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La Casa Roja se erige hoy tan espectacular como antaño en el barrio de El Redondo de la capital del concejo de Ribadedeva./ NEL ACEBAL Eduardo Sánchez Escalante con su mujer, Teresa y su bebé.
Una mansión para Teresa
Sociedad

Una mansión para Teresa

La Casa Roja de Colombres celebra sus cien años en pie formando parte del rodaje de la serie de televisión 'La Señora'

GUILLERMO FERNÁNDEZ BUERGO

Domingo, 12 de octubre 2008, 04:36

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La villa de Colombres, capital del concejo de Ribadedeva, es el paraíso de las monumentales mansiones conocidas como casas de indianos. Casi todas son centenarias, se encuentran en buen estado de conservación tras haber cambiado de propietario y acaban encontrando fines muy distintos de aquellos para los que habían sido construidas. La Quinta Guadalupe, levantada por Íñigo Noriega Laso, es hoy la sede del Archivo de Indianos, mientras que la Casa de Piedra, promovida por Ana María Sánchez Escalante y su esposo Manuel Ibáñez, alberga la Casa Municipal de Cultura y la biblioteca municipal.

En el barrio de El Redondo se sitúa la Casa Roja, cuyo inmueble y jardín sirvieron como escenario en diferentes ocasiones para el rodaje de la serie televisiva 'La señora', de la que se convirtió en su principal icono. El edificio acaba de cumplir cien años tras haber sido encargada su construcción por el indiano Eduardo Sánchez Escalante, emigrado a Cuba. El maestro de obras fue Manuel Posada Noriega, que el mismo año había cimentado la Casona de Verines, en Pendueles, hoy propiedad de la Universidad de Salamanca, que destina el solar todos los años para el tradicional Encuentro de Escritores.

Los indianos más recordados en Ribadedeva iniciaron su emigración ultramarina a mediados del siglo XIX y se subían al barco en Gijón y Santander, en algún caso con apenas 13 años. México y Cuba eran sus principales lugares de destino.

Transcurrido el tiempo necesitaban regresar a Colombres para rendir la última visita a sus ancianos padres y para comunicar a los lugareños que se habían convertido en importantes hombres de las finanzas, el comercio y la industria. Uno de los clanes más representativos de este argumento lo simboliza la familia Sánchez Escalante: Ana María, Manuel, Francisco, Víctor, Perfecta, José y Eduardo, los siete hijos del matrimonio formado por Rafael Sánchez Caso, vecino de Colombres, y Teresa Escalante Valle, natural de Noriega.

Los Sánchez Escalante pasaron por La Habana al amparo de comerciantes amigos de la familia, establecidos en el ramo textil, y terminaron ubicándose en Santiago de Cuba, como importadores de telas bajo el nombre comercial de La Fortuna. Todos ellos acudieron a la isla caribeña y generaron una nueva cadena de emigración reclamando a parientes y vecinos.

Y en Colombres dejaron huella perpetua tras haber levantado cinco mansiones que hoy encajan perfectamente en el concepto de Casa de Indiano. Víctor reformó la casa y la cuadra de sus padres para convertirlas en dos edificios pareados, el principal de ellos conocido en la actualidad como 'La mansión del abuelo'. Ana María y su esposo Manuel Ibáñez construyeron la Casa de Piedra. Francisco promovió Villa Ignacia, nombrada ahora como 'Casa de los leones'. Perfecta levantó la Casa de las Palmeras, mientras que Eduardo fue el promotor de la Casa Roja, o Villa Teresa, que ese era el nombre de su esposa, a la vez que sobrina carnal, por ser hija de su hermana Ana María.

De la Casa Roja destaca su posición dominante para favorecer las vistas al Cuera y a las vegas que va formando el río Deva. Los diversos estudiosos de la personalidad del edificio le atribuyen estilo ecléctico, que no es otra cosa que la utilización de elementos de distintas épocas. Se le reconoce la combinación de los estilos clásico, colonial y rústico. El resultado de la obra consigue un conjunto personal y funcional para atender a necesidades concretas con la creación de un ambiente romántico, único, original, agradable y equilibrado.

Como elementos más destacados en la Casa Roja sobresalen la verticalidad de puertas y ventanas, el pórtico alejado de la calle, el nivel elevado del emplazamiento para jerarquizar el edificio, vestíbulos de grandes dimensiones, semisótano, profusión ornamental en carpintería y herrería, así como remates con elementos vegetales.

Y el destino final de la mansión de Eduardo Sánchez Escalante, que ya nadie recuerda lo que costó, pasa por haber mantenido la propiedad en la familia hasta 1970, año en el que fue adquirida, en un millón y medio de pesetas, por Antonio Díaz Obeso y su mujer Mercedes Aznar García de Castro. Apenas doce meses más tarde la traspasaban, en cuatro millones, al vasco Félix Horcajo y su esposa Dolores Quiñones. Hoy es propiedad de la hija de estos últimos, Dolores Horcajo Quiñones.

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