yo que procedo de la tierra de los profetas no puedo hacerlo, hay mucha competencia. (Risas)

-Se dice que los peores enemigos de los propios palestinos son los propios palestinos. ¿Ocurre lo mismo con los judíos?

-Los peores enemigos en cualquier comunidad son los fanáticos que hay en ella. El auténtico conflicto de Oriente Próximo no es un enfrentamiento entre israelíes y palestinos sino entre los fanáticos de ambos bandos.

Una delgada línea

-Usted dijo en una entrevista que habría pagado por escribir. ¿Qué estaría dispuesto a pagar por la paz?

-He arriesgado mi vida en los campos de batalla cuando era un soldado tanto en 1967 como en 1973 y volvería a arriesgar mi vida por conseguir la paz.

-¿Se confunden antisemitismo y antisionismo?

-Yo creo que la línea que separa el uno del otro no es muy clara. Hay gente que piensa que el pueblo judío no tiene derecho a tener una patria y eso es tanto antisemita como antisionista. Todo el mundo tiene derecho a criticar a Israel, eso no es antisemitismo, pero negarle al país el derecho a existir sí lo es.

-Volvamos a la literatura. ¿En qué trabaja ahora? ¿Con qué nos va a sorprender?

-Si se lo cuento no la voy a sorprender (Risas).

-¿No puede avanzar nada?

-Tengo algo entre manos pero no me gusta exponer mi embarazo a los rayos X porque no es bueno para el bebé.

-Es de origen ruso y se habla de que su obra tiene ciertas similitudes con Dostoievski, Chejov y Tolstoy. ¿Agradecido?

-Por supuesto que me encanta, lo que no sé es si ellos estarán igual de satisfechos con la comparación.

-Este Premio servirá para que en España se conozca más la literatura de su país. Descúbranos sus misterios.

-La literatura israelí es especialmente emocionante porque cuenta con los genes de muchísimas culturas de todo el mundo. Hay que tener en cuenta que los israelíes procedemos de 136 países distintos y eso supone unas influencias culturales tremendas, lo que da lugar a una literatura muy variada y vivaz. Por supuesto que me gustaría que la literatura israelí fuera más conocida en España al igual que la literatura española y de América Latina tiene una aceptación tremenda en Israel. Hay genes españoles en la cultura judía y genes judíos en la española, de forma que se deberían conocer mejor la una a la otra.

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