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Cultura

Cuenta atrás para el cine

O. L. B.

Lunes, 5 de mayo 2008, 04:41

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Urtain tomó su nombre del caserío donde nació en un bucólico barrio de Cestona. Las demostraciones de fuerza le hicieron sufrir muy pronto. Así, la muerte de su padre parece fruto de la mente de un novelista perverso. Orgulloso de su fortaleza, José Ibar levantaba piedras, uncía bueyes y coronaba las sobremesas con una brutal apuesta: tumbado en el suelo, recibía el impacto de otros morroscos que saltaban sobre su pecho. Un día aguantó a diez. Hasta que el undécimo lo reventó.

El escritor Juan Bas recoge la verídica anécdota en su novela 'La cuenta atrás' (Ed. Destino, 2004), la historia de un boxeador que asciende a la gloria y desciende a la miseria inequívocamente inspirada en Urtain. El protagonista, rebautizado José Luis Arriola 'Segalari', crece feliz en el País Vasco rural de los años 50. De las pruebas de bueyes pasa al boxeo. Un ser de apetitos insaciables, cuya hambre de dinero, sexo y alcohol le aboca al desastre en Madrid. «Él no es malo, es una fuerza de la naturaleza», describe Juan Bas. «Se tira del balcón como se tiró Urtain, cogiendo carrerilla desde el fondo del piso».

'La cuenta atrás' es ya un guión cinematográfico que en breve se convertirá en película. El escritor bilbaíno desvela el nombre de un director de primera fila, aunque, de momento, ruega discreción. Al igual que el libreto de Juan Cavestany para Animalario, la historia comienza con un salto al vacío. Y, sí, Bas también sueña con Javier Bardem para calzarse los guantes.

Decadencia lóbrega

«Uno de mis recuerdos de infancia más vívidos es cuando Urtain ganó en 1970 el Campeonato de Europa de los pesos pesados frente a Peter Weiland», rememora el escritor, que describe al púgil como «un hombre hedonista y ambicioso al que sacaron de su ambiente». Bas habló con preparadores y boxeadores que conocieron al mito. «Me sorprendió el afecto que todos le profesaban. Eran misericordiosos hasta con sus años de decadencia lóbrega, cuando estaba más embrutecido».

El autor de 'La cuenta atrás' reconoce el carácter simbólico de Urtain, que tanto ha fascinado a los miembros de Animalario. «Era un héroe popular en una época necesitada de héroes». Nunca fue un gran boxeador. Comenzó a luchar muy tarde y venía del levantamiento de piedras. «Era muy fuerte, pero sus músculos eran compactos y cortos, poco apropiados para el boxeo». El escritor prefiere no hablar de tongos. «Digamos que al principio le ponían paquetes. Era un boxeador primario que fue aprendiendo».

Los tópicos culpan siempre a las malas compañías, y así sucedió con este «noble no tan bruto», que como buen aldeano pagaba todas las rondas. «La nube de gorrones que tenía a su alrededor se aprovechó de él. Acabó sus días vestido con unas mallas en ese espantoso espectáculo de la lucha libre que hoy está tan de moda», recuerda Bas. «Se hacía llamar 'El Tigre de Cestona'».

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