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5.000 personas al ritmo de Melendi en la Laboral

5.000 personas al ritmo de Melendi en la Laboral

El cantante asturiano lo dejó todo en el escenario y cantó 27 temas en su décimo aniversario de su gira

Alberto Piquero

Domingo, 27 de julio 2014, 00:02

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El cantante asturiano congregó a cinco mil personas en la plaza de la Laboral, en un concierto que sirvió para hacer balance de sus diez años de música y decir adiós en directo a sus primeras canciones. Fue profeta en su tierra y se apuntó un diez de un público diez.

Ramón Melendi (Oviedo, 1979) fue al artista español que más espectadores congregó el año pasado durante sus conciertos. Por lo visto, en la noche de hoy en La Laboral, continúa la racha con cinco mil personas que pasaron por taquilla, que en los tiempos que corren no está nada mal. En esta ocasión, tal como anunciaba, para despedirse de algunas de las canciones más celebradas de su repertorio, que el mundo sigue rotando. Aunque a tenor del delirio que provocaron entre el gentío que aclamó y coreó de forma multitudinaria las piezas ofrecidas, como si estuvieran en pleno vigor y efervescencia, tal vez haría bien en pensarlo dos veces y mantenerlas en reserva.

Al comienzo de la gira, que inició el mes pasado, Melendi declaraba con lucidez que tiene presentes las emociones encontradas que despierta su figura y su música, «los que me quieren, me quieren; los que me odian, me odian». Resulta bastante evidente que la muchedumbre que le arropó bajo la Luna gijonesa, de corte predominante en la franja generacional adolescente y juvenil, pertenece a los que le quieren. Unos cuantos, no pocos, aguardaban desde horas antes para verle. Fue junto a las diez y media cuando la luz del escenario auguraraba su inminente presencia y apenas veinte minutos después él pronunciaba las palabras del agradecimiento: «Gracias por los diez años junto a mí, en las buenas y en las no tan buenas», les dijo a los suyos.

Venía dispuesto, por decirlo al modo que escribió en 'Yo quiero ser guerrero' (que así se autodenominan orgullosos sus seguidores de la primera hornada, guerreros), a dejarse las protuberancias viriles en cada canción, a la entrega total, vaya. Y el eco del público, que mezcló los arrestos corales con episodios de baile, interjecciones que proclamaban su fervor por el cantante y en algún rincón siluetas románticas, pusieron la coreografía exterior al escenario con idéntico acento e intensidad.

El recorrido por el repertorio que ha ido creando desde 'Sin noticias de Holanda', aquellas estrofas que hablaban de hierbas recreativas, que por supuesto tuvieron su sitio (musical) en la velada, fue una muestra y una demostración de que entre sus virtudes innegables también está el haberse currado de manera notable el oficio, pues el listado es largo.

Ocasión asimismo para advertir su evolución en la perspectiva de unas letras, abundantes en los recovecos del amor, pero que por otro lado han ido derivando de la agitación explosiva a zonas más sosegadas y reflexivas, con su ápice en 'Cierra los ojos', que aconseja no perderse en la falsa libertad de algunas sustancias químicas.

Que dos furgonetas y un mostrador de de la Federación Española del Banco de Alimentos, abiertos a la solidaridad de los asistentes al recital, se colocararían en las inmediaciones, perfila complementariamente ese viraje hacia una imagen con renovados compromisos.

Junto a la entrega total reseñada, Melendi, que anda explorando para su próximo disco vertientes inéditas en su trayectoria, de momento preservó su identidad artística popular, que así lo requería la cita, estimable de voz y dejándose llevar por aires de rumbas, trepidaciones rockeras y pasajes sentimentales, «caminando por la vida sin complejos ni temores», que, por supuesto, sonó alto claro y claro en clave coral. Antes, y junto en el arranque de la noche, se dejaron oír 'Mis alas son tus hojas' -en medio de la que llegó el primer saludo, al grito de «buenas noches paisanos»-, 'Como una vela', 'Con la luna llena' y 'Quiero ser feliz'.

Llegarían después otros imprescindibles del repertorio Melendi como 'Lágrimas desordenas' o 'Arriba Extremoduro', que se dejó oír antes de que lo hicieran las bises que estaban por augurar el final.

En el camino, una banda compacta con tres guitarras, bajo, batería y teclados, altos de decibelios y de ecualización impecable. Un noche diez para su público.

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