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«Hay datos suficientes para demostrar la falsedad de todo lo que la OLAF dice»

«Hay datos suficientes para demostrar la falsedad de todo lo que la OLAF dice»

«No conozco a ningún contratista que haya quedado inhabilitado por parar una obra para subir el precio»

nACHO PRIETO

Lunes, 24 de noviembre 2014, 07:33

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Con la obra de ampliación de El Musel nuevamente en entredicho, no sólo por su contratación y ejecución, sino también por su necesidad, José Luis Díaz Rato sigue defendiendo con convicción todo lo hecho.

-Por empezar por el principio y con la perspectiva que da el tiempo, ¿fue un error poner a disposición de todos los ofertantes la cantera de Aboño por muy buena intención que hubiera en ello?

-Visto lo ocurrido, fue un error garrafal. Quisimos reabrir esa cantera y ponerla a disposición de todos los posibles adjudicatarios, pero todo salió mal. HC ocultó información sobre sus previsiones de construir una planta de desulfuración y, a la hora de la verdad, paralizó la explotación. Pedimos compaginar ambas cosas, pero no quiso, y cuando por fin se pudo utilizar esa cantera, dos años después, fue en unas condiciones leoninas.

-¿Es normal que una empresa o UTE presente una oferta a un concurso sin tener garantizados los suministros?

-Es como se hacen las ofertas en España. Se hace un estudio técnico, pero también hay un factor de oportunidad. Si quiero coger esta obra, tengo que poner esta baja y para ello realizo las previsiones de costes materiales conforme al escenario más optimista y luego ya lo defenderé. Se cuenta con que ningún proyecto es perfecto, con que siempre se puede mejorar, y para hacerlo se ajusta entre las partes el precio. Pero, ¿qué pasa si el contratista se planta con la obra a medio hacer y dice que no puede seguir? No conozco a ningún contratista que haya quedado inhabilitado por parar una obra para subir el precio, mientras que la Administración tiene muchos problemas y demoras para rescindir un contrato, así que se negocia. En el caso de El Musel, estábamos condicionados por el plazo, ya que corríamos el riesgo de perder la subvención.

-¿Por qué condicionaba tanto el plazo si al final hubo prórroga?

-El Musel entró con calzador en el programa de fondos de cohesión 2000-2006, porque España no pidió la subvención hasta el año 2004 y el plazo para realizar las obras conforme a ese plan finalizaba en octubre de 2008. Todas las obras hechas fuera de ese plazo quedarían fuera de la subvención. Se acabó logrando una prórroga hasta diciembre de 2010, pero cuando se planteó el problema no podíamos contar con ello. Además, la posibilidad de prórroga es para obras ya contratadas, y rescindir el contrato supondría, como mínimo, perder un año. No se podía parar. Si se hubiera parado la obra, nos hubiera cogido la crisis y no se hubiera hecho. El Musel no se ampliaría nunca y un puerto que no crece tiene los días contados.

-Hay quien insiste en que era una obra innecesaria...

-Si creemos que Asturias tiene futuro y va a crecer e incorporarse a la economía mundial; si creemos que podemos jugar un papel en el mundo de la logística y el transporte, no queda más remedio que adaptar las instalaciones. Ahora puede decirse que Europa está en recesión, pero cuando la economía crece, el transporte marítimo crece, por lo menos, dos puntos por encima y, ¿a dónde van a ir esos tráficos? Si no tienes capacidad, apaga y vamos, porque lo que tú no puedas coger, va a cogerlo el de al lado. Bilbao, Ferrol, Coruña se han preparado, porque, si no entras en la logística mundial, a morir. Cuando yo llegué al puerto, en 1975, se terminaba el Dique de Levante y su morro. Si no se hubiera hecho el Príncipe de Asturias, hoy no existiría la EBHI, que empezó a funcionar en 1991; y si no se hubieran hecho los muelles de La Osa, al final de los 70, no hubiera sido posible en los 90 poner en marcha una terminal de contenedores. En los puertos hay que pensar siempre a largo plazo.

-Es polémico que no se haya adjudicado la obra a la oferta más barata...

-El concurso tenía una parte técnica, que se valoraba en un máximo del 60%, y otra parte económica, con un valor máximo del otro 40%. La comisión técnica de valoración estaba formada por dos ingenieros de Puertos del Estado y otros dos de la Autoridad Portuaria de Gijón, ya que el director y el jefe de Infraestructuras de El Musel teníamos la misión de coordinar. La oferta de Constructora Hispánica, que fue la más barata, no llegó a 60 puntos en la valoración técnica y, según las bases, en ese caso tendría una penalización del 50% de los puntos.

-¿Valoración condicionada por la aceptación de las canteras propuestas?

-Las canteras tenían una influencia mínima. Había otros muchos factores, como los medios terrestres y marítimos disponibles.

-¿A quién se le ocurrió buscar financiación para el sobrecoste como una segunda fase de la obra?

