La madre de Satán

HA pasado algo bueno y por lo tanto no se aireará suficientemente en radios, periódicos y televisiones. Entendemos por noticia lo que altera la normalidad. No que un poeta del calibre de Ángel González siga vivo y consumiendo ginebra, sino que se muera; no que un tren llegue a su hora, sino que tenga un retraso superior al normal. «No hay noticias: buenas noticias», dicen los ingleses. Nosotros, al menos en eso, vamos más lejos, y nos conformamos, como aquellos creyentes que fueron a Lourdes, con quedarnos como estábamos. Ahora tenemos claros motivos de júbilo: una célula islamista cancerosa preparaba un atentado en Barcelona. La Guardia Civil ha detenido a 15 sospechosos -13 paquistaníes y dos indios- que habían hecho un gran acopio de explosivos. ¿Cuántos lutos, cuántas lágrimas nos hemos ahorrado? El material destructivo encontrado es una sustancia conocida como 'la madre de Satán', de notable eficacia. Póngales a los hijos de esa madre el adjetivo que estimen más adecuado, que sin duda será el mismo en el que yo estoy pensando.

El aplazado combate de revancha de las Cruzadas se está librando de un modo aislado y subrepticio. Los terroristas, por ahora, están haciendo una guerra de guerrillas. ¿Qué pasaría en el mundo si Bin Laden fuera dueño de la bomba atómica? La mamá de Satán tendría familia numerosa ¿Qué bien que no haya habido incendios y muertos en Barcelona y que sigamos hablando de la exclusión de Gallardón, de las mermas de posibilidades electorales del PP y de otras pamplinas! La catástrofe íntima que siempre provoca un atentado dura poco y se restringe a un ámbito menor. Lo lamentamos todos, pero sólo lloran los que pertenecen a la familia de los muertos. Debemos alegrarnos y decir, muy bajito, porque no se lleva y algunos pueden reprochárnoslo, eso de viva la Guardia Civil.