Un café con leche, 183 pesetas

Trece años después de la entrada en vigor del euro, la histórica peseta aún sobrevive en algunos comercios. La gijonesa cafetería Samara, en el barrio de Nuevo Gijón, es uno de ellos. Aquí uno se puede tomar un café con leche y pagar 1,10 euros. O 183 pesetas. El propietario del negocio, José Manuel Álvarez, decidió ofrecer esta posibilidad a sus clientes después de escuchar en la radio que el Ayuntamiento de un pequeño municipio de Madrid promovía una campaña de pago en pesetas para potenciar al pequeño comercio. Desde entonces, hace algo más de un año, ha conseguido recaudar en la mítica 'rubia' una cantidad equivalente a 100 euros. Porque, «al final, siempre acaban apareciendo pesetas en alguna parte», constata Álvarez. Y, por su experiencia, más en forma de billete que de monedas.

Ignoradas en algún rincón, ahorradas en una hucha, guardadas como recuerdo o simplemente olvidadas durante años y descubiertas por casualidad, las pesetas tienen en esta cafetería gijonesa una segunda oportunidad. «En este tiempo me han venido dos clientes con billetes de 5.000. A uno le serví un ribeiro. A otro, un café», recuerda José Manuel Álvarez, que también ha recaudado bastantes billetes de 2.000 y 1.000 pesetas.

Los clientes que pagaron con ellos recibieron las vueltas en euros. Se ahorraron así tener que acudir a la delegación ovetense del Banco de España (en la calle Conde de Toreno). Una gestión que deben hacer todos aquellos que aún conserven pesetas y quieran cambiarlas por la actual moneda.

Hasta 2020

El propio José Manuel se encargará de hacerlo «en primavera, aprovechando algún día que tenga que ir a Oviedo por alguna otra razón, para aprovechar el viaje». En realidad no hay prisa, porque el Banco de España admitirá el canje de las antiguas pesetas hasta el 31 diciembre de 2020. Posiblemente hasta entonces en la cafetería Samara seguirán cobrándose las consumiciones tanto en euros como en pesetas, porque la iniciativa de admitir la antigua moneda como forma alternativa de pago «está resultando buena tanto para mí como para los clientes», cuenta José Manuel Álvarez.

La puso en práctica curiosamente en un negocio en el que nunca se pudo pagar en pesetas -abrió sus puertas en octubre de 2004, cuando ya sólo circulaba el euro- «porque me pareció una buena idea para hacer frente a la crisis».

Y no fue la única medida que este hostelero ingenió para mantener a flote un negocio que, pese a gozar de una clientela fija en el barrio de Nuevo Gijón, también ha sufrido lo suyo por la actual coyuntura económica. «Llevamos tiempo sin subir los precios y entregamos una tarjeta con la que, por cada nueve consumiciones regalamos la décima», explica José Manuel Álvarez. Así se las ha ido arreglando para no tener que despedir a sus tres empleados y para mantener su propio puesto de trabajo.