-En 2007 ya no se podía pedir ayuda a la Unión Europea con cargo al programa 2000-2006 de los fondos de cohesión. Quedaba el programa 2007-2012 y salió de Puertos del Estado y de Hacienda la idea de dividir el proyecto adjudicado en dos: una parte la componían los diques y taludes, y la otra, los muelles.

-¿Pudo haber enfadado esa fórmula a la OLAF?

-Meter parte de la obra en el nuevo programa de fondos de cohesión era una forma de buscar solución al problema que no nos llamó especialmente la atención, ya que fueron expertos del Ministerio de Hacienda quienes lo vieron factible. Por otra parte, con los inspectores de la OLAF yo no tuve trato alguno, porque cuando ellos llegaron ya no estaba en el puerto. Sí estuve en reuniones con la Dirección General de Mercado Interior de la Comisión Europea y lo que vimos entonces es que teníamos enfrente a personas con un desconocimiento total de lo que es una obra marítima y del sistema de contratación español. Decir que de la cantera de Perecil salieron no sé cuantos millones de toneladas de piedra, cuando cualquiera que se acerque sabe perfectamente lo que hay allí, es simplemente una mentira fácil de desmontar. También el informe dice que Perecil 2 garantizaba seis millones de toneladas, pero en realidad no proporcionó ninguna, porque el Ayuntamiento de Carreño se opuso a su explotación. ¿Es que no saben leer esto? ¿Es que no saben lo que es una obra marítima? ¿Es que no distinguen entre esquistos, que es una porquería que no sirve para nada, y lo que llamamos pedraplén?

-Pero parece ser que el informe de la OLAF convenció a la Comisión Europea...

-El informe llega a unos funcionarios que no sólo lo dan por bueno sino que, encima, te dicen que no tienen que demostrar lo que afirman, sino que eres tú quien tiene que demostrar que no es así.

-¿Y se puede demostrar?

-Claro que se puede, pero hay que querer, y no está claro que se haya hecho. ¿Por qué no se obliga a la UTE a entregar su contabilidad? La UTE Dique Torres está formada exclusivamente para ejecutar la ampliación de El Musel, así que todos sus papeles están relacionados con esta obra.

-Llama la atención que la defensa más inequívoca de la subvención europea la hagan personas que ya no tienen competencias para hacerlo de forma oficial...

-Es que a los actuales gestores parece que les da igual, que están ahí como si lo anterior no hubiera existido, y dejan que se insulte al pasado y se callan y miran para otro lado. Pero es que, cuando no haces nada, en una situación como esta, todo se derrumba. De Puertos del Estado no me extraña, porque Llorca ha demostrado todo menos aprecio al Puerto de Gijón, desde un durísimo escrito que le enviamos tras presentar su proyecto de ampliación a espaldas de la Autoridad Portuaria. Pero es que ahora actúa todo el mundo al socaire de Puertos del Estado. No entiendo que el Puerto de Gijón no demande a los inspectores de la OLAF por muchas de las cosas que han dicho y se opte por la comodidad de que sea Puertos del Estado el que nos represente.

-Tal vez sea porque El Musel está intervenido desde la concesión del crédito del ICO...

-La intervención afecta a lo económico: a las compras, a las ventas, al gasto de personal, pero no a lo jurídico. La Autoridad Portuaria de Gijón sigue teniendo personalidad propia, pero tiene que contar, eso sí, con el Principado. No hay nadie que defienda al Puerto de Gijón. Lo están dejando morir.

-¿A qué achaca la pasividad que denuncia?

-Realmente, no lo sé. Salí del puerto hace ya tres años, pero me parece inconcebible que sus gestores estén permitiendo esto. Todo lo que hicimos en diez años se va al garete. Se hizo un esfuerzo enorme para que El Musel no sea un puerto exclusivamente granelero, pero la autopista del mar se fue, los contenedores están languideciendo y el colmo de los colmos es que García Munté, una empresa que estaba dando valor añadido al carbón, se fue para Avilés. ¿Qué se ha hecho sino destrozar toda la gestión anterior?

-¿Nota cambio también en la Abogacía del Estado?

-La Abogacía del Estado trabajó con nosotros, mano con mano, y avaló cuanto se hizo. Siempre estuvo de acuerdo con ello, pero los jefes políticos cambian. Si alguna vez la Administración fue independiente del poder político, esa época pasó ya a la historia. Antes se respetaba más el criterio de los funcionarios. Se ha producido una degradación de la función pública porque todos los puestos de alta administración están ahora dados por intereses y afinidades.

-Además de indignado, ¿está preocupado por las posibles consecuencias penales de algunas acusaciones?

-Tendría que ser un ingenuo para no estar preocupado, por los informes y por todo lo que está ocurriendo, pero confío en que no se llegue a más, porque hay datos suficientes para demostrar la falsedad de todo lo que la OLAF dice.

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