Y todo a media luz

CREO que al ministro de Industria se le ha ocurrido una buena idea, aunque sea antigoethiana. 'Luz, menos luz', ha gritado. Como en el TBO, se le encendió una bombilla sobre su cabeza monda y lironda suministrándole la ocurrencia paradójica de repartir bombillas de bajo consumo. A mí este señor me cae, si no profundamente antipático, sí superficialmente. Desde que polemizó con Ruiz Gallardón en la tele le concedí el título de 'Chivato Mayor del Reino', pero insisto en que su plan de ahorro me parece excelente, a condición de que se aplique no sólo en los hogares españoles, sino en las innumerables ferias y verbenas de agosto. Hay que ahorrar por solidaridad con quienes tienen que hacerlo de manera obligatoria. Se dice que el aire es de todos, pero hay que reconocer que el aire acondicionado es únicamente de unos pocos. Hay que reducir el límite de velocidad de nuestros coches pensando que si lo hacemos todos nadie va a llegar antes y, sobre todo, hay que sustituir las tradicionales bombillas, que se funden cada dos por tres, por otras que duran más y gastan menos, condiciones que las asemejan a la prometida eternidad.

Se trata de ahorrar petróleo, incluidos los barriles cuyo suministro acaba de prometer el impetuoso presidente venezolano. Antes de que a alguien se le ocurra la idea de volver al 'plato único' hay que ensayar lo que empieza a denominarse patriotismo energético. A la fuerza ahorcan y nos puede servir la correa con la que nos han dicho que debemos apretarnos los pantalones. Sólo en una situación difícil se aguza el ingenio. Que nadie diga que el Gobierno ha demostrado tener muy pocas luces en su previsión de la crisis. Por fin ha reaccionado y delega en todos nosotros, que vamos a tener menos. Se hará lo que se pueda, Sebastián.