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EVA. L. MACHADO
Sábado, 29 de diciembre 2007, 03:09
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Local amplio, diáfano, en zona céntrica de El Coto, completamente amueblado y con altar. Feligreses no incluidos. Oferta exclusiva, sólo disponible el 28 de diciembre.
Todo es posible el día de los Santos Inocentes y ayer pudieron comprobarlo los vecinos de El Coto, que vieron cómo, de la noche a la mañana, su iglesia parroquial entraba a formar parte por unas horas del tira y afloja del mercado inmobiliario de Gijón. Se trataba, obviamente, de una broma que pilló por sorpresa al propio párroco, Fernando Fueyo. El sacerdote, no obstante, optó por mantener viva la chanza durante todo el día pese a tener que soportar una jornada llena de ofertas ficticias de compradores interesados en hacerse con 'su' templo.
Un martillo, seis clavos, rotulador y un cartel bastaron para convertir la iglesia de San Nicolás de Bari en objeto de la inocentada. A primera hora de la mañana alguien colocó en su fachada principal, bajo el reloj, un anuncio similar al utilizado por las inmobiliarias para informar de la venta de un piso. Junto al 'Se vende' figuraba además el número de teléfono de la parroquia que, desde bien temprano, no paró de sonar.
Muchos compradores
Era una broma conjunta. Coaligado con varias personas más, el autor del cartel y sus compinches empezaron a llamar el teléfono anunciado, simulando ser constructores interesados en adquirir el inmueble. Ante la alegre sorpresa del párroco, quien supo disfrutar la broma como una graciosa anécdota de los Santos Inocentes, sus interlocutores trataban de embarullarle con las preguntas más surrealistas. «Me llamó mucha gente, y algunos preguntaban que si la iglesia se vendía con cura o sin él», explicaba divertido Fernando Fueyo.
Al final del día, al descolgar el cartel, encontró detrás del mismo una leyenda más que evidente en un día como el de ayer: «Inocente, ja, ja, ja». La broma, no obstante, no fue del agrado de todos y muchos feligreses mostraron su malestar por el uso del templo como objeto de chufla.
El 'Niño' entre tiburones
Ésta no fue, no obstante, la única inocentada destacable en la ciudad. Horas antes del inicio 'oficial' de la jornada, una convocatoria simulada anunciaba para ayer la visita del mentalista asturiano Anthony Blake al Acuario de Gijón. Allí, sumergido en el tanque de los tiburones, intentaría acertar el número en el que recaerá el primer premio de la Lotería de El Niño. La cita, que llegó a ser anunciada en varios medios digitales de alcance nacional, finalmente no existió. Como sentencia en sus trucos el fabuloso ilusionista, no hubo que darle «más vueltas». Todo fue producto de la imaginación.
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