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EXPOSICIÓN. José María García muestra la primera pieza que adquirió hace ya 17 años. / L. C.
Museo de barro
Villaviciosa

Museo de barro

José María García, de Bedriñana, atesora una colección de 274 cántaros, con piezas de lo más variopintas

LUIS CASO

Domingo, 9 de diciembre 2007, 04:10

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Desde que adquirió a principios de 1990 su primera pieza, en una tienda de antigüedades de Alberca, en Salamanca, le entró el gusanillo de coleccionar cántaros. Aquel estaba fabricado en Moveros de Zamora, y atesoraba varios años. De momento ya acumula 274 cántaros, todos diferentes y elaborados en las principales alfarerías de España.

«Tengo representadas en este tipo de recipientes de barro todas las autonomías peninsulares», afirma José María García Obaya, al mostrar su colección en su reciente y estrenado hórreo ubicado en la maliaya parroquia de Bedriñana, rayana con la capital del concejo. «Aquí sólo tengo 200 piezas. Las otras están en casa de mis padres. Cuando finalice la construcción de la casa que estoy edificando, anexa al hórreo, reservaré un espacio especial para ubicarlas a todas».

Sito en lo alto de Bedriñana, rodeado de eucaliptos, son pocas las personas que conocen este museo, si bien un programa de televisión le dio cierta popularidad. Pero ya en noviembre de 2004, José María García había mostrado parte de su tesoro en una exposición en la Casa de Cultura de la localidad. Fue una muestra muy visitada y comentada por las gentes del concejo, y que contó con el apoyo de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Villaviciosa. Los cántaros también pudieron contemplarse durante las fiestas de Peón, en la exposición montada en la sala polivalente del local social de la asociación de vecinos El Valle, así como otra en Oviedo.

«Aunque es mí 'hobby' particular, en este lugar, sólo disfrutamos de ello mi familia y amigos, que de vez en cuando vienen con visitas», explica José María. No obstante, asegura que le gustaría «mostrarlos públicamente. Yo no pongo ninguna pega para el quiera verlos de cerca. Me agradaría que el Ayuntamiento facilitará un local en la Villa para exponerlos el tiempo que creyera conveniente, o en alguna casa de cultura que garantizase un mimado trato a las piezas», comenta.

Actualmente, este peculiar coleccionista está inmerso en la catalogación de los cántaros, etiquetándolos con su lugar de procedencia, adquisición, fecha, altura, base, bocal, panza y peso.

Ninguno de ellos está a la venta. Hay cántaros de las más variadas formas, procedentes de alfarerías de Valladolid, Toledo, Granada, Extremadura, Cataluña Valencia, Sevilla y otras capitales españolas. Los hay muy buenos y creativos en Galicia y País Vasco, que junto con Asturias son de los pocos que usan el barro negro para moldear y después cocer sus creaciones. Esos también están representadas en la colección.

También autóctonas

«Tengo una de Llamas de Mouro, de Cangas de Narcea, otra de Far, Limanes y una más de de Miranda, en Avilés», responde García cuando se le pregunta por los cántaros de origen asturiano.

Aunque reside en la Villa, este coleccionista no pierde ocasión para trasladarse a su rincón de Bedriñana, ya que su esposa es una aficionada a las manualidades. Es empleado de la Cámara de Comercio de Gijón y un constante viajero, en cuyos itinerarios no deja de buscar nuevos modelos para aumentar su ya numerosa y variopinta colección.

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