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El padre Chus, en junio de 2013, el último día que ofició misa.
«Es una venganza del arzobispo por no poder domesticarme»

«Es una venganza del arzobispo por no poder domesticarme»

Jesús María Menéndez dice tener «la conciencia tranquilísima» y anuncia que recurrirá a la vía judicial para demostrar su inocencia

Olaya Suárez

Sábado, 30 de mayo 2015, 03:02

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«Tengo la conciencia tranquilísima. El arzobispo utiliza el tema de los abusos sexuales que está muy de moda para estigmatizarme, poder apartarme y mientras tanto a los sacerdotes asturianos que realmente los cometen, los tapa para que no salgan a la luz pública». Jesús María Menéndez Suárez, el padre Chus, cree que su expulsión de la Iglesia se produce «por una venganza de Sanz Montes al no poder domesticarme».

«Llevo dos años callando por no causar problemas, pero ya está bien. No puedo permitir más lo que me están haciendo. El lunes a primera hora acudiré a los juzgados a interponer una querella criminal contra este hombre porque no se puede acusar de algo tan grave sin fundamento alguno y quedar tan ancho», ataja el ya exsacerdote, quien recibió «hace dos semanas una carta del Arzobispado de Oviedo con un documento para firmar la denuncia». «No pienso firmar ni renunciar a nada; lucharé hasta el final para que se demuestre que no tienen razón y tiraré de la manta para que se sepa toda la verdad», advierte. Desde el Vaticano asegura no haber tenido notificación alguna para informarle de su expulsión del estado clerical. La resolución firmada en Roma tiene fecha de 6 de marzo de 2015.

En cuanto a sus actuaciones «en contra del sexto mandamiento» -'no cometerás actos impuros'- a las que se remite el papa Francisco para apartarlo de la Iglesia, el padre Chus aseguró en declaraciones a Europa Press que «pecar no es ningún delito» para después añadir que «todos somos pecadores».

«Todos me apoyan»

Desde que ayer se diese a conocer la decisión de la Iglesia, no ha dejado de recibir apoyos. «Nadie que me conozca es capaz de creerse esto. Tengo cientos de amigos, mis feligreses y mis alumnos me apoyan y no he dejado de recibir llamadas y mensajes de ánimo desde que empezó todo este calvario hace dos años», comentaba ayer a EL COMERCIO, con estado de ánimo «fuerte» para iniciar una nueva batalla judicial, en esta ocasión para «demostrar mi inocencia».

Sobre las denuncias interpuestas en la Comisaría por dos supuestas víctimas dice que «son un montaje, como muchos que ha intentado hacer ese señor para perjudicarme». Según su versión, el juzgado archivó ya una denuncia hace dos años. Aún no ha recibido la citación para declarar en el procedimiento abierto ahora en el juzgado de Instrucción número 4. Sobre él no pesa imputación alguna.

Los cientos de alumnos a los que el padre Chus impartió Religión no se acaban aún de creer estas acusaciones. «Me dio clase dos años en el instituto Jovellanos y ni yo ni el resto de mis compañeros notamos ninguna conducta inapropiada, al contrario, era un profesor comprometido con los estudiantes, muy ameno y que hacía cualquier cosa por ayudarnos», recuerda una alumna.

Durante 30 años, el padre Chus estuvo además al frente de una casa de acogida del camino de las Regueras, en la parroquia de Deva, donde daba cobijo a personas necesitadas. «Muchos de los problemas que tuvo le vinieron por ahí, porque intentó ayudar a menores, la mayoría marroquíes, que se dedicaban a robar», comenta un allegado.

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