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Un turista en la Revolución del 34
Cultura

Un turista en la Revolución del 34

Cambalache publica la versión en castellano de la crónica del periodista belga Mathiu Corman sobre la sublevación asturiana

MIGUEL LLANO

Lunes, 15 de junio 2009, 04:37

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En las guerras no conviene la prensa, máxime si es extranjera. Antes de la guerra civil española, un periodista belga tuvo el atrevimiento de querer vivir una revolución. Junto a un amigo y en una moto -que deja traslucir un vago aire revolucionario-, Mathieu Corman fue el primer extranjero que se adentró en la Revolución del 34. Ambos profesionales hacían hasta entonces guías de viajes para turistas y se convirtieron, no sin riesgo, en la primera voz que llevó a Europa el levantamiento asturiano.

'Incendiarios de ídolos. Un viaje por la revolución asturiana' es la primera traducción al castellano del libro que Corman publicó en París en 1935 (título original: 'Brûleurs d'idoles. Deux vagabonds dans les Asturies en révolte'). Fruto de la causalidad y el interés que el Local Cambalache de Oviedo ha puesto en que esta historia de Corman viese la luz, ha llegado a las manos de todos la posibilidad de conocer el pasado no tan lejano visto a través de los ojos de otro, de un extranjero.

Corman era un hombre con un profundo sentir de izquierdas, tanto que llegó a luchar con las brigadas internacionales durante la guerra civil. José Mario Armero ('España fue noticia', Madrid, 1976) lo describe en su libro como «el corresponsal belga que cubrió el avance sobre Teruel con una granada en la mano izquierda y una pistola en la derecha».

Él, cosas del azar, vivió también los bombardeos de Guernica estando en suelo vasco y sus biógrafos dicen que fueron precisamente sus textos, publicados en el periódico comunista parisino 'Ce Soir', los que inspiraron el Guernica que pintó Pablo Picasso. Fueran o no, «la primera crónica que se leyó en París a cerca del bombardeo llevaba su firma», lo cuenta Carlos García Velasco, traductor y prologuista de 'Incendiario de ídolos' y lo refrendan los innumerables escritos sobre la guerra civil en la que se citan periodistas. Su nombre aparece junto a Heningway, Matthews del 'New York Times' o el fotógrafo Robert Capa.

Su libro, centrado en Asturias, cuenta desde cómo consiguieron engañar a la Guardia Civil para que les dejase aproximarse al ahora Principado diciendo que eran simples turistas, hasta como los vecinos de Potes, Infiesto, Colunga y otras localidades los saludan puños en alto al confundirlos con revolucionarios.

Hay en el texto momentos de incertidumbre y continuas trifulcas con uno y otro bando para que se les permita continuar su camino. En Infiesto unos guardias quieren retenerlos: «¡Si ustedes no quieren dejarnos pasar, deben detenernos y llevarnos a prisión, lo que no les aconsejamos si quieren estar a buenas con sus superiores! Secamente nos dejan pasar», cuenta Corman, que después de forma graciosa, demuestra que fue capaz de entender la idiosincracia del país: «A los guardias civiles españoles no les gusta que se burlen de ellos», escribe en otro capítulo.

El texto además del viaje en moto narra como vivió en primera persona la toma de los cuarteles de Oviedo, de Sama y la lucha por la Fábrica de Armas, «al principio lo más objetivamente posible; después se dejará ver su simpatía por el Partido Comunista», asegura el traductor, Carlos García. Esta es la narración de lo que ocurrió en Sama de Langreo: «En los últimos momentos. antes de sucumbir, los guardias civiles de Sama lanzaron una llamada de socorro que se recibió en Oviedo, capital de la provincia, distante veintidós kilómetros. Los rebeldes lo saben. Se les advirtió de que un fuerte contingente de guardias de asalto sería enviado a Sama para restablecer el orden. Trescientos sublevados, armados con escopetas y cartuchos de dinamita, van en camiones a Olloniego, el primer pueblo después de Oviedo por el que pasarán los guardias de asalto».

Esta crónica, que intercala audazmente las informaciones aparecidas en los medios españoles de la época con lo que él mismo había vivivdo, es prolija en descripciones y, salvando la distancia del tiempo, puede que algún lugareño recuerde, por ejemplo, los bares en los que Corman estuvo, no en vano, se dedicaba a hacer guías de viaje. Uno de los primeros que puede encontrase es un chigre de la localidad de Potes: «La taberna es uno de esos tugurios de los muchos que hay en las zonas rurales españolas. Con sus grandes barricas alineadas a lo largo de las paredes y su techo bajo, del que cuelgan odres llenos de vino, parece una despensa de provisiones».

En definitiva, este libro, que puede leerse de forma gratuita en la web localcambalache.com, es un texto nuevo, ligero e interesante que a pesar de haber sido publicado en el año 35 resulta «bastante asequible y divulgativo».

Según su prologuista «nos permite acercarnos no sólo a la realidad de lo que ocurrió esos días, sino también a quién era él y el impacto de sus textos en Europa».

Corman, un hombre atípico que llegó a llevarse una bomba alemana de las que cayeron en Guernica hasta París, para demostrar que era cierto lo que contaba, nos dejó una visión de Asturias que raramente aparece en los libros, una versión que quizás convenga haber leído.

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