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ALBERTO PIQUERO
Jueves, 3 de abril 2008, 06:26
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EXISTEN diversas formas del olvido. Las hay muy expeditivas, y Leopoldo Alas tuvo constancia en sus páginas -que son las partículas sagradas de un escritor-, mediante la censura franquista que quiso dejar su enorme obra en el limbo. El vetusto retrato que Clarín hizo de la capital del Principado era demasiado perspicaz para que algunas fuerzas vivas no se dieran por aludidas años después, guerra civil mediante y tras el fusilamiento de su propio hijo y rector de la Universidad de Oviedo.
Pero esas tijeras de podar la grandeza creativa, se acaban mellando. En la perspectiva histórica, siempre termina predominando la propagación airosa del arte.
Salvo que aquellos llamados a mantener el molino de viento, los que consideramos devotos (por arte y parte) de novelas tan prodigiosas como 'La Regenta', se hagan aliados a modo de omisión de los partidarios de la hoguera. Es otra forma solapada del olvido.
Parece sorprendente que Clarín carezca de un espacio museístico en el que los lectores apasionados puedan apreciar su letra y los investigadores desmenuzar su sintaxis prodigiosa. Nadie lo sospecharía a tenor de las inflamadas declaraciones que acostumbran a rodear su figura. Palacio Valdés, que ha sido menos celebrado, ya dispone desde hace tiempo en Laviana de un lugar para viajar a la aldea perdida. En ese sentido, de momento, Ana Ozores permanece como estatua.
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