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ALEGRÍA. Kike Mateo celebra su duodécimo gol liguero, en presencia de Diego Castro. / JOAQUÍN BILBAO
Así se logran los ascensos
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Así se logran los ascensos

Los rojiblancos dan la vuelta a un partido en el que Mateu mostró una roja injusta a Míchel y dio un gol ilegal a los granadinos

MANUEL ROSETY mrosety@elcomerciodigital.com

Lunes, 5 de mayo 2008, 16:10

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Fue increíble, sensacional... La victoria de ayer del Sporting sabe a Primera. Épica. Ganó el Sporting en El Molinón, para delirio de los suyos, ante un buen rival y un mal árbitro. El Granada 74 complicó las cosas a los rojiblancos, que no ofrecieron una buena imagen, y tuvieron que superar la inferioridad numérica por la expulsión de Míchel y el gol en contra de Javi Guerra. El mes andaluz acabó bien, con tres triunfos de los cuatro encuentros. A la derrota de Málaga siguieron los triunfos sobre el Sevilla Atlético, el Cádiz y el Granada 74. La de ayer fue la más meritoria, la más trabajada y casi la más inesperada, según como fue transcurriendo el partido.

El Sporting afrontó el encuentro con un ambiente de gala, ruidoso y la mejor entrada. Los rojiblancos salieron con los previstos. El Granada 74 varió el dispositivo. Marcos Alonso sacó un 4-4-2, en el que Javi Guerra estaba algo retrasado y metió a Falcón en la banda derecha, con caídas del delantero dentro a su zona. En el centro del campo, Alberto era más defensivo, por detrás de un batallador Gibanel.

El Sporting salió con más presión y también con prisas. El equipo de Preciado tenía demasiado ímpetu y empezaba a perder el control del balón, después de los primeros acosos a la zona de Jaime, aunque sin ocasiones claras ante la portería visitante.

Capear el temporal

El Granada 74 estaba bien plantado en el campo y supo capear el temporal inicial, para comerle luego terreno al Sporting, sobre todo por la banda de Luque. Roberto fue providencial en la seguridad de la portería. Ante la falta de posibilidades de llegada, los gijoneses también lo intentaron desde fuera del área, con tiros de Míchel y de Kike Mateo, pero sin consecuencias.

El árbitro dejaba jugar bastante, pero el partido empezó a entrar en una fase bronca. La primera falta de los gijoneses se produjo en el minuto 25. Míchel estuvo en medio de una de esas acciones polémicas, con protestas de los visitantes, más expertos. A la siguiente entrada del lenense, punible de amonestación, Mateu se pasa con la roja.

Preciado recompuso las líneas con Mateo algo más retrasado. También Sastre y Pedro apoyaban algo la zona central. El Granada 74 se veía más cómodo y buscaba la espalda de los defensas rojiblancos, pero los dos centrales eran poco menos que infranqueables. Los visitantes cargaban más el juego por la izquierda, en busca de Luque.

El segundo tiempo se complicó más todavía. A los cuatro minutos, una internada de Luque, en la que apenas tenía opciones de llegar al balón y superar a Sastre, acabó con un centro después de que el balón traspasara la línea de fondo. Javi Guerra aprovechó la descolocación de la defensa para rematar con un disparo seco que superó a Roberto. El gol cayó como un jarro de agua fría, pero El Molinón no se vino abajo. Preciado hizo cambios. Metió a Barral por Pedro y alternó la banda derecha con Bilic y Kike Mateo, para buscar más profundidad.

El juego no era vistoso. Además, los granadinos usaban las armas de la veteranía para frenar el partido y perder tiempo en los límites reglamentarios. Hubo momentos en los que la superioridad numérica se notaba en exceso. El Sporting, muy revolucionado, sacaba fuerzas para contrarrestar a un rival con buen toque.

La presencia de Barral revolucionó la defensa granadina, con un extraordinario trabajo de Bilic. El Sporting buscaba el empate con mucho corazón. Era un equipo de raza, enrabietado. Sabía que ganaba la Real y el puesto de ascenso podía cederse a los donostiarras.

Llegó el empate en el momento justo. Jorge desvió un balón en el área visitante y Kike Mateo se anticipó para clavar el balón en el fondo de la portería granadina.

El encuentro entró entonces en una fase tensa y muy intensa. El Granada 74 quería alejar el balón de su portería con ataques a la zona gijonesa. El conjunto andaluz empezó a acusar el peso del partido y tenía algunas complicaciones con la presión gijonesa y, sobre todo, con el peso ambiental de El Molinón. En el tiempo añadido llegó el delirio en las gradas rojiblancas. Omar centra y Bilic gana la acción de cabeza. El balón acaba en el fondo de las mallas granadinas. Fiesta, algarabía, desmadre y todo lo que quieran. Es un gol que puede valer un ascenso.

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