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REDACCIÓN
Viernes, 26 de octubre 2007, 02:54
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Kely, la creadora asturiana que más triunfa en las paredes foráneas, que regresa cada año de los pabellones madrileños de Arco con toda su obra vendida, recala en las paredes de Gijón, donde hacía más de una década que no exponía su trabajo.
El miércoles abrió individual en la sala de Gema Llamazares, en la que exhibe una colección que la define en plena madurez pictórica. Con una delicadeza casi oriental, «Keli pinta como piensa», dice el crítico de EL COMERCIO, Ángel Antonio Rodríguez, en el catálogo de la exposición, su obra es fruto de su mejor momento creativo.
Habla también el crítico en las mismas líneas de la evolución de la pintora como una cuestión «asombrosa», sobre todo en la última década, duranta la que «ha desarrollado la mayor parte de su trabajo».
Como en cada una de las apariciones públicas anteriores, Kely demuestra que no se detiene, que no quiere estancarse ni en el éxito seguro, ni en la pintura que no avanza. Que lo suyo es mirar hacia adelante.
En las propuestas que ofrece al espectador en la sala Gema Llamazares, hasta el 30 de noviembre, reúne una serie de óleos y acrílicos siempre sobre tela, a veces, sobre madera, que son verdaderos paisajes del alma.
Sin apenas color, sólo con levísimas pinceladas en rojo, sobre blancos inundados de magicas arboledas negras, Kely pinta el espíritu, el suyo y el del mundo; la conciencia y, por supuesto, la naturaleza rica y reflexiva.
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