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Patrimonio
CUARTO CUADRANTE

Patrimonio

JUAN MANUEL WES

Domingo, 7 de junio 2009, 04:41

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L a semana que finaliza instala en las estanterías de la memoria personal y colectiva atención en temas deportivos, más concretamente en el fútbol. La alegría de quienes vivieron el ascenso o mantenimiento de categoría del equipo de sus a amores, del mismo modo que la decepción en aquellos otros que la perdieron o no fueron capaces de cumplir objetivos.

Ensamblaje de la próxima temporada en cuanto a fichajes, traspasos y todo ese largo componente que sustenta el entramado del llamado deporte rey y que, en tiempo de ajuste final, coincide con el inicio del tour de Francia, acontecimiento deportivo del verano y previo a los trofeos pachanga que son umbral de la cita futbolera que emerge cuando agosto avanza en tramite de rendir andadura.

La Copa Confederaciones, que se disputará en Sudáfrica y con el referente de ser a nivel de selecciones, engancha atención en tiempo intermedio. Semana, que por otra parte, ha transitado en ser segunda y última de una muy pobre en imaginación campaña electoral para las europeas, incluida la gansada de la señorita Pajín que anunció, urbi et orbi, un «acontecimiento histórico planetario» a partir del próximo mes de enero, que es cuando España asume, por imperativo de turno, la presidencia semestral de la Unión Europea.

Deporte y política, cada uno por su lado, pero en trayectoria de aproximación, han sido tema de actualidad y que, en el caso asturiano, se aúnan en el ascenso del Real Oviedo de Tercera, que es salir de un pozo sin fondo, a Segunda B y la permanencia en la categoría de oro del Sporting de Gijón. Asturias vibró con los dos. Las 'mareonas' rojiblanca y azul evidenciaron el dato de los apoyos con que cuentan ambos conjuntos a la hora de identificarse con sus colores.

Vistas las cosas así, contemplando la realidad desde esta orilla del Cantábrico, visionando la imagen que proyecta el equipo que viste y representa los colores de esta villa, la cosa cambia. Decía el entrenador del conjunto carbayón que lo mejor del Real Oviedo era su patrimonio: su afición. Cierto y demostrado. Si de identificación con el equipo hablamos ¿qué decir de Gijón y su Sporting? Sobran palabras porque la realidad apabulla. Tornar la mirada hacia el Real Avilés Industrial es apreciar la imagen opuesta.

Recordar el pasado. Ahogarse en la nostalgia de lo que ayer fue y hoy no es. Palpar la perdida de identidad en valores de un equipo que se salvó por lo pelos de bajar a regional; que se arrastra por los campos de tercera con mas pena que gloria; que es incapaz de dar una mínima alegría a los cada día menos aficionados que se dan cita en el Suárez Puerta y que, por otra parte y además preocupante, es imagen famélica de mínima alegría deportiva y constatación de quiebra económica como sociedad.

Como decorado de fondo, un estadio municipal, con diez años cumplidos, sucio, destartalado, falto de mantenimiento, que igual sirve como parking de coches o carrozas, que como escenario para conciertos de rock. Constatación de chapuza es también el hecho de que aún esté pendiente de remate de obra el cierre, un proyecto también municipal que tardó más de un año en ejecutarse, después de que se viniera al suelo el cierre perimetral de la rotonda que es fachada a La Exposición.

Proyectos deportivos una y otra vez fracasados son equipaje con el que viaja el desacierto reiterado de quien se hizo con la sociedad deportiva, más la indiferencia apuntalada por los hechos de que hace gala el gobierno del municipio hacia la imagen deportiva que representa a la ciudad, siembra semilla de duda y abre camino a la especulación ante el futuro que le espera al fútbol en esta ciudad.

Al Real Avilés Industrial sólo le queda el patrimonio de sus seguidores, pero cada día son menos. Tan real como la vida misma.

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