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BIBLIOTECA. Algunos de los volúmenes de la colección Clarín, entre los que llama la atención, en primer término, una primera edición de 'La Regenta' , dedicada por Leopoldo Alas a Fermín Canella. / FOTOS: JESÚS DÍAZ
Un lugar para un legado
Cultura

Un lugar para un legado

Los herederos de Clarín ofrecen los 6.000 volúmenes de la biblioteca y los manuscritos del autor para crear un centro de estudios clarinianos, donde puedan salvaguardarse y someterse a consulta pública

PACHÉ MERAYO

Jueves, 3 de abril 2008, 06:33

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Sea invierno o verano, esté en marcha el curso o hayan puesto las universidades y los centros de estudio el pestillo por vacaciones, la casa de Cristina Alas, la paciente y generosa nieta de Clarín, permanece abierta. No es capaz de guardarse para sí los magníficos manuscritos de su abuelo en los que el investigador aventajado puede ir descubriendo «la genética literaria» del autor de 'La Regenta', ni las cartas que le escribieron sus amigos, ni los libros que le dedicaron, ni las ediciones extraordinarias que acumuló como devoto que fue de las letras universales de todos los tiempos. Por eso cada vez que un estudioso toca su puerta y le profesa admiración por su abuelo, Cristina Alas vuelve a sacar las joyas de la familia, los tesoros de su colección. Los apila sobre la mesa del comedor y deja que manos y miradas ajenas repasen papel a papel todo el legado. Se siente con el deber de dar la oportunidad de observarlo y analizarlo a los investigadores, la mayoría venidos de universidades extranjeras, que se lo piden, pero se confiesa cansada. «Nadie sabe cuánto trabajo me da esto», dice, mientras sueña una vez más con aquella idea que al cumplirse un siglo de la muerte de Leopoldo Alas y Ureña (2001) dejaron caer autoridades intelectuales y también políticas, mientras discurría el primer congreso internacional sobre el autor decimonónico. El mismísimo Álvarez-Cascos, siendo vicepresidente primero del Gobierno, lanzó al aire la intención de crear una casa museo que reuniera la herencia literaria e intelectual de Clarín y permitiera ampliar el conocimiento colectivo de su obra.

Y con esa «preciosa idea» se quedaron sus herederos. Ellos ponen todo de su parte. Ceden en depósito las 6.000 piezas que componen, según la hija de Cristina Alas, es decir, Ana Cristina Tolivar, el fondo bibliográfico y manuscrito familiar. A cambio, nada. No hay condiciones, sólo las que dicta la razón, si quienes se sientan a hablar con ellos se atienen a ella.

Interés institucional

De momento, no ha habido conversaciones, pero sí una primera llamada de la Dirección General de Cultura, de la que es titular Consuelo Vega, interesándose por ese depósito y sobre todo por el estado en el que se encuentra un fondo documental y literario, que lleva por desidia institucional años repartido en varias viviendas, desvanes e, incluso, un hórreo -también pasó por un establo en Mieres-, además de en dos cajas de seguridad de un banco, donde, lógicamente, se hallan las piezas más importantes. Entre ellas, las primeras páginas manuscritas de 'La Regenta' con dibujos de Ana Ozores y el magistral, recreados por Clarín, o una versión que el autor rechazó de '¿Adiós cordera!', con alguna que otra tachadura y un comienzo singular.

Ese primer paso no se ha traducido aún en una cita concreta para conversar sobre las posibilidades institucionales.

Cuando haya fecha en la agenda del Principado, los herederos de Leopoldo Alas propondrán, probablemente, no ya una casa-museo, sino un «centro de estudios clarinianos», en palabras de Ana Cristina Tolivar, que permita seguir creciendo en el conocimiento sobre el autor del que se sabe ya que fue una de las personas más cultas y sabias de su tiempo. El resto de las cuestiones se centran en lo puramente razonable.

Más allá del bien y del mal

Y entre lo razonable está pensar que el futuro de la colección debe «quedar al margen de los vaivenes políticos y por encima del bien y del mal», dice la bisnieta e investigadora, a cuyo tesón se debe haber hallado, precisamente, el manuscrito de la obra que convirtió a Oviedo en la literaria Vetusta. Añade, además, Ana Cristina Tolivar, que «el destino de todo este importante material literario debe ser una cuestión estructural y no coyuntural».

«Nada hemos hablado, nada entonces podemos condicionar», insiste. Pero dentro de lo que considera sensato está, por supuesto, la «salvaguarda de todo el legado», lo que significa que el lugar que se convirtiera en su albergue definitivo deberá contar con las características y el personal necesario para que libros de varios siglos y cuartillas tintadas por Clarín no acaben destrozados por el tiempo y la mala manipulación.

También les parece más que importante que alguien se haga cargo del lugar para que se mantenga abierto. «Que no acuda un investigador en un momento determinado y se encuentre con que está cerrado a cal y canto como pasa con otros lugares, donde se albergan donaciones de las que nunca se vuelve a saber».

Cabe resaltar que hasta la fecha los herederos de Clarín nada han pedido. De hecho, tienen, pese a la llamada del Principado, muy pocas esperanzas de que se llegue a consolidar un centro clariniano para el que creen que se deben unir varias voluntades e instituciones, entre las que debería tener un peso específico la Universidad de Oviedo al lado de la Administración regional.

Ofertas rechazadas

Cabe también recordar que ya han tenido ofertas generosas de compra de la colección, ofertas que han sido rechazadas. «Nada nos hará cambiar de opinión», dice la nieta del escritor, que tiene muy presente el esfuerzo humano y el peligro al que sometió su vida su propia madre, Cristina Rodríguez, para que todo quedara en casa y no se dispersara, ni se quemara como respuesta a su «peligrosidad». Cristina Rodríguez, casada con el primogénito del escritor, que se llamaba como él, Leopoldo Alas (Argüelles, de segundo), quedó viuda tras el fusilamiento de su marido en 1937, siendo rector de la Universidad de Oviedo. En ese momento, sufrió saqueos en su casa y secuestro de parte de la biblioteca, pero se las arregló haciendo diversos traslados y burlando a las autoridades de la época para salvar las 6.000 piezas que ahora son su tesoro.

No pudieron hacer lo mismo los otros herederos de Clarín, sus hijos Adolfo Alas y Elisa Alas, los hermanos pequeños del rector. El primero dejó su legado a su esposa, que lo fue vendiendo y pasando de mano en mano, hasta llegar, a las del Principado, que compró su despacho y unos 200 libros a un vendedor. Hoy está todo en la Biblioteca de Asturias. Por su parte Elisa, a quien legó Clarín casi toda su biblioteca literaria, se vio obligada a quemar, página a página, la magnífica herencia para no morir de frío durante la guerra. Lo que queda en la familia es la colección Tolivar Alas que busca un lugar para pasar como se merece a la historia. «Un lugar que sea digno, nada más».

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