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El gijonés Isidro Álvarez entra en el recinto Luis Adaro a las once en punto de la mañana nada más abrirse las puertas.
Espiando a Isidro

Espiando a Isidro

El visitante número 1 pasea al ralentí, ojea coches y sofás, pero no prevé más gasto que el tentempié

Adrián Ausin

Lunes, 4 de agosto 2014, 12:16

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Minuto uno. EL COMERCIO se aposta en la taquilla de la Feria y entrevista al hombre que adquiere la primera entrada. El interrogatorio informal al que le somete Chelo Tuya (ver última página) impide a Julio así se llama ser también el primero en entrar al recinto. El honor le corresponderá a Isidro Álvarez, a quien sometemos a un discreto espionaje. ¿Qué hace Isidro? ¿Cuáles son sus gustos? ¿A dónde se dirige? Su primer objetivo es un Mercedes. No empieza mal. 250 euros al mes parece un buen reclamo para la luna delantera. Enseguida muestra gusto por el motor: mira un Nissan Juke, pasa por Subaru y Honda, curiosea unos quads y se va al WC. Tras la parada técnica, Isidro se interesa por los sofás. Observa un chaise longue de 2.238 euros, prueba un tres plazas de 863 y cuando sale a la calle resulta abducido por una azafata que se lo lleva derecho a Seguros Santa Lucía. Allí le ofrecen una tapa de picadillo y pulpo a cambio de «sentarse un rato» con un comercial. Pero Isidro se las sabe todas. Platica 10 minutos y se va, sin abrir la cartera, con una bolsa de regalo. Vuelve a por los sofás. Según se enterará su espía más adelante, Isidro está madurando cambiar el salón de casa y la Feria es un buen sitio para ir tanteando precios y calidades.

Camina despacio nuestro hombre, sin prisa alguna, con pasos casi laterales que hacen difícil adivinar el rumbo que va a tomar en cada momento. En el pabellón 5 sigue con fijación en los muebles. Le ofrecen sal antimanchas ecológica, un pelador por diez euros, un tratamiento dental, unos frutos secos griegos. Pero Isidro es duro de pelar. Recoge folletos, los mira y los tira discreto a la papelera.

A las 12.40, el perseguidor empieza a acusar cansancio. El primer visitante de la Feria también. Ha recorrido cuatro pabellones al detalle y se ha ido fijando en casi todo, sin comprometerse con nada. De repente, para, se rasca la barbilla y acaba por orientar sus pasos hacia Cafento tras una parada más ante unos quads. Pide un café solo. El espía considera llegado el momento de quitarse el antifaz tras dos horas de discreta persecución. «Hola Isidro», le espeta. Él mira sorprendido. Tras las presentaciones, insta al visitante número uno de la Fidma 2014 a adelantarle su plan para dejarle tranquilo de una vez.

Isidro Álvarez estará en la Feria hasta las cinco de la tarde. En su maratón de seis horas prevé hacer una segunda escala gastronómica para comer ligero. «Picaré un poquitín». Un bocadillo o una hamburguesa en un lugar por determinar. En principio, no comprará nada. Solo quiere mirar. Quizá se incorporen más tarde al paseo el hijo y la nuera, siempre que no les tire más el Hípico.

La pregunta es obligada: ¿Qué le parece lo visto? La respuesta encaja en los parámetros del gijonés medio que visita la Feria de Muestras de forma incondicional. «Un poco lo de siempre». ¿Lo de tolos años? «Hombre, alguna novedad había en temas dentales». Dejas finalmente en paz a Isidro con su pequeño café. ¿Piensa volver? «Sí, el día del Banco Herrero».

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