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N. PRIETO
Miércoles, 1 de abril 2015, 00:13
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La procesión de las Lágrimas de San Pedro o del Silencio inició ayer los actos de la Semana Santa gijonesa tras el pregón, el pasado sábado, a cargo del arquitecto Diego Cabezudo. El recorrido por las calles de Cimadevilla, acompañado por la Cofradía de la Santa Vera Cruz, se caracterizó por la paridad en el porte de los pasos y por la participación de cerca de un centenar de personas, además de los cofrades ocultos bajo los tradicionales capirotes, que realizaron todo el recorrido tras los penitentes.
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Las mujeres de la Santa Vera Cruz se encargaron de llevar al hombro el paso de las Lágrimas de San Pedro y demostraron que la singular circunstancia de que sea una mujer quien dirige la entidad, desde que Mónica Rivera accediera al cargo de hermana mayor no es una casualidad, sino prueba de un importante aumento del protagonismo femenino en las procesiones.
Un anochecer fresco, pero sin lluvia, permitió desarrollar el programa previsto sin inconvenientes, con una marcha que contó con más espectadores en el Campo Valdés que en el resto del recorrido y que transcurrió con calma y solemnidad.
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