Borrar
Las terrazas de la plaza del Marqués se llenaron durante las horas de escala del 'Anthem of the Seas' en El Musel.
«Queremos, sobre todo, vivir el ambiente de la ciudad»

«Queremos, sobre todo, vivir el ambiente de la ciudad»

N. PRIETO

Domingo, 26 de abril 2015, 01:02

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Nada más descender del barco de cruceros 'Anthem of the Seas', los irlandeses Margareth y John Sheils tenían su objetivo muy

claro. «Queremos, sobre todo, vivir el ambiente de la ciudad, tomarle el pulso, aunque sea solo por unas horas de escala», dijeron al llegar a los Jardines de la Reina. Otros de sus compañeros de viaje tenían previstos planes más concretos, con excursiones a Oviedo, Avilés o, incluso, a Covadonga. También estaba organizado un recorrido por la Universidad Laboral y otros lugares emblemáticos, opción que incluía almuerzo en un llagar de los alrededores. Pero los Sheils y otros muchos cruceristas prefirieron ir por libre, sin tener tan siquiera decidido a priori si regresarían a comer al barco o si probarían algún plato típico de la región.

El caso es que tanto ellos como los ingleses Maggie y Don Munro -entusiasmados por la amabilidad de quienes utilizaron su propio idioma para ofrecerles algunas indicaciones que precisaban- o los australianos Erika y Richard Binnie, que destacaron el queso como uno de los principales descubrimientos de su visita, y otros muchos cruceristas más se dejaron notar claramente en torno al puerto deportivo, la plaza Mayor, San Lorenzo y el casco antiguo. En esa zona eran esperados por guías, hosteleros y comerciantes y en ella concentraron su visita. Fuera del límite que marcan la calle de Jovellanos y el barrio del Carmen, la presencia de turistas extranjeros, a menudo detectable a primera vista, era prácticamente irrelevante.

«Estas visitas nos dan vida»

La repercusión económica de los cruceros en la ciudad no siempre responde a las expectativas creadas. Pero apreciar, se aprecia. Hasta el punto de que Francisco Reguero, dueño de la tienda de regalos La Rebotica, no duda en asegurar que «los cruceros dan vida». El de ayer, en su opinión, no fue de los mejores, desde el punto de vista comercial, porque «compra más el público más joven, que vienen con críos. Pero esos vienen de junio a septiembre. Fuera de temporada suele llegar gente de más edad, que gasta menos». En todo caso, su negocio notó el incremento de público a partir de las once, y los dependientes se organizaron para tener abierta la tienda durante toda la duración de la escala en El Musel.

Los cruceristas, según Reguero, comida no compran, «porque tienen de todo en el barco», y «el imán es el rey» de los recuerdos, aunque no falta quien adquiere relojes náuticos, piezas de 200 euros.

En la hostelería se detecta mayor actividad que el pasado año, aunque Javier Díaz, encargado de Casa Fernando, en la plaza del Marqués, habla de turismo, en general, más que de los cruceristas, en particular. En una mesa de su terraza, una pareja inequívocamente procedente del 'Anthem of the Seas' daba cuenta de una botella de sidra con un vaso medio lleno cada uno, como suele ocurrir cuando se desconocen las costumbres locales.

Con vistas a la escala de ayer, hubo un hostelero que se esmeró en traducir su carta al inglés, en un intento de divulgar los platos típicos, como el pote asturiano.

Entre el bullicio, la abundante presencia de taxis denotaba también la potencial demanda.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios