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Última foto de los niños ucranianos y sus familias de acogida, ayer por la mañana, antes de tomar el avión de vuelta a Kiev.
«Nos decía que nos quería en español y ruso»

«Nos decía que nos quería en español y ruso»

«Es una experiencia inolvidable» para los pequeños, que adoran venir a Asturias y suelen repetir todos los veranos

EUGENIA GARCÍA

Martes, 26 de agosto 2014, 00:22

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«Emocionante». Así calificó Jesús Santos Villagrá, presidente de la organización solidaria Expoacción, la despedida al grupo de niños ucranianos que han pasado el verano entre la playa y las romerías asturianas en Luanco y Gijón. Entre lágrimas y abrazos, los niños, procedentes de Kiev, dijeron ayer adiós a quienes fueron sus familias durante mes y medio. Para la mayoría, este verano de hermanamiento se ha hecho demasiado corto.

La iniciativa comenzó hará unos once años, de manos de la asociación Gozón Solidario. Hace tres que Expoacción amplió sus redes a Gijón. «Es una experiencia maravillosa tanto para las familias asturianas como para los niños. Tanto, que cada año se apuntan más y siete de los once niños que han venido este año repetían», explicó Jesús Santos.

Entre ellos está Xiora, que con dieciocho años es el mayor del grupo. Lleva once viniendo a Luanco. Sus familias -tanto la asturiana como la ucraniana- temen que el año que viene no le sea posible regresar, puesto que el papeleo necesario resulta muy complicado. Temen también que se vea involuntariamente involucrado en el conflicto armado de su país, que sea reclutado. Pero en Luanco no tiene dudas: harán lo posible para que el chaval vuelva a disfrutar de la gastronomía y las playas asturianas el próximo verano.

«Este año la estancia ha sido doblemente gratificante para los niños, ya que muchos tienen algún familiar en peligro por la guerra», contaba el presidente de Expoacción. Durante el mes y medio que pasan aquí, los niños disfrutan conociendo otro entorno, lejos de la desfavorable situación que viven en su país.

Y en Asturias, sin duda, les dio tiempo para mucho. Fueron recibidos en el Ayuntamiento de Gijón, visitaron el Acuario y el Jardín Botánico e incluso hicieron una excursión a Luarca en la que compartieron una comida y buenos momentos con las madres del hogar de San José, unos en la playa y otros visitando los alrededores de la villa marinera. Pero el recuerdo más importante e imborrable será, sin duda, el de los instantes pasados en familia.

«Tenemos una hija en Kiev»

Así lo sienten Ana y su marido Leonardo. Bilina es su hija ucraniana: la más pequeña del grupo. Toca el violín, el piano, el saxo y la flauta travesera, le encanta bailar y, para todos los participantes en el programa, es «una auténtica joya». Era la primera vez que esta pareja de gijoneses acogía a un niño ucraniano, pero no será la última. «Es una experiencia preciosa», cuenta Ana. Su hijo y la niña «se compenetraron perfectamente, tenían un punto en común muy fuerte, la música». «Oyes que es gente menos cariñosa, pero Bilina nos demostraba su agradecimiento constantemente con achuchones y besos, nos decía que nos quería en español y en ruso», explica. Estos niños demuestran que el idioma no es ninguna barrera.

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