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Pintó 'Carnavalada de Oviedo' (1928), en el Museo de Bellas Artes. / J. DÍAZ Dulce Xil, Naciu 'I Riguilón y Anxel Nava, en la librería Paraxuga. / ÁLEX PIÑA
Tras las huellas del 'antroxu'
Oviedo

Tras las huellas del 'antroxu'

Un grupo de ciudadanos busca testimonios orales y comienza una investigación para recuperar la mascarada tradicional ovetense, perdida supuestamente con la prohibición franquista

MARTA FRECHILLA

Domingo, 22 de febrero 2009, 09:18

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Antes de las plumas y la purpurina, las telas brillantes y los disfraces coloristas que han contagiado y reinventado el Carnaval ovetense, hubo un 'antroxu' tradicional. Más enraizado en el acerbo popular asturiano, pero borrado por las sucesivas prohibiciones, ahora quieren recuperarlo las autoridades, por un lado, y los particulares unidos en grupos preocupados por la pervivencia de lo propio, por otro.

El Grupo Municipal Socialista, abanderado por la concejala Carmen Caballero, se empeñó en que la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF) debía incorporar las mascaradas tradicionales asturianas al programa de Carnaval, y parece que convenció con sus argumentos al PP, que preside su junta de gobierno. Hará falta, eso sí, una investigación de los personajes, fiestas, tradiciones y comedias propias de Oviedo. No daba tiempo este año, así que lo han dejado para 2010.

Les queda mucho trabajo por hacer, ya que se conocen pocos personajes propios del municipio, salvo La Destrozona, que interpreta un varón vestido de mujer y provisto de una escoba con la que da escobazos por las calles a cuantos se cruzan a su paso. La mayor parte de las veces, se hacía acompañar de una mujer, con la que juntos salían a dar gritos. Este hombre travestido era un personaje controvertido, provocador, que «ponía en solfa a los poderes políticos». Anxel Nava destaca esta faceta más crítica del personaje.

El artista es uno de los miembros de un grupo de personas decididas a investigar sobre el 'antroxu' tradicional urbano de Oviedo, lo mismo que han hecho otros colectivos que han conseguido recuperar las mascaradas rurales y hacer representaciones en varias localidades: en Pola de Allande, Xedré, El Valledor, Tormaleo o Valdesoto, con sus Sidros.

Como al Ayuntamiento y la SOF, no les ha dado tiempo a hacerlo de cara a este año. Poco se sabe de la mascarada ovetense, y por eso animan a que aporten datos a las personas mayores que vivieron el Carnaval antes de la prohibición franquista y conserven en su memoria cómo era. El punto de contacto es la librería Paraxuga (calle Paraíso, 2), el mismo lugar donde se reúnen.

A la espera de recibir la colaboración de quienes lo vivieron de primera mano y de documentarse más, Naciu 'I Riguilón dice que «todo está en el aire». Sin embargo, ya 'cocinan' a fuego lento algunas ideas, proyectos de cara al año que viene, como un desfile siguiendo el recorrido de la antigua muralla de la ciudad, entonando coplas de 'antroxu' e, incluso, representando alguna comedia, o talleres para elaborar máscaras y las vestimentas para lucir en el pasacalles. Por ahora, explica la librera Dulce Xil, su única inspiración son los cuadros de carnaval de Evaristo Valle, uno de ellos, con el paisaje de Oviedo de fondo. Habrá que esperar al Martes de Carnaval de 2009. De momento, el martes la librería hará un 10% al que vaya disfrazado y regalarán postres típicos de esta época del año.

Aparte de La Destrozona, que llegó hasta Madrid y aparece en un cartel del Círculo de Bellas Artes no se sabe si por influjo asturiano o de otras regiones donde también existiera una figura parecida, también se pueden considerar personajes del 'antroxu' ovetense los gigantes y la Tarasca. Así aparece en el libro 'El teatro en Oviedo', de Celsa Carmen García Valdés, donde se cita el parentesco entre las mascaradas de invierno ylas fiestas del solsticio de verano.

Mucha historia detrás

Fue antes de que Franco acallara esta tradición. Sólo los niños se escapaban de la prohibición y compraban caretas en los quioscos. Lo recuerda la cronista oficial, Carmen Ruiz-Tilve, en aquel entonces una niña que, como los demás menores, gracias a su inocencia quedaba fuera de toda sospecha.

Pero no fue la primera prohibición. En el Archivo Municipal guardan un acuerdo municipal de 1716 con el que, por orden real, las autoridades pusieron coto al carnaval, una costumbre de vestir disfraces, dice, traída de «otras naciones diferentes» y que «es una ofensa a la majestad divina».

Al final volvieron las carnestolendas. Y lo hicieron con éxito. En 1891, el periódico El Correo de Asturias habla de «un paseo del Bombé muy concurrido» en el Martes de Carnaval. Había más mujeres disfrazadas que en años anteriores y que, con la máscara puesta, se tornan más calladas. Cierra la nota con un comentario de un supuesto ciudadano, con un deje ciertamente machista para nuestros tiempos: «Hay un medio fácil para quitar de raíz la locuacidad de las mujeres. Obligarlas a que lleven todo el año máscara».

Ruiz-Tilve comenta la celebración en el siglo XIX de bailes de máscaras en la Cámara de Comercio, el Centro Mercantil, entonces en la plaza de Porlier. De uno de ellos da cuenta El Correo de Asturias, que cita «un local lujosamente adornado» y un «salón profusamente iluminado», «insuficiente para contener el gran número de lindas señoritas que acudían». También asistían «muchas forasteras elegantemente vestidas que favorecían con su presencia el baile».

Mientras las clases altas se codeaban en estos bailes, de cuyo glamour las descripciones periodísticas no dejan lugar a dudas, las populares se pintaban cejas y bigotes con un corcho quemado y lo celebraban en la calle. «¿Mascarita me conoces?», recuerda, era la pregunta más repetida, con la ilusión de que el interlocutor no cayera en la cuenta.

Al parecer, el Carnaval se celebraba y mucho. La archivera municipal, Ana Herrero, desempolva El Correo de Asturias de 1915 en que hace alusión a un «paseo de autos y coches a todo lo largo de la calle Uría», acompañadas de batallas de confetti y serpentinas entre participantes y espectadores. Era el carnaval de los burgueses.

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