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FOTÓGRAFO Y ARQUITECTO. Enrique Granell posa junto a dos de las imágenes que se exponen en Gijón desde hoy. / LUIS SEVILLA
Poesía visual
Cultura

Poesía visual

La Cátedra Jovellanos inaugura hoy una exposición en la que las imágenes de Praga que firma Enrique Granell sirven para contextualizar la relación entre el poeta checo Vladimir Holan y la escritora española Clara Janés

M. F. A.

Martes, 30 de octubre 2007, 17:40

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Praga en la voz de Holan' es una historia de amor a tres bandas y con tres nombres propios: es amor a la poesía, la fotografía y a una ciudad única, Praga, y es la unión de Vladimir Holan, Clara Janés y Enrique Granell. La Cátedra Jovellanos de Extensión Universitaria muestra en el edificio de Tomás y Valiente esta exposición que narra el encuentro entre el poeta checo más importante del siglo XX y la escritora española y dibuja una Praga en blanco y negro, similar a la que vivió el poeta, con la mirada particular de Enrique Granell. Ediciones en castellano del autor traducidas por su mayor admiradora, la correspondencia entre ambos, manuscritos, recortes de prensa... Todo tipo de recuerdos se exponen en media docena de vitrinas para narrar una historia que es en sí misma pura poesía.

Clara Janés (Barcelona, 1940) ha cultivado la novela, la poesía e incluso el ensayo, aunque ha sido quizá la obra poética la que tiene más cabida en una obra que arrancó con el poemario 'Las estrellas vencidas' publicado en 1964. Hubo después un parón, un abandono literario que rompió en 1971 gracias a su encuentro con la poesía de Vladimir Holan (1905-1980). La lectura de 'Una noche con Hamlet' le generó una obsesión: lograr que su lectores pudieran sentir esa misma emoción con sus obras. Holan estuvo presente en su vida y en su obra para siempre a partir de ese momento. Llegó incluso a aprender checo para poder leer sus textos en la lengua en la que fueron escritos y comenzó a peregrinar a Praga para conocer al poeta prohibido en la época comunista y condenado por decisión propia a la soledad. Clara Janés consiguió romper ese aislamiento, consiguió entablar un diálogo con su admirado poeta, traducir sus textos y hacerlos más visibles en España.

Esa historia la cuentan papeles antiguos colocados sobre vitrinas que hablan de sus viajes a Praga, de aquel primer encuentro en el año 1975 y los que vinieron después. Y, como perfecto acompañamiento a esta historia, la poesía visual que firma el arquitecto catalán Enrique Granell. Él es la tercera pata de este triángulo amoroso, al que se unió por casualidad: «El amor de Clara por Holan es declarado y escrito y el mío con Praga también es declarado y escrito; Clara y yo nos conocimos y de repente un día...». Decidieron unir sus fuerzas para mostrar en imágenes la Praga de Holan, que es también la de Granell, que se expone en blanco y negro en imágenes en las que nunca hay gente y, si la hay, no se ve. «Yo creo que Praga se ve en blanco y negro y creo que Holan la hubiera visto también así», dice, y se refiere al carácter oscuro y al amor por la noche del poeta para justificar sus palabras.

En todo caso es la suya una obra independiente de la del poeta, aunque sí enfoca algunos lugares de Holan, como su casa, que es el cartel de la muestra que hoy abre sus puertas (20.30 horas) para quedarse hasta el 19 de diciembre. Es esa imagen la última que se ha incorporado a una colección -que comenzó a gestarse en 2000 y que se compuso en media docena de viajes a la capital checa- y la única captada en formato digital. El resto se impresionaron sobre negativos de seis por seis y, en la mayor parte de los casos, con el trípode como aliado para captar esos detalles que hacen de Praga mucho más que una ciudad pintoresca.

Granell, que participará en la Semana Nacional de Arte Contemporáneo AlNorte junto a Clara Janés, llegó ayer a Asturias para ultimar los detalles de una exposición que se verá precedida de una conferencia (19.30 horas) en la propia Cátedra Jovellanos sobre fotografía y ciudad. Afirma que el arquitecto que entendemos las ciudades a través de lo que han visto otros. «Cuando alguien te ha enseñado muchas fotos de una ciudad, tú la ves de una determinada manera», explica. Cada uno escoge su forma de mirar y enmarcar, en blanco y negro, en color, con o sin gente y tiene su manera de disparar para inmortalizar un instante. «La fotografía es paciencia, no puedes disparar hasta que sabes que puede salir lo que quieres que salga, por eso la gente no hace fotografías, toma recuerdos», asegura.

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