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Una de las campañas de excavaciones arqueológicas alrededor de la muralla del castro de la Campa Torres, en 1994.
Roma salió a la luz en la Campa

Roma salió a la luz en la Campa

De factura más tosca que la construida en Cimadevilla, los expertos destacaban que defendía un campamento romano

MARCO MENÉNDEZ

Jueves, 14 de junio 2018, 13:26

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El 21 de agosto de 1984, el equipo de arqueólogos que realizaba las excavaciones en la Campa Torres hizo un importante anuncio: habían sacado a la luz una «importante muralla romana», algo que hasta el momento se creía imposible, pues el castro cilúrnigo ubicado en el cabo se pensaba que había mantenido sus defensas astures.

El director de las excavaciones, el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona José Luis Maya, explicaba entonces que «se trata de un muro defensivo realizado con menos cuidado y de forma más tosca» que el construido en Cimadevilla. En concreto, una muralla de unos cien metros de longitud, tres de altura y cuatro de ancho y servía como «defensa del campamento romano». En su construcción se emplearon sillares de cuarcita armoricana, una roca muy abundante en la zona y de fácil manejo.

En la misma campaña arqueológica se localizaron también fuertes defensas en la zona suroeste del asentamiento, única zona de acceso hacia el poblado romano, con dos fosos con un parapeto intermedio que hacía de contrafoso.

José Luis Maya también resaltó hace 30 años lo bien conservada que se encontraba la muralla, excepto en los lugares en los que se ubicaban las instalaciones militares. Subdividido con paramentos individuales, este tipo de muros son típicos de algunas zonas castreñas del Occidente asturiano, según los expertos.

Aún hoy hay diferencia de opiniones sobre la antigüedad de la vieja Noega, germen de lo que es Gijón. Algunos autores apuntan a los siglos II ó I antes de Cristo como inicio del asentamiento, en base a las cerámicas encontradas en el lugar. No obstante, posteriores análisis con Carbono 14 retrasan los primeros asentamientos a unos 500 años antes de Cristo.

Lo que sí parece cierto es que la primera excavación en la Campa Torres la llevó a cabo el arquitecto Manuel Reguera González, a instancias de Jovellanos. Buscaban el Aras Sestianas, un imponente monumento que, según las crónicas antiguas, se había levantado en Noega en honor al emperador Octavio Augusto. Pero hasta la década de 1970 no se volvió a tener interés científico por este viejo castro. En 1973 fue José Manuel González y Fernández-Vallés quien reconoció este terreno de más de 8 hectáreas de superficie, si bien las campañas de excavación más serias comenzaron en 1980, con los trabajos de Manuel Fernández Miranda, José Luis Maya y Francisco Cuesta.

Desde Estrabón

La peculiar ubicación del castro, así como la importancia de sus cercanos fondeaderos, no pasaron inadvertidos a cronistas de la antigüedad como Ptolomeo o Estrabón, que llamaban al lugar Noiga. Fue el romano Mela quien habló del 'oppidum' (gran poblado, bien fortificado, de los pueblos bárbaros) Noega y resaltaba que contaba con Aras Sastianas, al igual que más tarde hizo Plinio el Viejo.

Las guerras de los romanos contra los pueblos cántabros y astures, con el propio Octavio Augusto encabezando seis legiones y varios cuerpos auxiliares con un total de 60.000 hombres, propició la conquista de Asturias y hacia el año 19 antes de Cristo los romanos tomaron Noega. El poblado sufrió una importante transformación, pero no fue de manera traumática, sino que hubo una integración total entre los pobladores, los cilúrnigos, y los conquistadores. Las tradicionales casas circulares de los astures se cambiaron por otras cuadrangulares, propias de Roma, construidas con piedra y con techos de teja. Los romanos también dejaron pozos y aljibes, haciendo de Noega el único castro romanizado conocido.

Pero la creciente colonización de un lugar mejor ubicado, en Santa Catalina, hizo que poco a poco Noega fuera perdiendo importancia, hasta que quedó totalmente despoblada en el siglo III.

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