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La ciudadana estadounidense, Chere Lyn Tomayko, quien recibió este miércoles la condición de refugiada en Costa Rica. EFE/Jeffrey Arguedas
Una estadounidense, primera refugiada en Latinoamérica por violencia doméstica
COSTA RICA

Una estadounidense, primera refugiada en Latinoamérica por violencia doméstica

Tras años de huir y vivir con miedo, no sólo por la violencia doméstica de la que fue víctima, sino de las mismas autoridades de su país, la estadounidense Cherelyn Tomayko inició hoy una nueva vida al lado de su esposo y sus hijas en Costa Rica

NANCY DE LEMOS | SAN JOSÉ

Domingo, 27 de julio 2008, 13:08

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Tras años de huir y vivir con miedo, no sólo por la violencia doméstica de la que fue víctima, sino de las mismas autoridades de su país, la estadounidense Cherelyn Tomayko inició hoy una nueva vida al lado de su esposo y sus hijas en Costa Rica, país donde ahora goza del estatus de refugiada.

Tomayko, de 47 años, se convirtió esta semana en la primera mujer en Latinoamérica en recibir el estatus de refugiada por ser víctima de violencia doméstica en su país de origen, y toda Costa Rica celebró la decisión de las autoridades.

La estadounidense, enfermera de profesión, huyó a este país centroamericano hace diez años, con sus hijas mayores, de diez y ocho años, a causa de las agresiones de que era víctima por parte de su ex esposo, Roger Cyprian.

Sin embargo, Cyprian la acusó de secuestrar a la hija de ambos, Alexandria, hoy con 18 años, y fue así como esta mujer pasó a ser, desde 2000, una de las personas más buscadas por el Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés).

Cyprian compartía con Tomayko la custodia de Alexandria, en 1997, cuando la niña desapareció, junto con su madre.

Sobre el fracaso del intento de extraditar a su ex esposa, Cyprian comentó: "parece que cualquier puede cometer un delito aquí en Estados Unidos, irse a Costa Rica y quedar impune". Agregó que "lo que más quiero es ponerme en contacto con mi hija".

En Costa Rica, Tomayko se casó con el costarricense Javier Montero, con quien tuvo otras dos hijas, de siete y cinco años en la actualidad, y llevaba una vida tranquila y normal hasta que en septiembre de 2007 fue localizada por la Policía Internacional (Interpol), y ahí empezó de nuevo su calvario.

Hace siete meses Tomayko fue recluida en la cárcel a la espera de ser extraditada a Estados Unidos, donde le esperaba en Texas un juicio por secuestro internacional; pero su familia empezó a tocar puertas en el gobierno y organismos de derechos humanos, que de inmediato se unieron a la causa en favor de la estadounidense.

La luz de esperanza para la familia Montero Tomayko llegó el 23 de julio, cuando la ministra costarricense de Seguridad, Janina Del Vecchio anunció que, como máxima autoridad en materia de migración en el país, le otorgaba a la estadounidense el estatus de refugio, con el cual, automáticamente se cancelaba la extradición.

La noticia no fue bien recibida por las autoridades de Estados Unidos, quienes manifestaron su "decepción" por la decisión del Ejecutivo costarricense, pero hasta el presidente Oscar Arias defendió la situación de Tomayko.

Fin de la pesadilla

La pesadilla para esta mujer terminó el 25 de julio en la tarde, cuando la Sala Constitucional ordenó su excarcelación y pudo, finalmente, reunirse como una persona libre con su esposo e hijas, que la esperaban emocionados en la puerta de la prisión.

En medio de cámaras de televisión, flashes y una avalancha de periodistas, Tomayko parecía tener ojos solo para su familia, y tras agradecer al país por su respaldo, al gobierno y a las organizaciones que ayudaron a su liberación, afirmó con seguridad que lo que más deseaba era ir a su casa a "jugar con mis chiquitas".

Tomayko abandonó la cárcel vestida con unos simples pantalones de mezclilla y una camiseta rojo y azul, colores de la bandera de Costa Rica, que decía, "Tica (costarricense) de corazón", como una muestra de su aprecio por el país que le dio una nueva oportunidad.

Horas después, en una rápida conferencia de prensa, la estadounidense reiteró que "en este momento no puedo pensar en nada, solo en ir a mi casa a dormir con mi esposo y mis chiquitas, y mañana jugar en el jardín con ellas".

Aseguró que siempre confió en que no sería extraditada "porque creo en Dios" y porque "Costa Rica es un país donde se hacen valer los derechos humanos de todas las personas".

"Yo pude pasar toda la vida en la cárcel por mis hijas, por mis hijas fui encarcelada siendo un pecado, pero ya estoy lista para ir a casa", expresó con una sonrisa.

Tomayko asegura que no le guarda rencor a Cyprian y que reza por él, pero sí descartó volver en un futuro a su país, pues "Costa Rica es mi hogar ahora".

En este país, Tomayko es ahora una mujer libre, sin nada que temer y que cuenta con el respaldo total de la población y las autoridades.

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